25 ARTISTAS QUE OPUSIERON SU IMAGINACIÓN AL CONFINAMIENTO EN 2020

| abril 09, 2021

Un antiguo cuento oriental narra, con múltiples variantes, la historia de un pintor que, habiendo sido encarcelado por un poder arbitrario, se dedicó a pintar un detallado paisaje en los muros de la prisión. Día tras día los carceleros observaban la inutilidad de su empeño. Pero la noche en que lo terminó, mientras todos dormían, el artista prisionero entró en el paisaje y se perdió en él. Otra versión dice que pintó una puerta por la cual escapó junto con otros compañeros.  Spaced Out: Time is Art (Espaciado: el tiempo es arte) curado por Adriana Herrera en la galería Art Factory Project reúne un grupo de pinturas, fotografías, collages, esculturas y otras obras tridimensionales creadas durante la pandemia por 21 artistas de diversas nacionalidades residentes en Miami. El diálogo entre múltiples visiones que configuran distintas puertas de salida reafirma la posibilidad de contraponer la libertad de la imaginación artística a la atmósfera opresiva del presente.

25 ARTISTAS QUE OPUSIERON SU IMAGINACIÓN AL CONFINAMIENTO EN 2020

Artistas: Paul Amundaraín, Willy Castellanos, Jorge Cavelier, Liliam Cuenca, Marina Font, Daniel Fiorda, Fernanda Frangetto, Leslie Gabaldón, Pilar Geada, Adler Guerrier, Juan Raúl Hoyos, Mira Lehr, Verónica Murphy, Ignacio Muv, César Rey, Eduardo Rezende, Yolanda Sánchez, Baruj Salinas, Sebastian Spreng, Carolina Spichiger y Rainy Silvestre. Participan además cuatro invitados que viven en distintas ciudades de toda América: Silvia Cordero (Santiago de Chile), Gladys Triana (Nueva York), Ronald Morán (San Salvador) y Viviana Zargón (Buenos Aires).

 

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Gran parte de las obras reunidas reiteran modelos creativos y visiones culturales que responden específicamente al período posterior al estallido de la pandemia. “La creación artística es en sí una manera de dar tiempo a las tareas de la imaginación y, para quienes viven y trabajan en estudios aislados, las restricciones reafirmaron su dedicación a la creación. Pero no menos cierto es que numerosas obras surgieron o se reorientaron hacia modos de reflexión y respuesta transformativa a los desafíos del presente” afirma Herrera. Creadas en aislamiento, ella destaca en las obras “la coincidencia en la percepción de la fragilidad de las definiciones del espacio urbano, tanto como una reafirmación de nuestra propia presencia, subjetiva y sensible, a través de modos de gestualidad; y una conciencia renovada de la urgencia de dirigir la mirada hacia esos otros reinos habitados por especies animales o vegetales que nuestra voracidad y nuestra velocidad han ido desalojando”.

 

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La sala central de Art Factory Project reúne obras que encaran la experiencia del habitar en condiciones de asedio o encierro: el colombiano Juan Raúl Hoyos refleja en su serie Arquitecturas para no quedarse, 2020, “una visión del espacio público que ahora no es tan público”, y la transformación de los modos de concebir lo privado. El brasileño Eduardo Rezende creó collages fotográficos con exteriores de edificios de diversas ciudades del mundo con vastos paisajes de tierras, mares o cielos de otros lugares distantes. La misma sección reúne una muestra de dibujos de la artista cubanoamericana Gladys Triana, y una pintura de la brasileña Fernanda Frangetto, obras de exquisita sensibilidad con una función liberadora desde el interior del ser. Paralelamente, una serie de obras predominantemente monocromáticas constituyen modos de “arqueología” de la memoria cultural. Así ocurre con la obra Canto XX, de la Serie Dresden, 2018, del artista argentino Sebastian Spreng, una intervención digital de un archivo fotográfico de esta ciudad que ardió durante la Segunda Guerra Mundial. Daniel Fiorda, también argentino, creó en su serie New Mandalas, 2020, la ficción de arqueologías de formas biológicas que evocan formas de vida desaparecidas y encaran la propia conciencia de la extinción. Las arqueologías simbólicas del venezolano Paul Amundaraín y de la argentina Marina Font, refieren a sus procesos creativos y marcan puntos de giro en sus obras. Multiple realities (Relative), 2020, del primero, contiene el sedimento de las influencias del arte cinético en Venezuela, su país de origen, en fricción con representaciones de la pintura de acción y del arte de la calle miamense. Shifted Narratives, 2020, de Font, surge como apropiación, deconstrucción e intervención no sólo de las imágenes de un álbum fotográfico ya semivacío, heredado de su abuela, sino del mismo del formato material del viejo archivador de fotos. La intervención artística en lo que se ha borrado hace destellar de nuevo lo perdido con la poética del retorno. En Raíces II, 2020, de la argentina Verónica Murphy, las formas fluyen remontándose a esa memoria ancestral de la tierra del sur, como un llamado al retorno a la “salvaje” naturaleza. En la obra del colombiano Jorge Cavelier, Golden Air Forests, 2020, el perfil de las arboledas recortadas sucesivamente nos devuelve la visión ─opuesta a la avaricia occidental─ del precioso valor de los reinos vegetales que nos antecedieron en millones de años.

