RONALD MORÁN O EL OSCURO TEJIDO DEL ENCIERRO
Siempre me han llamado la atención los artistas que tiene esa capacidad de acercarse y distanciarse de la realidad, Ronald Morán, (salvadoreño) es uno de ellos; en este caso, nos ofrece un doble distanciamiento: el distanciamiento de una tradición mimética que recicla la realidad con imágenes repetidas hasta el vértigo y, por otro lado, el distanciamiento obligado por la pandemia del Covid 19.

En su proyecto “La marca de los días en un confinamiento”, obras hechas en cuarentena, muestra una densidad formal semejantes a esas capas psicológicas que producto de la rutina y el encerramiento, van acumulando su peso en nosotros; Son obras que nos hacen perder la gravedad, caemos como pájaros oscuros en el silencio de la nostalgia; trama que se repite, huella que se torna espesa como los días; trazo que al intentar escapar vuelve sobre sí mismo; cotidianidad atroz que disuelve la voluntad en el mismo gesto; espesura en claro oscuro que se abre y cierra como la vida y la muerte; movimiento que al desplazarse se detiene, retorna como marea cansada; línea que deseando ser rayo se anula en el vacío de la ausencia, son trazos confinados, lejanos, su presencia es su ausencia; tejido de puntos y filamentos que marcan los días como una cicatriz en la memoria: vivir confinados es trazar en nuestro espíritu la herida del olvido y el abandono.
Morán nos presenta una obra-rutina, ritual plástico que al repetirse anula el tiempo, desvaneciéndose en la nada, visión escalofriante donde el tiempo decapita la existencia.
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De la serie “La Marca de los días en un confinamiento”, Ronald Morán, una fina trama teje un mundo psíquico, todas estas piezas se mueven dentro de un precario estado de caos y armonía.
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De la serie “La Marca de los días en un confinamiento”, Ronald Morán, una fina trama teje un mundo psíquico, todas estas piezas se mueven dentro de un precario estado de caos y armonía.
El distanciamiento estético de Ronald Morán
La producción de esta serie, tiene profundas resonancias modernas sobre todo, con ese momento en que el arte se liberó de la representación mimética y se replegó sobre sí mismo, propiciando un espacio de autoreferencialidad. Esta autonomía es la que le permite a Morán distanciarse del lenguaje común con que se ha trabajado la estética del Covid y, apropiándose de los propios recursos del lenguaje visual (líneas, puntos, manchas, retículas y volúmenes en claroscuro), termina articulando una obra absolutamente novedosa.
Los recursos que a otros le sirven para imitar los referentes del mundo real mediante una figuración rígida, a Morán le sirven para construir la retórica de sus propias obras, en otras palabras, el lenguaje visual se traduce en el mismo lenguaje de la obra y, aunque la obra funcione específicamente para su discurso sobre la pandemia, por su misma naturaleza de ser signo, tiene la capacidad de abrirse a otros mundos. “La marca de los días”, es una serie extraña, por un lado, abre un discurso social, pero por otro, simultáneamente, toma distancia de toda exterioridad, configurándose a partir de su propio lenguaje.
La obra de Morán es una “estructura de repetición”, un rasgo propio de la neovanguardia; las obras se suceden unas otras en un sentido de continuidad formal. El conjunto de la serie nos ofrece un clásico ejemplo de unidad en la diversidad, todas las obras son distintas y, a la vez, son las mismas porque están unidas a una estructura formal que las identifica: la retícula. A partir de allí, Morán realiza una serie de operaciones relativas a un tejido, a un enjambre de líneas que remiten a una plástica de sucesión y continuidad; se trata de un gesto que se va hilando en constantes repeticiones y saturaciones que, curiosamente, dan lugar a distintas mutaciones, a diferentes estados de la conciencia, a un mundo que se mueve en los límites del caos y la armonía, donde la precariedad y el deseo de sobreponerse constituyen una atmosfera única.
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Todos los ángulos remiten a un mismo estado emocional, todo queda delimitado entre líneas sin escape, su única posibilidad es la conexión, ese espacio donde todo es posible.
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Todos los ángulos remiten a un mismo estado emocional, todo queda delimitado entre líneas sin escape, su única posibilidad es la conexión, ese espacio donde todo es posible.
Entre la trama y la mantra
