CUATRO OBRAS DE CUATRO ARTISTAS EN LA BIENAL DE SÃO PAULO

| diciembre 10, 2025

Por María Galarza

No es fácil componer un recorrido de obras monumentales en un espacio monumental. En la 36 Bienal de São Paulo los artistas convocados por Bonaventure de Soh Bejen Ndikung y su equipo despliegan trabajos a gran escala, con texturas y formas que dialogan muchas veces de formas lineales, otras de formas oblicuas.

CUATRO OBRAS DE CUATRO ARTISTAS EN LA BIENAL DE SÃO PAULO

Moffat Takadiwa, Marlene Almeida, María Magdalena Campos-Pons y Antonio Tarsis escarban en su propio territorio, rescatan objetos, telas, caminos e historias. Mezclan todo. Reescriben.

 

“Portals to Sumberged Worlds” (Portales a mundos sumergidos) de Moffat Takadiwa
Un pasillo textil construido con miles de restos post-industriales, en particular cepillos de dientes, organizados con precisión. Se trata de un nuevo ritual para el descarte. Ese túnel, que se recorre casi con pudor, con miedo de pisar, evoca un tránsito o un refugio.

 

El artista de Zimbabue Moffat Takadiwa arma un pasillo de meditación en donde se cruza el consumismo, la desigualdad y la contaminación. La basura se vuelve a encriptar en patrones coloridos, en objetos, en una instalación que invita a refugiarse, a pensar que de lo relegado también surgen cosas bellas.

“Macuto” de María Magdalena Campos-Pons

La instalación de la artista nacida en Cuba se levanta con forma espiralada. Se suspende el pabellón. Genera un microclima propio. La burbuja sensorial aísla y contiene en donde el tiempo se abre en capas. Se recorre hacia el centro a partir de telas delicadas y de colores que rodean como anillos la escultura de una flor.

 

Esa escultura-flor es el centro. Está rodeada de pétalos. Un núcleo sagrado que vertebra la práctica de la artista: memoria, cuerpo, espiritualidad, sanación. Llegar al tesoro que es, en definitiva, llegar a conocer a alguien. A partir de su uso del autorretrato, Campos-Pons convoca símbolos, energías y herencias familiares.

“Terra viva” (Tierra viva) de Marlene Almeida

La estructura de Almeide es ascendente y terrestre: erguida con tiras en tonos minerales que caen desde el techo. Se comporta como una criatura que respira dentro del pabellón. Un conjunto de franjas, texturas y pigmentos naturales se traslada desde el territorio que la artista estudia desde hace décadas.

 

Lo más interesante: las muestras de su laboratorio minucioso. El proceso del trabajo incansable, de la exploración, de las decisiones tomadas. Frascos con tierra, rocas, tinturas, bocetos, cuadernos y herramientas que funciona como un archivo vivo de materiales que la artista brasileña recolecta, cataloga y traduce en color. Se recuperan técnicas de bajo impacto para pensar modos de creación que respeten los ciclos naturales.

 

Hay precisión. Las telas tratadas guardan los tonos que la artista extrae de su propio entorno. Las luces y sombras que proyectan evocan el paso del tiempo, como un reloj solar que registra transformaciones.

“Catástrofe orquestra #1 (Ato I)", (Catástrofe orquestal n.º 1 [Acto I]) de Antonio Tarsis

Una composición emparchada de materiales reciclados. Un manifiesto, una cortina, un color rojo, un ejercicio de superposición. Se entraman parches, telas y pasillos para ir recorriendo las diversas obras, la obra en su conjunto. Su unidad mínima es un retazo antes de ser desechado, su unidad máxima es esta instalación monumental.

 

A partir de materiales encontrados, el artista brasileño Antonio Tarsis arma una topografía inestable que habla de trabajo, supervivencia y memoria: sobre las tensiones sociales y ecológicas que exportan estos materiales. En el ensamble aparece el consumo y la desigualdad, pero sobre todo el desgaste.

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