LA INSEPARABILIDAD DEL ARTE Y LA ACCIÓN POLÍTICA – LEÓN FERRARI EN EL POMPIDOU

Por Patricia Avena Navarro | septiembre 01, 2022

El Centro Pompidou acoge por primera vez las esculturas, collages, libros de artista, dibujos y ensamblajes del artista León Ferrari (1920-2013), considerado uno de los más influyentes de América Latina.

LA INSEPARABILIDAD DEL ARTE Y LA ACCIÓN POLÍTICA – LEÓN FERRARI EN EL POMPIDOU

La exposición «L'aimable cruauté» -La bondadosa crueldad- toma su título del libro de poemas y collages que el artista publicó en el año 2000 dedicado a su hijo Ariel, desaparecido por la dictadura militar. En aquella publicación Ferrari advertía acerca de una «crueldad tan íntimamente mezclada con la bondad, que la oculta». Figura capital de la escena argentina de la posguerra creó obras con un espíritu cáustico que resuenan con la actualidad. Una obra que sitúa al artista como uno de los máximos representantes del conceptualismo latinoamericano, defendiendo la inseparabilidad del arte y la acción política; al operar bajo el tropismo de la estigmatización y denunciación de la crueldad del mundo liberal occidental a través del colonialismo, la dictadura y la guerra.

 

La muestra se presenta en tres secciones genéricas: «La Civilización occidental y cristiana», «Arquitecturas de la locura» y «Confusiones tangibles”, que se despliegan en un único espacio museístico abierto que permite un deambular fluido. Articulada en torno al «Hongo atómico» 2007, e introducida visualmente por la obra mas emblemática y notoria de Leon Ferrari «La Civilización Occidental y Cristiana» 1965, refleja sus diferentes practicas estéticas.

Autor de una obra proteica, León Ferrari se dedicó primero al dibujo, que practicó de forma autodidacta a partir de 1946, antes de dedicarse a la cerámica. En 1952, su hija enfermó y decide llevársela a Italia para que pueda tener acceso a una atención de calidad. El artista, en esta época, se apasiona por el barro y comienza a crear sus primeras grandes esculturas en cerámica; fue en Milán también, donde compuso sus primeras esculturas en alambre soldado. Siguieron muchos encuentros, como con Lucio Fontana, quien lo invitó a participar en la Triennale X de Milán en 1954; su «Mujer preocupada» 1961, -una especie de Eva rectangular con un cuerpo destripado- es una inspiración de la abstracción milanesa en boga en aquella época. De regreso en Argentina, desarrolló una obra en permanente evolución; se interesó por nuevos materiales desde el yeso al cemento, la madera y el alambre, con los que realizó frágiles y complejas construcciones, hasta diversos pigmentos y tintas en sus dibujos. Múltiples producciones, reunidas en torno a un punto en común: de todas ellas emerge un espíritu de provocación y un carisma innegable. Una voluntad del artista que, impactado por la violencia de su tiempo, utiliza sus composiciones para resaltar las atrocidades cometidas en el mundo.

En la carrera de León Ferrari, 1965 fue una fecha clave. Su obra «La Civilización Occidental y Cristiana» , que representa a un Cristo crucificado en un avión americano, da testimonio tanto de su rechazo a la guerra de Vietnam, como de su anticolonialismo, pero sobre todo de su anticlericalismo. A través de una obra subversiva con la que el artista rechaza un enfoque puramente formal, Ferrari busca tanto presentar el cristianismo como la razón de todos los males de su tiempo, como también ponernos en guardia, advertirnos contra la banalización, cuando no el embellecimiento, de la violencia en el arte. La obra, por la que recibió el León de Oro en la Bienal de Venecia de 2007, fue censurada. A partir de ahí, León Ferrari se dedicó a una práctica artística política convirtiéndose en un férreo anticlerical debido al apoyo del poder religioso a la dictadura militar. Las obras de este período combinan collages que mezclan representaciones cristianas y emblemas nazis. Diez años después, llegará a defecar canarios sobre una representación del Juicio Final de Miguel Ángel y pedirá al Papa Juan Pablo II que anule los conceptos de Juicio Final e Infierno.

El poder poético y subversivo de su obra adopta multitud de formas, desde la pintura y la performance hasta el dibujo, la escultura y el vídeo. Muchas de sus obras hacen eco de la realidad histórica y política argentina y la jerarquía católica, cuyo papel reprocha durante la última dictadura (1976-1983). El trabajo lúdico, a menudo ácido y a veces alegre, de Ferrari es inseparable de su lucha por la libertad, por todas las libertades. Participa en numerosos eventos: homenaje a Vietnam, al Che Guevara; apoyo a los trabajadores de la industria azucarera, al presidente de Chile, Salvador Allende; la oposición a la corrupción del régimen, la llegada del industrial y político estadounidense Nelson Rockefeller, etc.

 

En la exquisita selección expuesta en el Pompidou, la muestra permite al espectador descubrir los collages de la serie «Nunca más» y la serie «Nosotros no sabíamos” 1976, un conjunto de artículos periodísticos sobre los desaparecidos, entre los que se encontraba su hijo Ariel. Después del golpe militar de 1976 León Ferrari se refugió con su familia en Brasil. Durante ese periodo experimenta con fotocopias, escribe libros y se inicia a la litografía con una serie titulada «Heliografías» que ilustra la locura de la vida urbana: los cruces de carreteras o espirales hacen girar pequeños personajes idénticos que se vuelven locos. Las «Héliografías» tienen apariencia de planos o urbanizaciones con cierto humor surrealista. También podemos verlos, en cierto modo, como una arquitectura de la locura. En esos años reanuda con la escultura abstracta que lo conduce a realizar estructuras de cierta monumentalidad las que se apropian de una evidente fragilidad gracias al alambre; como «Opus 113» ,1980, cuya red extremadamente estrecha hace vibrar el ojo del visitante cuando se desplaza alrededor.

Habiendo huido él mismo de la dictadura en su país en 1976, León Ferrari se movilizará toda su vida como artista contra las dictaduras, el fascismo, la discriminación y las desigualdades sociales. Sus obras son proteicas, desde la escultura hasta el mail art, pero siempre provocativas, como sus posiciones y sus luchas, buscando condenar con la mayor claridad la barbarie de occidente. León Ferrari nunca dejará de advertirnos sobre el proceso por el cual el arte embellece y banaliza la violencia.

 

Léon Ferrari

L'aimable cruauté

Centre Pompidou, Paris

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