UNA REFLEXIÓN SOBRE LA NATURALEZA DE LA PERCEPCIÓN

Interlunio de Carla Grunauer.

Un recorrido de lienzos que circulan por un camino de libres asociaciones y espacios mentales. La obra de Grunauer toma como punto de partida el cuerpo anómalo, el deseo, la fantasía y la autopercepción. En su obra conviven formas arquitectónicas, abstracciones e íconos. Grunauer explora el desarrollo de medios particulares que combinan técnicas tradicionales de oficio con nuevos materiales, lo que la lleva a explorar técnicas híbridas propias de ejecución como parte fundamental de su proyecto.

Interlunio toma el nombre de un relato que escribió Oliverio Girondo, poeta y escritor argentino. El texto se centra en el drama obsesivo de un personaje abatido que, atormentado por los ruidos de la ciudad, huye por las noches al campo en busca de sosiego. Durante uno de esos paseos reconoce a su madre en la visión de una vaca que habla y que le señala su frivolidad, su vida errante, su carencia de compromiso, errores por los que ha quedado desamparado en la vida. Esta publicación fue acompañada de una serie de aguafuertes realizadas por Spilimbergo (dibujante y pintor argentino). Grunauer relata: “Es un libro que descubrí de chica en la biblioteca de mi mamá. Al tener ilustraciones capturó toda mi atención, y creo que fue mi primer contacto con una narrativa surrealista, o con lo que yo reconocí como ciencia ficción en ese entonces.”

Interlunio también se le llama a la fase lunar que sucede cuando la Luna se encuentra situada exactamente entre la Tierra y el Sol, de manera que su hemisferio iluminado no puede ser visto desde nuestro planeta. Los eclipses, por ejemplo, siempre suceden durante un interlunio.

Las pinturas que forman parte de esta nueva serie tienen una luz imposible, una fuente de luz que no revela de dónde viene, al igual que la maquinosidad y alucinación del insomnio de la ciudad.

Un rayo de sol, mi peor enemigo de Carrie Bencardino.

Una serie de óleos que indaga en los discursos visuales presentes en las distintas escenas que la artista frecuenta desde temprana edad. Círculos de fiesta queer, la movida underground metalera, personajes con modificaciones corporales, antros, imágenes basura de internet, e iconografía de bandas, son algunos de los espacios y temas sobre los que Bencardino construye un relato propio, resaltando sus fenómenos y sus contradicciones.

Lo autobiográfico se presenta como posible exponente de situaciones que, aisladas del contexto que justifica su existencia, invitan a pensar la agitación como una forma de habitar el mundo contemporáneo.

“Expandir los límites de mi práctica involucrando a otras personas en el desarrollo de la obra, recrear instancias de agitación, y que la representación devenga en acción presentada, son algunos de mis focos de interés principales al momento de trabajar”, dice la artista. “Aíslo acciones cargadas de códigos de su contexto habitual, e intento condensar un gesto determinado. Me interpela analizar qué sucede con esos gestos cuando son sacados de su entorno usual, y qué transformaciones produce en su alrededor cuando esto sucede.”

El trabajo de Bencardino se desarrolla principalmente en el campo de la pintura y la performance, ambas prácticas constituyendo un relato propio de la juventud y el des- enfreno que la enciende y la moviliza.

Metal Obrero de Nicolás Requena Grau o “China”

Una serie de obras que buscan generar tensión entre lo estático y el movimiento, donde la perspectiva visual se presenta más compleja que simple.

En su trabajo se puede disfrutar –es decir– tanto a la bruma como a lo preciso. Esta posibilidad da lugar a la convivencia en simultáneo de lo real y lo virtual como asociaciones del foco/la consciencia y el desenfoque/el preconsciente. La sensibilidad virtual se abre paso al amalgamar los binomios, el atrás y adelante de una puerta de vidrio, el interior y el exterior de una pantalla. Esta mecánica de la perspectiva doble le da estructura a la segunda Metafísica Otaku que asoma entre la niebla.

Las imágenes desenfocadas provienen de dibujos animados que migraron de Japón en los años 90 y se popularizaron gracias a canales infantiles como Magic Kids, la plataforma de difusión de los animés que formaron una generación: Dragon Ball, Sailor Moon, Pokémon, entre otros. La bruma, entonces, ofrece otra interpretación igual de clara, la del recuerdo y los sueños.

En las obras de China, el doblaje también se manifiesta, al ser pinturas pensadas desde herramientas digitales. El artista toma del ambiente virtual materiales y técnicas para componer las pinturas, traduce al acrílico el aerosol del Paint, mezcla imágenes del animé popular extraídas de internet con instrumentos de Photoshop y luego las pinta. Es así como figuras, herramientas y prácticas que existían de forma separada, se combinan para recrearse en actitudes bastardas.

La sensibilidad virtual se percibe en las uniones, en el mestizaje torcido de imágenes niponas con sonidos latinos, en la pintura del momento exacto que se queda fuera del tiempo, en la trasgresión del plano físico por la bruma digital, que alcanza su máxima expresión con el holograma. Es la versión animada de una mezcla cultural que se enreda entre la piratería y el doblaje, en una mochila con parches de Pokémon y Viejas Locas.