LO QUE NOS DEJÓ LA VERSIÓN DE “EL SUEÑO AMERICANO” POR DIMITHRY VICTOR
Por Violeta Lozada
¿Qué significa realmente el “Sueño Americano”? Para algunos, son casas con jardín, autos relucientes y relatos de éxito repetidos una y otra vez. Pero para muchos inmigrantes de América Latina y el Caribe, es algo más complicado: una mezcla de esperanza, lucha y reinvención constante. Esa es justamente la conversación que abre el artista haitiano-estadounidense Dimithry Victor en su exposición The American Dream en el NSU Art Museum de Fort Lauderdale.
Hasta agosto, la muestra se siente menos como una lección de historia y más como hojear el álbum de recuerdos de un niño inmigrante que creció en el sur de Florida. Aparecen la cultura pop, los deportes, las caricaturas y los íconos clásicos de lo “americano”, pero Victor los tuerce. Los pinta, los distorsiona y los reimagina, transformando esas referencias culturales en espejos de identidad, memoria y pertenencia.
Una obra destacada, Tranquility (2023), hoy parte de la colección del museo, muestra a un joven afroamericano sentado en calma bajo nubes y luz solar, rodeado de flores que se estiran hacia el cielo. La escena transmite paz, pero también poder como un recordatorio de que reclamar la serenidad y la alegría es, en sí mismo, un acto de resistencia.
Entonces, ¿qué se te queda después de ver el trabajo de Victor? Primero, la idea de la dualidad: el Sueño Americano puede inspirar, pero también agotar. Para los latinoamericanos, perseguir oportunidades aquí suele significar equilibrar dos mundos: abrazar la cultura estadounidense sin soltar la propia. Victor no esconde esa tensión; la celebra.
Segundo, su arte subraya la importancia de la representación. Aquí, las historias de inmigrantes y los rostros negros no son personajes secundarios: son el centro. Y esa visibilidad importa. Es un mensaje claro: nosotros también somos parte de este sueño.
Finalmente, Victor nos recuerda que el arte no es solo reflejo, sino reconstrucción. Al mezclar recuerdos de infancia con imágenes de los medios, propone que el Sueño Americano no está fijado, sino vivo, en constante cambio y abierto a ser reclamado por quienes lo habitan.
Para los jóvenes latinoamericanos que entran al NSU, esta exposición se siente diferente. No se trata solo de nostalgia o crítica: se trata de reconocimiento. Ver el viaje de tu familia, tus propias preguntas e incluso tus dudas en las paredes de un gran museo. Ese es el verdadero poder de la visión de Victor: recordarnos que el sueño no es algo que se hereda, sino algo que se reescribe.

