DEBORAH CASTILLO Y UNA PERFORMANCE DE CIERRE EN CIUDAD DE MÉXICO
En el marco de la exposición Gran Basamento en la Capilla del Laboratorio Arte Alameda en ciudad de México, la artista Deborah Castillo y la compositora Lanza presentan el 10 de octubre la nano ópera Discursos para las masas, a modo de cierre de la muestra.
Más de sesenta voces interpretan partituras que disuelven y recomponen los discursos de poder, invitando al público a reflexionar sobre la memoria histórica y política desde la ruina como símbolo de transformación.
Gran Basamento es un proyecto que politiza y expande la memoria histórica, invitando a repensar los mecanismos del poder y su inevitable destino: la ruina. La obra de Deborah Castillo parte de los extremos del poder —político, ideológico, civilizatorio— para convertirse en un recordatorio de que todo monumento al poder está, en última instancia, destinado a desaparecer.
El proyecto surge por invitación del equipo del Laboratorio Arte Alameda, que buscaba un diálogo con la Capilla mediante una obra site-specific. La propuesta de Castillo invierte el gesto de la conquista española: en lugar de construir iglesias sobre los “demonios de piedra” que narran las crónicas coloniales, Gran Basamento resurge una ruina antigua, la primera de su tamaño en Mesoamérica, recuperando la pirámide de Cuicuilco como centro comunitario y escenario de reflexión crítica.
El Laboratorio Arte Alameda, espacio que ocupa el antiguo Convento de San Diego —erigido en 1591 sobre la Alameda Central—, ha sido recuperado como un punto de encuentro entre historia y experimentación contemporánea. Su arquitectura conserva los ecos de lo sagrado y lo colonial, pero se abre hoy como un laboratorio de pensamiento crítico y arte expandido. Esta tensión entre lo monumental y lo efímero, entre lo devocional y lo político, convierte al recinto en un lugar ideal para proyectos que interrogan las narrativas de poder. En este contexto, Gran Basamento no sólo ocupa el espacio: lo reescribe, lo resignifica y lo reactiva como territorio simbólico.
Castillo insiste en que la reconstrucción no se hace para evocar la nostalgia, sino para destacar la naturaleza efímera del poder. La pirámide resurge como ruina, recordando que toda grandeza política, con el paso del tiempo, está condenada a desaparecer. “Todo monumento al poder es, en realidad, un monumento a la ruina del poder”, afirma la artista.
El diálogo entre pasado y presente se profundiza en la relación con el mural de Federico Cantú, Los informantes de Sahagún. Este mural retrata el encuentro entre Sahagún y los informantes indígenas durante la escritura de la Historia General de la Nueva España, un intercambio violento y desigual. Castillo subraya que la historia no es un relato unívoco de vencedores y vencidos, sino una disputa constante; las partituras que acompañan el proyecto funcionan como palimpsesto, superponiendo capas de escritura que revelan los conflictos entre versiones históricas.
El trabajo de Castillo no se limita al pasado. La reflexión sobre los discursos de poder continúa con referencias a figuras contemporáneas, como Donald Trump, y sus intervenciones en tribunas internacionales. A través de la escritura, la gráfica y la música, la artista desmantela estos discursos, mostrando cómo operan como teatro histórico para obtener obediencia. La memoria, en este sentido, se convierte en un acto político y en una herramienta de análisis crítica.
La performance Discurso para las masas, realizado junto a la compositora Lanza, amplía esta reflexión en un registro sonoro. La composición, concebida como un oratorio dramático, incluye un coro de más de sesenta voces que acompaña la lectura en vivo de las partituras exhibidas junto al monumento. En este espacio, los discursos opuestos se disuelven y recomponen entre llanto, grito y ruido, generando una escultura sonora que invita a repensar la memoria política y la manera en que se construye y se conserva la historia.

