BUNGA Y EL FONDO DE LA ARQUITECTURA Y COLOR, EN VERA CORTÊS
Una de las aristas más reconocibles de Carlos Bunga (Oporto, Portugal, 1976) es su forma de interactuar con los espacios arquitectónicos. Esta conversación e intervención tiene un carácter formal en el uso de materiales y gamas cromáticas, pero también por la introducción de objetos cotidianos que, desde la propia concepción de la arquitectura, residen en ella para complementarla. Ello le llevó a interesarse por la arquitectura más temporal y básica, con fallas en su percepción canónica, pero igualmente existente en entornos socialmente desfavorables.
Al empleo de esos materiales pobres o de dudosa calidad, la aplicación del color prosigue ese mismo patrón de imperfección. Capas aplicadas lejos del remate mecánico y perfecto aparecen también en el campo conceptual de los trabajos que, en esta línea, ha desarrollado el artista. Y es que de ese origen es donde se extrae la esencia voluntaria de lo inacabado de su producción.
Para Silence, la exposición que presenta la galería lisboeta Vera Cortês, Bunga se centra en la experimentación con la pintura más que en ningún otro campo, y que persigue esa línea argumental de lo inconcluso y lo precario. Pinturas aplicadas sobre telas o empaquetadas en cajas llevan al espectador a visualizar ese plano arquitectónico y de construcción, pero también de la temporalidad y el estatus del material.
Como novedad técnica, Carlos Bunga utiliza por primera vez el color negro, una elección voluntaria que recuerda al catastrofismo y la muerte, a esa agonía natural que también trasciende en lo social. Por eso, Silence también funciona como un espacio de reflexión y meditación para poder abarcar todo lo que la sala y sus materiales nos cuentan.
Silence puede verse hasta el 31 de octubre en la galería Vera Cortês, R. João Saraiva 16, 1º, Lisboa (Portugal)
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