INVITADOS
Por César Sasson Pinto
La Galería Habitante, en Ciudad de Panamá, inaugura el próximo 21 de agosto Invitados, la más reciente exposición del artista Enrique Jaramillo Barnes. Una muestra que, entre geometrías, nostalgia y juegos cromáticos, nos invita a entrar en escenas que son al mismo tiempo íntimas y universales: un espacio donde cada visitante puede reencontrarse con sus propios recuerdos.
En este escenario pictórico, todo parece haber ocurrido ya. Como si acabáramos de llegar al final de una obra teatral y encontráramos, todavía en el aire, los ecos de los actores, la tensión del último gesto, la escenografía a medio desmontar. En las pinturas de Enrique Jaramillo Barnes, el telón no cae: permanece en suspensión. Los personajes —anónimos, sin rostro— no actúan, posan. Son presencias que han sido colocadas ahí, como parte de un ensayo eterno.
La geometría lo organiza todo: planos, líneas, estructuras que se abren y se pliegan, como si estuviéramos dentro de una maqueta arquitectónica donde el tiempo también se construye con reglas. Hay algo deliberadamente inacabado, una atmósfera de provisionalidad que no es caos, sino diseño. Nada está al azar, aunque todo parezca estar a punto de moverse.
El color, contenido, pero no apagado, recorre la obra como un susurro terroso: cuero, ladrillo, arcilla, polvo. Pero aquí y allá —y casi siempre en secreto— estalla un acento inesperado: un azul eléctrico, un amarillo ácido, un verde casi absurdo. Es en esos toques donde la memoria se vuelve traviesa, y lo infantil irrumpe sin pedir permiso.
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Enrique Jaramillo Barnes, 2025 (155x155cm)
Entre bastidores, emergen figuras extraídas de una iconografía pop que ha perdido su inocencia: fragmentos de dibujos animados, juguetes mentales, guiños a una cultura compartida y diluida en el tiempo. No son citas nostálgicas, sino apariciones. Como si las imágenes de la infancia, lejos de desvanecerse, insistieran en regresar con una sonrisa torcida.
No hay rostros porque no hacen falta. Estos cuerpos sin identidad son, paradójicamente, más humanos. Llevan consigo la carga de todos. No se trata de retratar a alguien, sino de evocar a cualquiera. Y en ese anonimato habita la potencia: la posibilidad de ser todos y ninguno.
Las escenas están detenidas, pero no son estáticas. Hay profundidad sin ilusión óptica. Hay perspectiva sin horizonte. Como si el espacio mismo hubiera sido doblado, plegado en capas para permitir que lo plano se vuelva volumen, que lo gráfico se vuelva presencia, que lo teatral se vuelva pintura.
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Enrique Jaramillo Barnes, 2025 (155x155cm)
Invitados, sí. Porque estos personajes no pertenecen al espacio. Han sido colocados ahí, como una irrupción. Como un guiño. Como un recuerdo que se cuela en la escena cuando ya todo parecía estar ordenado. La pintura, entonces, no narra: sugiere. No ilustra: evoca. Es el espectador quien debe descifrar la obra, como quien se asoma tras el telón para intentar adivinar qué fue lo que realmente pasó.
César Sasson Pinto
Curador independiente, formado en Ingeniería Civil, Gestión Cultural y Curaduría de Arte entre Venezuela, Estados Unidos y España. A lo largo de los años, ha complementado su trabajo curatorial con talleres de escritura creativa y narrativa documental en Caracas y Panamá. Ha escrito textos para exposiciones y catálogos en Venezuela, Estados Unidos y Ecuador. Entre sus colaboraciones internacionales, destaca su texto para una exposición en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, así como la inclusión de un fragmento de uno de sus escritos en el Catálogo Oficial de Premios de la Bienal de Cuenca (1987-2009), un hito importante en la región. Es colaborador activo de correocultural.com.
*Imagen de portada: Enrique Jaramillo Barnes 2025, (180x130cm).

