ADRIANA VAREJÃO EXPLORA EL COLONIALISMO A TRAVÉS DEL SINCRETISMO ESTÉTICO EN GAGOSIAN NEW YORK
La rica y diversa obra artística de Varejão encarna el mítico pluralismo de la identidad brasileña y las tensas interacciones sociales, culturales y estéticas que la engendraron. Viviendo y trabajando en Río de Janeiro, se basa en el potente legado visual de las historias coloniales y el intercambio transnacional, creando formas confluentes que exponen la naturaleza multivalente de la memoria y la representación.
“Mi trabajo siempre está en el territorio de lo híbrido. Mi contenido se forma en términos de subjetividades descolonizadoras porque se trata de innumerables referencias culturales, no solo de la historia oficial, sino también de muchas otras historias ocultas u oscurecidas que se encuentran en los márgenes”, afirma la artista.
A fines de la década de 1980, Varejão comenzó a investigar los azulejos de terracota vidriada de origen árabe que han sido la forma de decoración más utilizada en el arte portugués desde la Edad Media y que fueron traídos a Brasil a través de la colonización y el comercio. A partir de esto, desarrolló su serie única y en constante evolución de pinturas de azulejos, hechas cubriendo un lienzo cuadrado con una gruesa capa de yeso y dejando que se seque gradualmente para producir una superficie con profundas fisuras que se asemejan a la antigua porcelana agrietada o mismo al paso del tiempo geológico.
Las pinturas de azulejos más recientes de Varejão exploran la cultura de Talavera poblana, la tradición cerámica mexicana originaria de España que, como el azulejo, se basa en diversas fuentes, en este caso, indígenas, hispanas, italianas y chinas. Una fotografía de una pared de azulejos de Talavera tomada por Varejão en México a mediados de los años 90 sirvió de base para la pintura Parede Mexicana (1999); Veinte años después, esta pintura se ha convertido en la referencia de toda una nueva serie en la que los motivos clave de los azulejos individuales se adaptan y amplían a lienzos cuadrados de 1,80 metros.
En el proceso de transformación de Varejão, estos motivos se transforman en geometrías nítidas con un uso audaz y decisivo del color, invocando los diseños dinámicos de los principales modernistas brasileños, desde Oscar Niemeyer hasta Athos Bulcão, al mismo tiempo que sugieren afinidades con innovadores del siglo XX, como Josef Albers y Ellsworth Kelly. Varejão se deleita con esta inesperada encrucijada artística; al entretejer el tiempo, la cultura y el lugar, inicia el diálogo entre los sistemas estéticos que alguna vez fueron segregados por las narrativas maestras dominantes y, al hacerlo, plantea preguntas provocativas sobre la vida de las formas en el arte.
Las pinturas rodean tres nuevas Ruinas de carne (2020-21), columnas altísimas que simulan fragmentos de muros de azulejos de Talavera y elementos arquitectónicos. Mientras sus secciones transversales expuestas hablan de la “anarquitectura” radical de Gordon Matta-Clark, Varejão reemplaza los tornos y el yeso de las estructuras construidas con masas turbulentas de vísceras pintadas para simular el mármol veteado y el drama corpóreo del Barroco. En su erotismo y reinvención teatralizada del espacio y el lugar, las Ruinas de Carne encarnan la violencia que ha dado forma a la historia de América Latina, también evocando el espíritu de antropofagia que transfiguró el tabú social del canibalismo en un proceso de absorción cultural en el período moderno. En una clara referencia a su propio país en su actual estado de agitación política y degradación ecológica, Varejão ha titulado una de las esculturas Ruína Brasilis (Ruina de Brasil), pintando su superficie con azulejos de colores nacionales.
Adriana Varejão nació en Río de Janeiro. Asistió a la Escola de Artes Visuais do Parque Lage de 1983 a 1985. En 1986 comenzó a experimentar con el medio de la pintura al óleo, reimaginando en espeso empaste los ornamentados frescos barrocos y reliquias religiosas de las iglesias del siglo XVIII en Ouro Preto, Minas. Gerais, Brasil.
En 1992, Varejão pasó tres meses viajando por China, donde estudió cerámica de la dinastía Song (960-1279 d. C.) y pintura clásica china de paisajes. A partir de ese viaje, comenzó a considerar cómo las narrativas eurocéntricas distorsionan o incluso borran las historias de varios métodos y motivos artísticos. En los últimos años, Varejão ha desarrollado un interés confluente por la cultura del México prehispánico, colonial y moderno. En enero de 2017, visitó Puebla como invitada del Museo Amparo para estudiar la talavera local y la cerámica policromada cholula. Su posterior compromiso con la talavera, cuyas fuentes culturales heterogéneas son paralelas a las del impulso barroco brasileño que ha guiado su inspiración artística hasta ahora, ha catalizado una nueva dirección en sus pinturas en las que se incorporan las formas limpias y los tonos brillantes de la abstracción de borde duro, dialogando con antepasados artesanales prehispánicos. A través de este entrelazamiento consciente de tiempo, cultura y lugar, Varejão llama la atención sobre los paralelos entre los sistemas estéticos previamente separados por las narrativas maestras dominantes y plantea preguntas vitales sobre la vida de las formas en el arte.