NOTAS SOBRE UNA SUPERFICIE PICTÓRICA — MARINA PEREZ SIMÃO: DIAPASÓN

| octubre 13, 2025

Por Mario Gioia, crítico de arte y curador independiente

NOTAS SOBRE UNA SUPERFICIE PICTÓRICA — MARINA PEREZ SIMÃO: DIAPASÓN

Recorrer con la mirada el juego de líneas rectas y curvas de los paneles expositivos del Instituto Tomie Ohtake en la muestra individual de Marina Perez Simão es sumergirse en una experiencia sinestésica. Diapasão (Diapasón), que da título a la exposición, resulta especialmente significativo al señalar las resonancias musicales de los grandes óleos firmados por la artista. El resultado, luego de contemplar cerca de 80 obras de distintas escalas, es recompensador para el visitante y permite conocer más acerca del proceso de Simão, una artista ya reconocida en el circuito internacional, representada por la poderosa galería estadounidense Pace y por la brasileña Mendes Wood DM, con una monografía publicada por la prestigiosa editorial Rizzoli.

 

El recorrido expositivo comienza con pinturas de diversos tamaños dispuestas en la primera parte de la muestra. Es interesante notar cómo Simão utilizaba trazos distintos como bordes de cada pieza, además de incorporar materiales menos comunes, como el pigmento iridiscente, junto con una figuración algo tímida.

El conjunto que sigue resulta central en Diapasão: los cuadernos de bocetos de la artista, que reúnen desde apuntes inspirados en obras clave de maestros como Rubens (1577–1640) —ella estudió en la École des Beaux-Arts de París—, hasta dibujos en carbón que sugieren caminos hacia panoramas mayores, además de las valiosas acuarelas sobre papel que revelan mucho sobre el nacimiento de sus ambiciosos lienzos.

 

Como en un recital de música de cámara, donde pequeños conjuntos anticipan el cuerpo de obra hacia el cual los compositores pueden dirigirse, avanzando hacia programas de mayor envergadura, los esbozos acuarelados de Simão señalan algo: la fuerte presencia fenomenológica de la pintora en conexión con los grandes campos de color, junto con trazos y alusiones no literales al mundo circundante.

Simão avanza sobre una abstracción que se nutre de las relaciones entre los elementos específicos de la pintura. Al mismo tiempo, resulta inevitable ver en estos amplios panoramas —seductores no solo para la mirada— ríos, lagos, cielos, montañas y corrientes polisémicas. La naturaleza se despliega sobre las superficies de las telas más por sugerencia que por una paleta hiperrealista.

 

“En este recorrido queda claro que la artista desafía la tendencia racionalista de segregar pensamiento y corporeidad, buscando fisuras desde el interior mismo de los medios pictóricos, donde se expande en busca de sabores, sonoridades, cadencias y calores”, escribe el curador Paulo Miyada en el texto crítico. Desde el punto de vista expográfico, hay sabiduría en la utilización inteligente de los paneles curvos del centro cultural, una de sus principales marcas expositivas. “Sus casi-paisajes actúan precisamente en ese registro. Nunca narran ni ilustran algo, sino que surgen como actos pictóricos para aquello que el lenguaje no abarca, convocando así una imaginación hasta entonces adormecida”, escribe la crítica Luisa Duarte sobre una individual anterior de la artista, en 2022.

Hasta junio de este año, un fresco sin título de Simão estuvo en exhibición continua durante casi cuatro años en la Casa Iramaia, uno de los espacios expositivos de Mendes Wood DM en São Paulo. Con más de 10 metros de ancho, estaba instalado en la planta baja de la residencia modernista, rodeada de exuberantes jardines. La casa, proyectada en la década de 1950 por Gregori Warchavchik (1896–1972), es una de las construcciones emblemáticas del modernismo arquitectónico brasileño. Actualmente, la artista presenta un enorme mosaico —de 105 m x 160 m— en la Bienal de Bujará, en Uzbekistán, en colaboración con el artista local Bakhtiyar Babamuradov.

 

Presenciar el excelente momento de una artista en plena actividad dentro del circuito internacional, a través de dos propuestas expositivas tan distintas —una muestra individual y una obra site-specific en una construcción histórica—, ha sido un privilegio para el público paulistano. Y la apuesta del Instituto Tomie Ohtake merece ser celebrada por romper cierta monotonía en los formatos expositivos durante el mismo período en que se desarrolla la 36ª Bienal de São Paulo, que concluirá en enero próximo.

 

Marina Perez Simão: Diapasão

Hasta el 19 de octubre de 2025

Instituto Tomie Ohtake — Rua Coropé 88, São Paulo

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