El artista ha dicho: “La idea es representar la saturación partiendo de la unión de puntos a través de su desplazamientos o movimientos; se trata una trama social que construye una mancha negra, una mancha urbana, densamente poblada como las urbes del tercer mundo; el dibujo es como un mantra que calma y serena la ansiedad en un mundo convulsionado y amenazado. En algunos dibujos aparecen símbolos que se mimetizan en la densa trama lineal, abriendo un discurso más extenso por sus significados semióticos, que coexisten y son parte intrincada de las sociedades”. Esos símbolos a que se refiere el artista, son la cruz y el corazón, pero aparecen como referencialidades opacas no trasparentes, son formas evocadas, prevalece la idea de no evidenciar nada que no sea el lenguaje que construye la obra.
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La obra mimetiza una cruz, plegaria del desconcierto, pero visualmente tiene preeminencia el lenguaje plástico; quizá la obra busque un estado de redención ante tanta oscuridad.
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La obra mimetiza una cruz, plegaria del desconcierto, pero visualmente tiene preeminencia el lenguaje plástico; quizá la obra busque un estado de redención ante tanta oscuridad.
Volviendo al texto citado, quiero detenerme en dos palabras “Trama” y “Mantra”. La trama es una urdimbre, un conjunto de hilos que unidos constituyen una forma pero, esa forma, es a su vez, una mantra, es decir, una composición armoniosa, un estado inducido de relajamiento, un antídoto contra la espesa cotidianidad que nos agobia. La trama teje, la mantra seduce.
Esa trama densa, que a fuerza de repetir el gesto oscurece el objeto, está en correspondencia con ese tiempo que se reitera hasta el tedio. En el confinamiento, los segundos, las horas y los días son los mismos, nada cambia, el tiempo es una gangrena, una mancha caliginosa que envenena la existencia. El tiempo abruma, desespera, es como una masa que aplasta y oprime; la temporalidad a que nos ha sometido el Covid es una experiencia atrofiante. La trama de estas obras son la presencia de todo aquello que se desvanece, pero el artista en medio de esta realidad que asfixia, edifica una mantra, una suave armonía que equilibra el estado de caos. Trama y mantra son un estado dialéctico que al fundirse dentro de la obra, ofrecen una salida, una perspectiva que neutraliza la pesadilla del encerramiento.
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Una mantra suave recorre esta pieza una armonía entre líneas y puntos, un espacio que seduce en medio del desconcierto.
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Una mantra suave recorre esta pieza una armonía entre líneas y puntos, un espacio que seduce en medio del desconcierto.
“La marca de los días”, es un tatuaje visual que va dejando memoria de una cotidianidad amarga; ir y venir todos los días, durante tantos meses, por las coordenadas del mismo espacio, es como una lluvia de segundos que martilla el desaliento en nuestra carne.
El cuerpo, cicatriz de la angustia y el tormento, está allí, preso en esas retículas, arrollado en esas líneas, abrumado en esas manchas; el cuerpo se disuelve en una espacialidad que encuentra su sentido en la repetición, metáfora de la rutina.
Como una promesa de esperanza, esta rutina, costra del tiempo, se macera en una propuesta visual, en un estambre de líneas, opaco y armonioso a la vez, que parodiando a Huidobro, vibra en la punta del alma
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Forma en proceso, es como una suave huella en desplazamiento pareciera a punto de disolverse, es como la metáfora de una espiritualidad volátil, incierta.
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Forma en proceso, es como una suave huella en desplazamiento pareciera a punto de disolverse, es como la metáfora de una espiritualidad volátil, incierta.
Ronald Morán nace en El Salvador, 1972. Graduado en Bachillerato en Artes Plásticas en el Centro Nacional de Artes CENAR; estudió artes aplicadas en la Universidad Dr. José Matías Delgado, San Salvador; además de algunas estadías artísticas en México y España en 2006, fue Seleccionado por revista Exit, Madrid, España como el primero de los cien artistas Latinoamericanos contemporáneos más influyentes. Ha representado a EL Salvador en diversas bienales internacionales como: 2010, IV Bienal de Beijing, Beijing, China; 2008, X Bienal de la Habana, La Habana, Cuba; 2007, VII Bienal de Venecia; 2017, Trienal del Pacífico, OCMA Orange County Museum of Art, California.
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ROLF ART RETRATA LA HERENCIA DE LA MODERNIDAD EN “CIUDAD INVISIBLE”
Esta muestra grupal en la galería bonaerense ofrece un panorama múltiple de la experiencia urbana. Con la ciudad como protagonista, las obras evocan las distintas relaciones que se pueden encontrar entre el individuo y su entorno construido.

