EL ORDEN DE LOS FACTORES. SANDRA GAMARRA HESHIKI

EL ORDEN DE LOS FACTORES. SANDRA GAMARRA HESHIKI

Por medio de la pintura, Sandra Gamarra Heshiki (Lima, Perú, 1972) cuestiona los mecanismos de representación del sistema del arte y del museo como dispositivo ideológico. Recurre a la copia para hacer disponibles ciertos artefactos culturales que han sido extraídos de sus contextos en el marco del régimen moderno-colonial. La artista adopta una mirada sincrética donde las producciones materiales precolombinas, virreinales, modernas y contemporáneas entran en fricción.

EL ORDEN DE LOS FACTORES. SANDRA GAMARRA HESHIKI

En El orden de los factores, Gamarra Heshiki se centra en el género de la pintura de castas, popular durante el siglo XVIII en el Virreinato de la Nueva España. Las series pictóricas de 16 y 20 cuadros ilustran clasificaciones raciales fundadas en la reproducción de la familia. Guiadas por la “pureza de sangre”, enseñan una organización social jerárquica con el objetivo de ubicar y perpetuar a españoles y criollos en el poder. Si bien la producción de las series se concentró en Ciudad de México y Puebla, se conoce un único ejemplo realizado fuera del actual territorio mexicano, en el Virreinato del Perú. Este es el punto de partida desde el cual Gamarra Heshiki establece conexiones entre las construcciones identitarias de Perú y México, en vínculo con su propia biografía. A partir de allí, apunta hacia las violencias que emergen de las intersecciones entre raza, clase y género en el orden colonial.

La mirada clasificatoria occidental sistematizada durante el siglo XVIII reafirma jerarquías y justifica las diferencias sociales, raciales y de género como categorías “naturales”. Es también esta mirada la que construye una otredad —distinta al sujeto occidental— a través de su exotización. Desde esta perspectiva se mira como “inferiores”, “primitivas” o “atrasadas” a las mujeres y otras personas racializadas que, al igual que la naturaleza, son asumidas como recursos susceptibles de ser explotados. Revisitar el orden que da origen a estas violencias nos permite detectar sus persistencias en el presente e imaginar las posibilidades para alterarlo.

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