EL INSTITUTO INHOTIM PRESENTA LA GALERIA YAYOI KUSAMA
El Instituto Inhotim inaugura una nueva galería permanente dedicada a Yayoi Kusama. La Galería Yayoi Kusama presenta dos de sus obras: I'm here, but nothing (2000) y Aftermath of Obliteration of Eternity (2009), ambas pertenecientes a la Colección del Instituto Inhotim.
El proyecto arquitectónico de la Galería Yayoi Kusama fue desarrollado por los arquitectos Fernando Maculán (MACh) y María Paz (Rizoma). La propuesta arquitectónica de la galería tiene en cuenta el espacio protegido para albergar las instalaciones y también al público, jugando con la idea de espera y permanencia en un espacio de convivencia.
El proyecto de paisajismo fue realizado por Juliano Borin, curador botánico de Inhotim, Geraldo Farias, del equipo del Jardín Botánico de Inhotim, con la colaboración de Bernardo Paz. Un jardín tropical multicolor, con un toque de psicodelia, sirve de inspiración para el jardín proyectado, donde se han plantado más de 4.000 bromelias.
Aftermath of Obliteration of Eternity (2009) se basa en los principios de la filosofía de autoanulación de la artista, el deseo de negar su existencia uniéndose al infinito, como parte de un todo. En este entorno inmersivo, la propuesta es que el espectador se transporte a un universo completamente distinto del exterior, un cosmos trascendental. La apariencia de la obra evoca un espejismo continuo iluminado por linternas, que se desvanece a medida que nuestra percepción se aleja de la realidad. En la tradición japonesa, este tipo de iluminación está vinculado a la espiritualidad, a una conexión con los antepasados.
Totalmente iluminado con luz negra, un ambiente doméstico común es ocupado por innumerables puntos de colores brillantes. Los muebles y objetos que componen I'm Here, But Nothing (2000) son habituales en un hogar, como un sofá, un televisor, una mesa, sillas, marcos de cuadros, alfombras y otros objetos decorativos. Los puntos fluorescentes son pegatinas adhesivas repartidas por las paredes, los objetos, el techo y el suelo. Bajo la luz negra (UV-A, ultravioleta), estos puntos de colores centellean a la mirada del espectador, transformando el espacio, activando la percepción y, en cierto modo, llenando un vacío. La obra también puede percibirse como parte del concepto de autobliteración del artista, en el sentido de disolución del espectador en el propio entorno –lo que, para algunas personas, puede aportar una sensación de seguridad por estar en contacto con objetos y muebles reconocibles, mientras que para otras puede conllevar un sentimiento más relacionado con la ausencia, como sugiere el título de la obra.