ArtMedia Gallery, Miami
G.A. JAKUBOVICS: LA CONSTRUCCIÓN DE MIAMI COMO ESCENARIO PROPIO
ArtMedia Gallery, Miami

Geometries Reimagined (Geometrías re-imaginadas) título de la exhibición inaugural del espacio Tanya Brillembourg Art, inquiere en el modo en que esa incesante transformación de las formas abstractas, imaginadas desde la prehistoria hasta hoy, se realiza de nuevo en las obras del colombiano Juan Raúl Hoyos, el guatemalteco tepeu choc, y el haitiano Marcus Blake. De modos diversos, los tres se enfrentan a la forma generadora de toda la corriente de la abstracción geométrica que, desde inicios del siglo XX, se impuso, según advirtió Rosalind Krauss, como la “imagen emblemática de la ambición modernista” [1]: la cuadrícula. Su presencia, explícita o tácita, sigue deshaciéndose y rehaciéndose incesantemente en el arte contemporáneo, y no es ajena a “la esquizofrenia”, que, como escribió también Krauss, se plantea entre su concentración en la materialidad de la superficie pictórica en sí misma, y la tensión espiritual que su mítica geometría contiene [2]. No es menor la oposición entre el “silencio discursivo” que se busca en la cuadrícula mediante la “completa liberación de las apariencias naturistas” [3], y la conversión paradójica de esa forma ─inexistente en la naturaleza─, en la matriz de la modernidad urbana: Mondrian acabó por crear Boogie Woogie, 1943, que alude al ritmo y la pulsante vibración neoyorquina.
JUAN RAÚL HOYOS Y SU REDEFINICIÓN DE LA CUADRÍCULA
Geometries Reimagined (Geometrías re-imaginadas) título de la exhibición inaugural del espacio Tanya Brillembourg Art, inquiere en el modo en que esa incesante transformación de las formas abstractas, imaginadas desde la prehistoria hasta hoy, se realiza de nuevo en las obras del colombiano Juan Raúl Hoyos, el guatemalteco tepeu choc, y el haitiano Marcus Blake. De modos diversos, los tres se enfrentan a la forma generadora de toda la corriente de la abstracción geométrica que, desde inicios del siglo XX, se impuso, según advirtió Rosalind Krauss, como la “imagen emblemática de la ambición modernista” [1]: la cuadrícula. Su presencia, explícita o tácita, sigue deshaciéndose y rehaciéndose incesantemente en el arte contemporáneo, y no es ajena a “la esquizofrenia”, que, como escribió también Krauss, se plantea entre su concentración en la materialidad de la superficie pictórica en sí misma, y la tensión espiritual que su mítica geometría contiene [2]. No es menor la oposición entre el “silencio discursivo” que se busca en la cuadrícula mediante la “completa liberación de las apariencias naturistas” [3], y la conversión paradójica de esa forma ─inexistente en la naturaleza─, en la matriz de la modernidad urbana: Mondrian acabó por crear Boogie Woogie, 1943, que alude al ritmo y la pulsante vibración neoyorquina.

