TODO ES POSIBLE EN NEO POST: 50 AÑOS DE PINTURA GEOMÉTRICA EN LA ARGENTINA, Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA)

Por María Paula Zacharías | abril 13, 2021

La historia del arte de los últimos cincuenta años está aún por escribirse. Pero la muestra NEO POST, 50 años de pintura geométrica en la Argentina 1970-2020, es un buen acercamiento a un capítulo fundamental del arte argentino, en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA). El conjunto de más de 80 artistas seleccionados por el curador Rodrigo Alonso deja entrever tendencias, matices, afinidades y diferencias entre creadores diversos, tanto históricos como Marcelo Bonevardi, Roberto Aizenberg, Kasuya Sakai y María Martorell, como artistas en plena actividad como Ernesto Ballesteros, Marta Minujín y Pablo Siquier. Como signo de estos tiempos, aparece la subjetividad del artista, libre de reglas, abierta a otras materialidades y formas. Ya no es preciso reaccionar con racionalidad a la ilusión, la ficción y el drama del arte figurativo. Todo es posible.

TODO ES POSIBLE EN NEO POST: 50 AÑOS DE PINTURA GEOMÉTRICA EN LA ARGENTINA, Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA)

El museo de San Telmo despliega importantes piezas de su colección, obras en préstamo y adquisiciones recientes como la de Hilda Mans "Sin título" (1974), una obra de Jorge Gumier Maier y otra de Alfredo Londaibere. En los cuatro pisos de la institución especializada en este tipo de arte se ordena el conjunto en tres etapas bien definidas: Sistemas y geometría sensible (1970-1980), Geometría y ornamento en los 90, y el período del siglo XXI caracterizado por su mucho más amplia diversidad. También hay un orden cronológico y una configuración determinada por la arquitectura del edificio, de planos superpuestos.

El título no es una nueva categoría sino una ironía, por esa tendencia a recurrir a los prefijos cuando se busca un nombre para designar lo nuevo. Está claro que esto que se produce ahora difiere de la pintura geométrica de un período clásico y que lo que le sigue es difícil de catalogar: la historia no se escribe en el mismo momento en que ocurre porque todavía somos peces nadando en una misma agua y no la podemos ver.  El recorrido, de todas formas, marca un rumbo para empezar a pensarla. La geometría es una tradición viva en el arte argentino, en permanente cambio.

"Desde la década de 1940, la pintura geométrica ha mantenido una presencia constante en el arte argentino, aunque con períodos de diferente intensidad. En sus inicios, fue un instrumento para expurgar las anécdotas figurativas propiciando la exploración de los recursos plásticos; en este sentido, se constituyó en un elemento clave para el establecimiento del modernismo pictórico –explica el curador en su texto, que estará incluido en el catálogo que se presentará en agosto–. Pero con el tiempo fue adquiriendo un estatuto propio, dando vida a un terreno fértil para la investigación formal. Luego de las distintas vertientes concretas de los cuarentas y la eclosión de los sesentas (arte generativo, estructuras primarias, op-art), la geometría emprendió inéditos rumbos que han sido denominados con los rótulos más variados: nueva geometría, geometría sensible, neo-geo, trans-geometría, parageometría, geometría ornamental, postgeometría. Esta exposición se propone transitar la rica diversidad de las manifestaciones geométricas desarrolladas a partir de los años setenta atendiendo a sus cualidades plásticas, sus ideas motoras, sus aportes al medio pictórico y su amplia pluralidad en la producción actual".

La sala de planta baja es una introducción, con una mezcla generacional y obras muy potentes, con diversidad de enfoques. En esa sala brilla la obra de un maestro en actividad como Tulio de Sagastizábal, junto a artistas más jóvenes, como Amadeo Azar y Carla Bertone y artistas históricos como Olga Gerding.

En toda una pared está Límite Sud, un mural de 27 piezas de 59 x 40 cm, de Juan José Cambre. "Considero a la geometría una manera o excusa de trabajo para la obra de arte. No creo en la idea de pintor geométrico, aunque alguno/as artistas se apoyen principalmente en la geometría. Por ejemplo, no creo que Morandi sea un pintor botellero o Fray Butler un pintor paisajista.  Con artista, basta –dice Cambre desde Los Cocos, Córdoba, donde se refugia en la pandemia–. Mi recurrencia actual a la geometría se basó en la idea de trabajar la presentación de colores y de sus superposiciones. Y me resulta fundamental por mi formación como arquitecto".

La obra de Silvia Gurfein lleva el mismo título que una canción, Have you fed the fish today? Have you made your wish today? de la banda de rock Badly Drawn Boy. "Yo venía pensando en la traducción de asuntos de un lenguaje a otro, una mente musical que después pintaba, indagando en una idea del tiempo. La pintura como una cuña temporal. La geometría era entonces para mí un vocabulario posible, con un nivel de abstracción que no me obligaba a un relato sino que me permitía plasmar estas preguntas en imágenes. Me interesa el hueso de las cosas, su estructura, y la geometría me permite ese abordaje. Es un color más en mi paleta", explica la artista. 

