BLANCA BERLÍN REIVINDICA LA FIGURA DE ÁLVAREZ BRAVO
Por Álvaro de Benito
Noventa y cinco años han transcurrido desde la icónica exposición que la galería neoyorquina de Julien Levy dedicó a Manuel Álvarez Bravo (Ciudad de México, México, 1902 - íbidem, 2002) que puso en el punto de mira la práctica fotográfica del mexicano. Ahora, su obra vuelve a ser objeto de estudio en España, donde hacía ya más de una década que no se presentaba su trabajo, y lo hace en la muestra organizada por la galería Blanca Berlín, en Madrid.
Álvarez Bravo es considerado uno de los pioneros y autores más destacados de la primigenia fotografía moderna universal y uno de los mayores y mejores representantes de la escena latinoamericana del siglo pasado. A veces encuadrado por la crítica como puntal del surrealismo, movimiento del que el fotógrafo siempre rehuyó, su objetivo se centró en un enfoque mucho más humanista y una dedicación plena a ahondar en los detalles, sin dejar de lado una continua experimentación con la abstracción, el paisaje y la arquitectura.
Las trazas y sustratos de lo poético, la ironía y las asociaciones visuales que aparecen en su corpus de trabajo apuntan a la firma de sus cualidades personales en la obra. Por ahí navegan sus influencias de las vanguardias, con el cubismo y los nombres de Eugène Atget y Picasso como referentes.
Manuel Álvarez Bravo puede verse hasta el 8 de noviembre en la galería Blanca Berlín, Limón, 28, Madrid (España).