La exhibición individual de Ronald Morán, Por encima del Jardín (2021-2022), con la cual se reinstauraron actividades públicas en el museo Marte de San Salvador, se ha convertido en una muestra paradigmática, no solo como nueva consagración de uno de los artistas centroamericanos de mayor reconocimiento internacional, sino como signo de la visión de una institución que apuesta por la experimentación y el acompañamiento en las prácticas que vinculan el arte contemporáneo y la imaginación social.
EXPOSICIÓN PARADIGMÁTICA DE RONALD MORÁN EN EL MUSEO MARTE
La exhibición individual de Ronald Morán, Por encima del Jardín (2021-2022), con la cual se reinstauraron actividades públicas en el museo Marte de San Salvador, se ha convertido en una muestra paradigmática, no solo como nueva consagración de uno de los artistas centroamericanos de mayor reconocimiento internacional, sino como signo de la visión de una institución que apuesta por la experimentación y el acompañamiento en las prácticas que vinculan el arte contemporáneo y la imaginación social.

Un antiguo cuento oriental narra, con múltiples variantes, la historia de un pintor que, habiendo sido encarcelado por un poder arbitrario, se dedicó a pintar un detallado paisaje en los muros de la prisión. Día tras día los carceleros observaban la inutilidad de su empeño. Pero la noche en que lo terminó, mientras todos dormían, el artista prisionero entró en el paisaje y se perdió en él. Otra versión dice que pintó una puerta por la cual escapó junto con otros compañeros. Spaced Out: Time is Art (Espaciado: el tiempo es arte) curado por Adriana Herrera en la galería Art Factory Project reúne un grupo de pinturas, fotografías, collages, esculturas y otras obras tridimensionales creadas durante la pandemia por 21 artistas de diversas nacionalidades residentes en Miami. El diálogo entre múltiples visiones que configuran distintas puertas de salida reafirma la posibilidad de contraponer la libertad de la imaginación artística a la atmósfera opresiva del presente.
25 ARTISTAS QUE OPUSIERON SU IMAGINACIÓN AL CONFINAMIENTO EN 2020
Un antiguo cuento oriental narra, con múltiples variantes, la historia de un pintor que, habiendo sido encarcelado por un poder arbitrario, se dedicó a pintar un detallado paisaje en los muros de la prisión. Día tras día los carceleros observaban la inutilidad de su empeño. Pero la noche en que lo terminó, mientras todos dormían, el artista prisionero entró en el paisaje y se perdió en él. Otra versión dice que pintó una puerta por la cual escapó junto con otros compañeros. Spaced Out: Time is Art (Espaciado: el tiempo es arte) curado por Adriana Herrera en la galería Art Factory Project reúne un grupo de pinturas, fotografías, collages, esculturas y otras obras tridimensionales creadas durante la pandemia por 21 artistas de diversas nacionalidades residentes en Miami. El diálogo entre múltiples visiones que configuran distintas puertas de salida reafirma la posibilidad de contraponer la libertad de la imaginación artística a la atmósfera opresiva del presente.

La galería ecuatorianapresenta A circle called zero (Un círculo llamado cero),una exhibición individual de David Rickard (Nueva Zelanda/Reino Unido) con curaduría de Rubén Darío Díaz Chávez. La propuesta reúne obras en pintura, objetos, instalación, escultura, video y fotografía y reflexiona en torno al territorio, su representación y cómo nos relacionamos entre humanos en tiempo de pandemia.
¿QUÉ TAN LEJOS ES LEJOS? - NO LUGAR EXHIBE “A CIRCLE CALLED ZERO”
La galería ecuatorianapresenta A circle called zero (Un círculo llamado cero),una exhibición individual de David Rickard (Nueva Zelanda/Reino Unido) con curaduría de Rubén Darío Díaz Chávez. La propuesta reúne obras en pintura, objetos, instalación, escultura, video y fotografía y reflexiona en torno al territorio, su representación y cómo nos relacionamos entre humanos en tiempo de pandemia.

Esta muestra grupal en la galería bonaerense ofrece un panorama múltiple de la experiencia urbana. Con la ciudad como protagonista, las obras evocan las distintas relaciones que se pueden encontrar entre el individuo y su entorno construido.
ROLF ART RETRATA LA HERENCIA DE LA MODERNIDAD EN “CIUDAD INVISIBLE”
Esta muestra grupal en la galería bonaerense ofrece un panorama múltiple de la experiencia urbana. Con la ciudad como protagonista, las obras evocan las distintas relaciones que se pueden encontrar entre el individuo y su entorno construido.

