NO HAY MUROS, SÍ TRANSPARENCIAS

Por Arq. Alejandro Vaca Bononato

“Las ruinas en su singularidad son lo más viviente de la historia, pues sólo vive históricamente lo que ha sobrevivido a su destrucción, lo que ha quedado en ruinas” dice preclaramente María Zambrano. Jorge Scrimaglio, arquitecto argentino, es un constructor que apela a ese espíritu que Kahn definio en el mismo sentido: “hay que rodear a los edificios de ruinas”. Y un edifico que apela a ser una ruina, con muros que no son tales, que alojan vacio y sirven de soporte a un sentido que se extiende triunfador; como modo de supervivencia, no ya de lo que fue, sino de lo que no alcanzó a ser. Vacio como ausencia. Concretizando una posibilidad aun no concretada, como la vida de las ruinas que es indefinida y más que ningún otro espectáculo despierta en el ánimo de quien las contempla la impresión de una infinitud.

NO HAY MUROS, SÍ TRANSPARENCIAS

Scrimaglio apela al mundo del geometrismo americano de los templos mezoamericanos, que nos llegan como ruinas, y construye muros de ladrillos cribados que alojan vacío con una lógica material que más que muros son sí transparencias."Él", ladrilo, ES un elemento no subjetivado, que no tiene propiedades intrínsecas, sino de situación: "Él" puede ser piso, techo, escalera, ventana, eventualmente muro, de acuerdo al lugar que ocupe en el espacio... "Él" —el insistente ladrillo— construye, rompe, cubre, bordea, sube, baja, sostiene, retiene, soporta, se ausenta, desaparece, sin alterar la unidad.

 

Entre mediados de los años 60 hasta los 80, construye obras notables, como la casa Alorda (1968/73), que visité luego de uno de los viajes que hicimos con estudiantes del taller AVB en el 2014 a la ciudad de Rosario.

 

Ubicada en un lote de medidas exiguas, el planteo es por demás contundente. Se decidió ubicar todo el programa hacía el fondo, dejando un generoso patio hacía el frente. Y es este patio y su riguroso muro de ladrillo cribado que aloja vacío, lo primero que impacta al visitante. Siguiendo una lógica constructiva y geométrica impecable, se accede al mismo luego de atravesar el único acceso que tiene la casa desde el frente. Un grueso portón de listones de madera decorada con una iconografía romboidal —el motivo guarda pampa— se repite en la pared de ladrillo, y desde allí ingresamos al garaje/vestíbulo al que da la cocina de medidas bastante exiguas.

Nos recibió, luego de un primer intento fallido, la sobrina del actor, Yanina Alorda, que conocía la casa desde su infancia. Fue entonces que pudimos recorrer con todo el grupo, no sólo el magnifico patio interior con sus escaleras de ladrillos y alzadas particularmente altas (pues responden al módulo del mono-material con el cual esta construida), también los artefactos de luz exteriores que repiten el motivo del ladrillo escalonado o los cielorrasos de los dormitorios que se observan en el set de fotos.

 

Es claro que se trata de una obra muy particular, fuera de todo canon… la casa Alorda es la primer obra significativa de Scrimaglio que asume sabiamente esas palabras que Gerardo Caballero —ultimo curador Argentino de la Bienal de Arquitectura en Venecia (2020-21)— le dedicara:

 

“Es como si tomara un ladrillo y no hiciera una pared…

No hay muros pero sí transparencias,

No hay ventanas pero sí luz,

No hay escala pero sí relaciones,

El resultado es la magnífica manipulación de un mismo elemento. El deseo de crear un vacío determina la técnica constructiva.

Un verdadero ejercicio de arquitectura.”

 

 

 

Jorge Enrique Scrimaglio, arquitecto, nació en Rosario, Santa Fe, Argentina en 1937. Cursó sus primeros estudios en la Escuela Normal Nº 3 y en la Escuela Industrial de la Nación General José de San Martín, donde se especializó como técnico químico. Fue allí donde recibió las primeras experiencias prácticas en los talleres de carpintería, herrería y fundición. Ingresa a la Escuela de Arquitectura de la UNL (Universidad Nacional del Litoral) en el año 1956. Por aquel entonces la Escuela dependía de la Facultad de Ciencias Matemáticas, Físicas y Naturales aplicadas, dirigida por el ingeniero José León Garibay —quién unos años más tarde le encarga a Scrimaglio su propia casa en Fisherton, Rosario (1962-1971)—. Por los años en que estudia Scrimaglio, la Escuela de Arquitectura es dirigida por el arquitecto Jorge Ferrari Hardoy, discípulo de Le Corbusier y socio junto a Kurchan y Bonet. Autores de notables obras de la modernidad rioplatense, además del célebre internacionalmente sillón BKF (Bonet-Kurchan-Ferrari) —ícono del diseño de mobiliario moderno argentino—.

En 1957, Scrimaglio proyecta su primera obra de arquitectura: la casa familiar de fin de semana en la reserva natural de Granadero Baigorria, a orillas del Paraná, donde luego instalaría su estudio. Por ese entonces tiene 20 años y cursa el 2º año de la facultad. Al finalizar ese año concurre al curso de verano que se dicta en la Universidad de Tucumán por su principal Maestro e incesante alentador, el arquitecto Eduardo Sacriste (1905-1999). Sacriste es una personalidad relevante de la arquitectura argentina, Maestro de grandes Maestros, quien unos años más tarde dice de su discípulo: “Scrimaglio es un verdadero creador, todas las obras, cualesquiera sea su magnitud, tendrán interés, serán un aporte a la arquitectura del medio.”

Durante los últimos años de su carrera, Jorge Scrimaglio realiza dos obras que habrían de repercutir marcadamente en su realización posterior: La Librería del Ateneo Universitario, en la planta baja de la Facultad de Ciencias Matemáticas, y la magnífica y pequeña capilla del Espíritu Santo en el Hogar Universitario Femenino, obra lamentablemente demolida. Ambas son proyectadas y construidas en común con sus alumnos y funcionan como una especie de “declaración de principios”. La pequeña capilla es reconocida en Europa, definida por el eminente especialista dominico belga Fréderic Debuyst como “elocuente expresión del espíritu místico propio de los pueblos latinoamericanos”.

En 1961 se gradúa de arquitecto con brillantes calificaciones y en 1969 es llamado por el arquitecto italiano Enrico Tedeschi, fundador de la Facultad de Arquitectura de Mendoza, para dar cursos de arquitectura en dicha facultad.

Scrimaglio desarrolló durante algo más de medio siglo 25 obras ubicadas la mayoría en Arroyo Seco, Rosario, General Lagos, Granadero Baigorria y Firmat. Su trabajo arquitectónico fue además acompañado por el diseño de mobiliario, diseño gráfico y sucesivos escritos, como Una arquitectura argentina (1983) que resume sus ideas sobre lo que entiende que es la Arquitectura.

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