CARLO SCARPA, VENECIA, EL ENIGMA DE LO POÉTICO.
“Venecia, ciudad nenúfar”… dice el poeta Paul Morand en su magnifico libro Venecias, en plural. Venecia, además de ser la sede de las más famosa de las bienales, hoy transitando su decimo séptima edición en arquitectura, es en su pluralidad la tierra de uno de los grandes maestros de la arquitectura del siglo XX, Carlo Scarpa.
Scarpa nació un 2 de junio de 1906, muy cerca del Campo de Santa Margarita en el Corte dell Asio. Pasó su vida y construyó su obra en el Veneto: Vicenza, Verona, Padua, Treviso, la misma Venecia. Sólo una obra construye fuera, la casa Zentner en Zürich.
De niño juega entre las columnatas del Palacio Chiericati (1550) en Vicenza, obra maestra de otro gran arquitecto del Veneto, el manierista Andrea Palladio. De Vicenza, donde su familia residía, a los trece años Scarpa y su familia se trasladan a Venecia, luego de la partida de la madre.
Scarpa ejerció el oficio de arquitecto, el de dibujante y el de vidriero. Maestro de los famosos cristales de Cappelin y Venini, diseñó piezas exquisitas, inspiradas en las transparencias de los cuadros del Veronese, uno de sus artistas favoritos de la Escuela veneciana.
En 1948 comienza su relación con la bienal, donde diseña un soberbio montaje para las obras de Paul Klee. El artista suizo es un gran referente de Scarpa en su manera de pensar el dibujo. “El arte no representa lo visible, más bien lo hace visible” dice Klee, insistencia en la visión en sí de la cosa, más que en la representación de una idea externa a la cosa.
La relación de Scarpa con la bienal continúa, y en 1952 diseña en el pabellón de Italia el magnifico patio de esculturas y la boleteria de los Giardini.
Su última obra construída (1969/77) es el complejo monumental tumba Brion —un Capo Laboro— en San Vito de Altivole, en Treviso, a los pies del monte Asolo, muy cerca de la villa Barbaro-Maser (1560/70) del admirado Palladio, con frescos del Veronese.Scarpa produce un enorme pliego de dibujos que se conservan casi en su integridad en su archivo. Esos dibujos muestran de un modo privilegiado aproximaciones a su arquitectura: "Quiero ver las cosas, es de lo único que me fío. Las pongo aquí en el papel, delante de mí para poder verlas. Quiero ver y por ello dibujo. Sólo puedo ver una imagen cuando la he dibujado."
Scarpa en una conferencia que dicta en la Academia de Bellas Artes de Viena (1976) pregunta: "¿Puede ser poesía la arquitectura?" y la respuesta con más contundencia la enuncia en el complejo monumental tumba Brion, obra de la cual emana un sentido poético.
El complejo se organiza alrededor del antiguo cementerio, ocupando tres cuartas partes de su superficie, rodeándolo.
El Arco solium, un arco de hormigón cubierto internamente de vidrios de colores, verdes, azules y dorados, cubre las tumbas del matrimonio Brion desde el cual se desciende un par de escalones, y compone como elemento pivotante entre las dos alas del cementerio. Una dedicada a la contemplación del paisaje, con el estanque de nenúfares y su espacio edicular en medio, y del otro lado la capilla funeraria rotada a 45º para oficiar las ceremonias religiosas, rodeada también de agua.
El complejo es definido externamente por un muro perimetral a medio nivel de hormigón armado y contrafuertes, que evita las vistas indiscretas del exterior al estar sobre elevado del nivel del terreno en +1.60 metros.
Scarpa mantuvo un riguroso control dimensional sobre la obra basado en un módulo de 5,5 /11 centímetros, medida del encofrado de madera utilizada en el hormigonado de la obra. Cuenta la historia que el arquitecto la recorría, incluso de noche, para controlar su justa proporción.
El agua, el hormigón, unos revoques texturados, son casi los elementos materiales dominantes, junto a los vidrios de colores traslúcidos, típicos de la tradición veneciana, de la cual Scarpa era un maestro.
Scarpa tenía una biblioteca ecléctica. Libros dedicados a la arquitectura, proliferaban los de uno de sus maestros: Frank Lloyd Wright —a quién conoció en Venecia en 1951— y también de filosofía como la obra de Gastón Bachelard, El Agua y los sueños, o Las meditaciones del Quijote de José Ortega y Gasset.
El agua como material de proyecto es casi consustancial a un veneciano como Scarpa, de ahí lo preclaro de la metáfora de Morand: “Venecia, ciudad nenúfar”…
El agua reflejada es una de las estrategias proyectuales del complejo.
Bachelard escribe y lo parafrasea Scarpa con su obra: "La ensoñación comienza a veces delante del agua limpia, llena de inmensos reflejos, que murmura músicas cristalinas...Concluye en el seno de un agua triste y sombría que transmite extraños y fúnebres murmullos. La ensoñación cerca del agua, al reencontrar a sus muertos, muere también ella, como un universo sumergido."
Obra plena de símbolos, muestra el enorme acervo cultural del arquitecto.
Citas a la arquitectura bizantina y los Cristos de los templos románicos; El ábside del Cristo del Juicio Final de Sant Climent de Taüll (hacia 1123), o la Villa Imperial de Katsura Kioto-Japón (1615/22), o Piet Mondrian y sus arqui-pinturas neoplásticas, o la escalinata del Rey Chand Baori, Rajastahn, India, (800-900 AC), o el puente japonés del jardin de nenúfares de Monet en Giverny (1899), rememorado en el Arco solium.
El complejo entramado simbólico que el arquitecto magistralmente nos propone, tiene un sitial privilegiado la mandorla, la almendra, símbolo de origen cristiano y presente en la cultura del Véneto y en la obra.
Al Espacio de Propileos que oficia de entrada, como en los antiguos templos, una mandorla, espacio de intersección entre los dos circulos de hormigón, revestido de venecitas color carmín y azul, nos da la bienvenida.
Los pietri sonante, revestimiento pétreo del piso, con juntas muy marcadas para permitir su articulación y movimiento; nos indica de un modo Heideggereano el Ser ahí, modo de un saber de un Ser situado. No un Ser abstracto sino un Estar ahí, sutilmente señalado al escuchar nuestros propios pasos y el suave murmullo de las aguas quietas al entrar a la obra...
Scarpa nos propone un recorrido a modo de una promenade architectural, del Alfa —el inicio— la mandorla, al Omega —el fin— presente en la capilla...
El arquitecto de un modo preclaro lo anuncia:
"Brion es un pasaje..."
Podemos preguntarnos: ¿un pasaje a qué?
Enuncio una posible respuesta:
Si lo bello es un llamado, Kalein—Kalon en antiguo griego.
"Brion es un pasaje…”
Un arrebato a lo bello.