ARMONÍA Y AZAR EN LA EMERGENCIA DE HÉCTOR ZAMORA
Héctor Zamora (Ciudad de México, México, 1974) navega entre conceptos opuestos. Su interés particular en la búsqueda incesante, o en el afán del entendimiento, del equilibrio conceptual sirve de motor para una explosión creativa en aras de encontrar ese frágil espacio que resulta entre las acciones y las intenciones, entre en debe y el ser. En Emergencia, su primera exposición individual en la madrileña Albarrán Bourdais, el mexicano logra plasmar en varias dimensiones esa vocación casi obsesiva de su lucha personal entre los polos opuestos que han ido modelando su propuesta.
La pieza central fagocita por su fuerza y disposición y rompe el esquema de unidad. O aparentemente. Unas vasijas de cerámicas se amontonan en la parte baja de la galería. Algunas todavía conservan su integridad, pero otras están afectadas por el paso del azar, de lo fuera de control. Quien se encuentre frente a ellas sin saber el proceso anterior, donde una treintena de actores ejecutaron una pieza en la cual las vasijas pasaron de mano en mano, aceleradas, recorriendo una cadena de fortuna y retando la rotura inevitable, podría pecar de adentrarse en alguna que otra lectura del lenguaje de Zamora, y seguro que válida.
Nos encontramos ante la siguiente evolución en la actuación de un artista que valora enormemente también el simbolismo del ladrillo y la arcilla cocida como elementos materiales y artísticos. En estos últimos veinte años, Zamora ya ha empleado en alguna ocasión la circulación y manipulación de estos objetos por cadenas de personas, ahondando, como en esta ocasión, en los conceptos de construcción, imaginación y sociedad interconectada e, incluso, colaborativa.
Partamos de la base de que el arte en vivo adolece de ese formalismo que se le presupone en lo espacial al arte menos ritual y que, de ahí, surgiera la necesidad documental. Sin entrar en el debate de el archivo y sus formas son expresiones artísticas de por sí, el artista deja un testimonio más allá de la propia grabación y posterior exhibición de la performance. El resultado de la acción permanece y lo hace de manera física, no se evapora, y marca la media dentro de ese equilibrio entre armonía y caos, construcción y destrucción, indicando qué parte de esa lucha de conceptos se yergue como vencedora o, si no queremos aplicar un lenguaje bélico, cuál trascenderá.
La exposición se complemente con algunas otras piezas que mantienen la arcilla cocida como nexo formal, aunque la dinámica estática de la pieza que yace en la planta inferior pueda acabar como única en el recuerdo. No hay que llevarse a engaños ilusorios, pues L’oeuf de vie profundiza desde lo geométrico en lo sagrado y lo totémico, en esa reverencia casi innata de cualquier obra expuesta en un entorno museístico y que propone nuevas visiones sobre la funcionalidad del espacio y la reinterpretación en la escala de valores. Poralia accede al enfrentamiento con lo racional y geométrico, matemático y tangible de los materiales y sus cualidades, a las que desafía con paraboloides hiperbólicos que, paradójicamente, parecen haber encontrado su esencia orgánica.
Emergencia. Héctor Zamora puede verse hasta el 26 de octubre en Albarrán Bourdais, Barquillo, 13, Madrid (Spain).