ArtMedia Gallery, Miami
G.A. JAKUBOVICS: LA CONSTRUCCIÓN DE MIAMI COMO ESCENARIO PROPIO
ArtMedia Gallery, Miami

Geometries Reimagined (Geometrías re-imaginadas) título de la exhibición inaugural del espacio Tanya Brillembourg Art, inquiere en el modo en que esa incesante transformación de las formas abstractas, imaginadas desde la prehistoria hasta hoy, se realiza de nuevo en las obras del colombiano Juan Raúl Hoyos, el guatemalteco tepeu choc, y el haitiano Marcus Blake. De modos diversos, los tres se enfrentan a la forma generadora de toda la corriente de la abstracción geométrica que, desde inicios del siglo XX, se impuso, según advirtió Rosalind Krauss, como la “imagen emblemática de la ambición modernista” [1]: la cuadrícula. Su presencia, explícita o tácita, sigue deshaciéndose y rehaciéndose incesantemente en el arte contemporáneo, y no es ajena a “la esquizofrenia”, que, como escribió también Krauss, se plantea entre su concentración en la materialidad de la superficie pictórica en sí misma, y la tensión espiritual que su mítica geometría contiene [2]. No es menor la oposición entre el “silencio discursivo” que se busca en la cuadrícula mediante la “completa liberación de las apariencias naturistas” [3], y la conversión paradójica de esa forma ─inexistente en la naturaleza─, en la matriz de la modernidad urbana: Mondrian acabó por crear Boogie Woogie, 1943, que alude al ritmo y la pulsante vibración neoyorquina.
JUAN RAÚL HOYOS Y SU REDEFINICIÓN DE LA CUADRÍCULA
Geometries Reimagined (Geometrías re-imaginadas) título de la exhibición inaugural del espacio Tanya Brillembourg Art, inquiere en el modo en que esa incesante transformación de las formas abstractas, imaginadas desde la prehistoria hasta hoy, se realiza de nuevo en las obras del colombiano Juan Raúl Hoyos, el guatemalteco tepeu choc, y el haitiano Marcus Blake. De modos diversos, los tres se enfrentan a la forma generadora de toda la corriente de la abstracción geométrica que, desde inicios del siglo XX, se impuso, según advirtió Rosalind Krauss, como la “imagen emblemática de la ambición modernista” [1]: la cuadrícula. Su presencia, explícita o tácita, sigue deshaciéndose y rehaciéndose incesantemente en el arte contemporáneo, y no es ajena a “la esquizofrenia”, que, como escribió también Krauss, se plantea entre su concentración en la materialidad de la superficie pictórica en sí misma, y la tensión espiritual que su mítica geometría contiene [2]. No es menor la oposición entre el “silencio discursivo” que se busca en la cuadrícula mediante la “completa liberación de las apariencias naturistas” [3], y la conversión paradójica de esa forma ─inexistente en la naturaleza─, en la matriz de la modernidad urbana: Mondrian acabó por crear Boogie Woogie, 1943, que alude al ritmo y la pulsante vibración neoyorquina.

La exhibición individual de Ronald Morán, Por encima del Jardín (2021-2022), con la cual se reinstauraron actividades públicas en el museo Marte de San Salvador, se ha convertido en una muestra paradigmática, no solo como nueva consagración de uno de los artistas centroamericanos de mayor reconocimiento internacional, sino como signo de la visión de una institución que apuesta por la experimentación y el acompañamiento en las prácticas que vinculan el arte contemporáneo y la imaginación social.
EXPOSICIÓN PARADIGMÁTICA DE RONALD MORÁN EN EL MUSEO MARTE
La exhibición individual de Ronald Morán, Por encima del Jardín (2021-2022), con la cual se reinstauraron actividades públicas en el museo Marte de San Salvador, se ha convertido en una muestra paradigmática, no solo como nueva consagración de uno de los artistas centroamericanos de mayor reconocimiento internacional, sino como signo de la visión de una institución que apuesta por la experimentación y el acompañamiento en las prácticas que vinculan el arte contemporáneo y la imaginación social.