 

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Las obras de la estadounidense Mira Lehr y del artista nacido en Haití, Adler Guerrier, instaladas en una pequeña sala dedicada a pinturas y obras gráficas abstractas, contienen también una suerte de llamado que va más allá de la memoria personal e histórica: son una evocación del asombro y también de la limitación del homo sapiens, ante la maravilla de ese pequeño “punto azul” del universo en el que habitamos.  El colombiano César Rey crea a su vez móviles tridimensionales que, siendo abstractos, mantienen una organicidad que recuerda el neo-concretismo y su legado de criaturas que nos sensibilizan.

 

En la obra entera del artista cubanoamericano Baruj Salinas hay una recreación de la materia misma del universo, pues usa la pintura para formar cosmogonías, relatos visuales del origen, mezclando de un modo muy personal el legado del expresionismo abstracto y del informalismo con signos textuales. Streams, 2020, de la artista cubanoamericana Liliam Cuenca responde a la noción estética de lo sublime, que en cierto modo es atemporal. Blue Collection, 2020, de la artista chilena Carolina Spichiger surge del balance entre la mano que dibuja delicadas líneas y la irrupción de lo inesperado que da forma a las manchas que se esparcen o superponen con la libertad del juego.

 

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             Constelaciones; cuaderno para contemplar el Cielo (Vol. I & II), 2020, del también chileno Ignacio Muv, es uno de los tres libros de artista incluidos en la exhibición y un trabajo sutil de fuerza escatológica.  Brotes de Razón, 2020, del artista salvadoreño Ronald Morán captura la visualidad del enclaustramiento, pero, en la sucesión de sus vertiginosos brochazos, la representación del alambre de púas se dinamiza hasta el punto de configurar un escenario poético que en las últimas páginas desata una visión cósmica. En Corpus, 2021, la artista argentina Viviana Zargón superpuso imágenes digitales públicas, su propio archivo fotográfico, mensajes recibidos durante la pandemia, y simbologías de múltiples sistemas de conocimiento, para construir una visión epistemológica sobre este tiempo.

 

Spaced Out: Time is Art incluye también un proyecto dedicado a la práctica de las caminatas en los alrededores de Miami y construye una suerte de instalación colectiva con las obras fotográficas que el mismo Adler Guerrier, los cubanoamericanos Willy Castellanos y Rainy Silvestre, la venezolana Leslie Gabaldón, y la española Pilar Geada, tomaron durante 2020, mientras caminaban observando los dominios de plantas y animales. Guerrier ha hecho desde hace años fotografías directas de criaturas como las arañas ─esas constructoras de invisibles geometrías omnipresentes en la zona─ ejercitándose en mirar muy de cerca otras formas de vida. “Surgidas de mi necesidad de escapar, estas fotografías son espejos de mis propios paisajes emocionales” escribe Gabaldón sobre su serie Espejismos, 2020. Geada ha fotografiado reiteradamente la naturaleza con un ojo penetrante. Silvestre encontró “el verde” en las caminatas diarias a la madrugada que comenzó a hacer durante los meses más estrictos del confinamiento. Impression No.1/Sunrise with Mangroves, 2020, de Castellanos contiene seis fotografías tomadas en el mismo lugar y desde la misma posición en el lapso de tiempo necesario para conjugar los cambios de luz en el ocaso con las variaciones del diafragma. En esta sala que documenta la naturaleza, hay una obra no fotográfica: Criatura, 2020, de la chilena Silvia Cordero.  Es un cántaro de barro que culmina en la cabeza de un animalito terrestre. Su presencia tierna trae a la memoria las célebres palabras de la Carta del Jefe Seattle: “¿Y qué sería del hombre sin los animales?”. Pleasure Is a Measure of Freedom, 2021, de la artista cubano-americana Yolanda Sánchez es una instalación textil abstracta sobre capas de telas translúcidas en las que el juego entre el ritmo, el color y la luz, que son centrales para la artista, apela, como ella misma afirma, a despertar nuestros sentidos: “Sentir más, ver más y estar más presentes: ¡Provocar una experiencia de disfrute!”

 

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La reunión de todas las obras construye un cuerpo colectivo de visión en el que no solo podemos sentir la afirmación de nuestra presencia humana, sino el llamado a reconectarnos, desde formas de sensibilidad, con nuestra memoria común, con la tierra misma y entre nosotros. Como afirma la curadora Adriana Herrera: “En medio de todos los encierros y restricciones espaciales, la toma de posesión del tiempo por el arte nos devuelve la experiencia que Octavio Paz describió en su libro Piedra de sol: El olvidado asombro de estar vivos”.