PARÍS - CINETIQUE! LA ESCULTURA EN MOVIEMIENTO
¡Bienvenido al fascinante mundo del arte cinético! El Espace Monte-Cristo, sede parisina de la Fondation Villa Datris- Isle-sur-la-Sorgue, presenta para celebrar su quinto aniversario "Cinétique! La sculpture en mouvement" (¡Cinético! La escultura en movimiento). La puesta en escena de esta muestra permite descubrir las creaciones de 25 artistas franceses e internacionales; esculturas cinéticas desde los años 60 hasta la actualidad mezclando referencias históricas y científicas. Estáticas, dinámicas o mecánicas, estas obras juegan con nuestra percepción y evolucionan según nuestros movimientos. Se abre ante nosotros un viaje colorido, sonoro, rítmico y móvil.
La exposición es un recorrido por la historia del arte óptico y cinético, cuyas obras ilustran el tema del movimiento y la luz que Tinguely definió con la frase "lo único estable es el movimiento en todas partes y siempre." Ya sea, un movimiento real creado por un motor o por la luz, o un movimiento virtual creado por la ilusión óptica, todas las esculturas que se exhiben implican la participación del público, invitado a formar parte integrante de la obra y jugar con ella. Así, están expuestos los testigos de esos años en que cada uno de ellos quería encontrar una verdad pictórica a través del movimiento y la luz, creando el arte cinético y óptico en todas sus formas de expresión. Propone, revivir la evolución del arte cinético, la energía ligada al movimiento donde la historia, ciencia y arte dialogan y se mezclan en este recorrido, ligado a la abstracción. Todo el talento de los artistas consiste en crear una imagen que sólo se revela cuando uno se sitúa en un punto preciso. Las perspectivas se mueven, la obra gana en profundidad o en relieve, aparece de repente una imagen, los colores cambian, las imágenes fijas parecen moverse por sí solas.
Los artistas cinéticos trabajan sobre el espacio y la luz, otros orientan su investigación hacia el movimiento para liberar la obra, tanto físicamente como simbólicamente. Y otros buscan, por medio de los fenómenos de la luz y la óptica, restaurar el carácter inestable, cambiante de un mundo que se lo consideraba anteriormente fijo e inmutable. Con una selección que agrupa el trabajo de Victor Vasarely, Yaacov Agam, Nicolas Schöffer, entre otros, la muestra propone explorar estas dos vías y otorga una consideración preferente a los grandes maestros del cinetismo latinoamericano: Julio Le Parc, Dario Pérez Flores, Carlos Cruz Diez, Soto, a través de obras que muestran la fuerza retinal del arte cinético y sus enriquecedores trompe-l’œil, junto a la de jóvenes artistas latinoamericanos: Miguel Chevalier, Elias Crespin.
Las diferentes salas reciben al visitante que se confronta con una explosión de color y movimiento emergente de las obras cinéticas, cuyos procesos de creación, de método científico o completamente ligadas a la intuición, llevan al espectador, por un instante, no solamente a “ver”, sino a participar; a dejarse sorprender por Julio Le Parc, mago de los efectos visuales, a dejarse atrapar por la “Malla Electrocinetica IV” de Elias Crespin: compuesta por 64 motores, la red de cobre y bolas de plomo danza en el espacio y crea 73 figuras geométricas que se yuxtaponen durante 30 minutos, o por la singular obra de Manuel Mérida quien tuvo carta blanca para crear dos obras monumentales.
Para el interior despliega una asombrosa instalación arquitectónica blanca inspirada en los barrios marginales, en la que incorpora sus círculos de pigmentos monocromáticos giratorios. En el exterior, el artista presenta la cuarta versión de la obra “Usuyuki/chantier”, un conjunto de elementos heterogéneos que se ponen en movimiento para componer un fuego de artificios de líneas y materiales. Esta maquinaria poética de rayas rojas y blancas nos hace ver en la linealidad del motivo de las rayas un orden de trompe-l’œil del que se escapa una gozosa libertad artística.
Victor Vasarely inventa un alfabeto plástico formado por combinaciones y permutaciones de formas y matices que destabilizan al paseante con su obra “Torony II” donde el color es su principal herramienta para sugerir la ilusión de volumen y profundidad. En “Mobile”, Darío Pérez-Flores concibe un relieve con tramas verticales de colores rigurosamente pintados donde los cilindros se mueven lentamente, creando la ilusión de un movimiento lateral. Atento a los fenómenos naturales y sus infinitas variaciones, Susumu Shingu se interesa por lo efímero y transitorio que rige la naturaleza. Diseña esculturas animadas cuyos movimientos son generados por los flujos y fuerzas de la naturaleza como el viento, el agua y la gravedad. Estos movimientos, por naturaleza impredecibles, nunca se repiten. Bajo el impulso del aire, su obra “Snowflakes” toma, en cada momento, una nueva forma e invita al observador a imaginar, a descubrir las relaciones de su obra con su entorno o a reconocer en sus formas y movimientos una evocación de organismos o fenómenos naturales.
Lo interesante de esta exposición es que el lugar, transformado en espacio lúdico, capta la atención del visitante y sugiere un paseo delirante a través de memorias infantiles. Cinetismo y transparencia, plexiglás y metal, así se presentan, como una metáfora de formas modulares que responden a una verdadera genealogía de la geometría. Sin un recorrido, ni discurso único, artistas del pasado y presente siglo, pero con algo en común, el movimiento, transitan al espectador como un juego en absoluta libertad, entre luces y sombras. A través de este conjunto de obras, la muestra quiere sacudir sutilmente el campo semántico que identificamos habitualmente con el arte cinético para abrir nuevas posibilidades y entrever nuevos sentidos.