En el primer piso, Alonso agrupa lo que considera Sistemas y Geometría Sensible, dos versiones casi contrapuestas de pintura geométrica que convivieron en las décadas de 1970 y 1980. Una está centrada en la noción de sistema, composición racional de líneas, planos y figuras geométricas fundamentada en patrones repetitivos, fórmulas matemáticas o reglas de composición predefinidas. Hay obras aquí de Raúl Mazzoni, Jorge Pereira, Mercedes Esteves y Florencio Méndez Casariego.

La otra línea adoptó el nombre de geometría sensible, más personal, subjetiva, que pone el énfasis en aspectos plásticos como las texturas, los juegos cromáticos, los ritmos visuales, las composiciones insólitas o lúdicas. "La geometría es el escenario en el cual todas estas variables construyen una imagen singular, no programada", explica Alonso. Hay lugar para el capricho, como las ondas que parecen olas del mar de María Martorell, las columnas de Roberto Aizenberg que se erigen en el paisaje, los juegos de color de Kazuya Sakai o las referencias a molduras de edificios que incorpora Marcelo Bonevardi.

Otro punto importante de este período es la mirada hacia las culturas prehispánicas, como las de Alejandro Puente (trabaja con sistemas de color, pero toma decisiones subjetivas) y César Paternosto, que se abocan a la  recuperación de las formas geométricas que se encuentran en los textiles, las cerámicas y las arquitecturas ancestrales.

En el primer subsuelo se agrupan obras de los 90, cuando la geometría se cruza con el ornamento, el pop, los medios de comunicación, el diseño y los productos comerciales. Son tiempos para los excesos cromáticos y el barroquismo formal, las composiciones potentes, de grandes dimensiones, casi murales. "Sus motivos visuales surgen de decisiones individuales y en gran medida arbitrarias por parte de los artistas; no responden a ningún programa preestablecido ni a investigaciones plásticas específicas. Son piezas de un gran impacto sensorial, lúdicas y atractivas, que reafirman el trabajo artesanal y el placer de la pintura", explica Alonso. Los exponentes son Jorge Gumier Maier, Alfredo Loindabere, Osvaldo Monzo, Cristina Ghetti y Roberto Scafidi, entre otros.

"La geometría para mí fue siempre una zona en la que me adentré como fuera de mis planes. Los míos eran intereses que siempre tenían que ver con el espacio, el tiempo, las pocas unidades que forman todo", explica Ernesto Ballesteros a propósito de su obra, que se ve en este piso, un cono que entonces el artista usaba para graficar el paso del tiempo y la expansión del universo. En estos días prepara una muestra de pintura que inaugurará el 26 de abril en la galería Ruth Benzacar, donde la figura es el punto, infinitamente repetido: "Pienso en la acción de pintar, de dibujar, de hacer un punto o una línea, y mientras hago esta infinidad de puntos, pienso en cuántas líneas formaran el dibujo de la liebre de Seurat".

El segundo subsuelo está dedicado a la Geometría Siglo XXI, que como todo en este siglo, se caracteriza por su amplia diversidad y, en el país, por una buena cantidad de cultores.

"En sus trabajos conviven las remisiones a momentos específicos de esa historia –como los efectos ópticos del op-art o el sendero singular abierto por los monocromos– con propuestas que surgen de las más variadas inspiraciones: las formas y el cromatismo de los medios digitales, las abstracciones arquitectónicas, los materiales no tradicionales, las prácticas conceptuales, las escalas de la instalación", dice Alonso.

Entonces, la sala se ilumina desde el fondo a través de una lucarna que cae sobre la instalación monumental de Mariela Scafati, prestada por otra colección particular, un conjunto de planos en movimiento de un amarillo vibrante, que vibra en la pared. Hay artistas que trabajan con modelo digital, como Adriana Blin, y artistas que trabajan con pintura nada más, como en el caso del monocromo de Eduardo Costa, en el que la pintura rígida es su propio soporte.

Silvana Lacarra también abandona el plano con materiales como la fórmica, la madera, 1200 piezas de aluminio y alpaca, que la llevan al terreno de la escultura en una pieza de 2011. Entre tanta diversidad y mestizaje, Lacarra es quizá una de las últimas artistas geométricas totales: "Mi obra es la geometría de todo lo que veo, el campo, los cielos... Cuando trabajo reviso repaso aquellos campos, aquellos cielos. Me interesa la materialidad de la fórmica. El arte geométrico para mí es mi lenguaje, mi forma de dialogar y comprender, la situación geométrica que miro y que observo".

 

NEO POST. 50 años de pintura geométrica en la Argentina 1970-2020

Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, Av. San Juan 338, C.A.B.A.