UN MERCADO DE COMPRADORES: OPORTUNIDADES EN MEDIO DE LA INCERTIDUMBRE

Por María Sancho-Arroyo. Especialista en mercado del arte | mayo 24, 2024

En las subastas de Nueva York de la semana pasada, también llamada «Giga Week», las ventas de obras de arte se dispararon hasta alcanzar la impresionante cifra de 1.400 millones de dólares. No olvidemos que esta significativa cifra se produce tras dos semanas de numerosas ferias de arte. Aunque esta cantidad representa un descenso del 22% con respecto a la misma semana de 2023, y un 55% menos respecto a 2022, las casas de subastas obtuvieron unos resultados admirables dado el difícil clima económico y político actual.

UN MERCADO DE COMPRADORES: OPORTUNIDADES EN MEDIO DE LA INCERTIDUMBRE

Quiero señalar que en esta temporada no hubo ninguna venta de un solo propietario que haya superado la barrera de los 100 millones de dólares, como sí ocurrió cuando la colección de Paul Allen alcanzó los 1.600 millones de dólares en Christie's en noviembre de 2022, y cuando Sotheby's vendió la colección Macklowe por más de 922 millones de dólares en mayo de 2022, y la colección Fisher Landau por 406 millones de dólares en noviembre de 2023. 

 

La conclusión es clara: estamos en un mercado de compradores. Hay demanda, pero es muy selectiva y todavía hay una desconexión entre las expectativas de los vendedores que siguen pensando en los precios de hace dos años y lo compradores que se esperan al menos una reducción del 20%.

 

En las subastas de mayo, dos tipos de obras han funcionado bien: aquellas con buena procedencia y frescas para el mercado, como «Les distractions de Dagobert» de Leonora Carrington y «Sin título (ELMAR)» de Basquiat, y las obras de artistas con potencial de revalorización, como mujeres históricamente poco reconocidas y algunos artistas jóvenes. En el primer grupo, es de señalar «Esquiador (viajero)» de Varo, que se vendió por 4 millones de dólares partiendo de una estimación de 1 millón, y otra obra de Carrington, «¿Quién eres, cara blanca?», que se vendió por 2,48 millones de dólares, justo por debajo de la estimación máxima. Asimismo, «Le train» de Leonor Fini se remató por 444.500 dólares, muy por encima de la estimación de 200-300.000 dólares. En lo que respecta artistas emergentes, aunque la especulación y los aumentos de precio desproporcionados parecen haberse tranquilizado, todavía sigue habiendo interés por algunas jóvenes promesas, como ha sido el caso de Lucy Bull y Justin Caguiat. 

Esta tendencia indica que, aunque sigue habiendo apetito y dinero para el arte, los compradores son prudentes y selectivos, y solo las oportunidades únicas hacen subir los precios.  El índice de ventas (porcentaje de obras vendidas respecto a la ofrecidas) sigue siendo elevado, con Sotheby's y Christie's superando el 90% en sus ventas nocturnas, aunque en cuanto a remates, muchos lotes se vendieron cerca de las estimaciones más bajas o, incluso por debajo. Esto sugiere que, aunque los especialistas han ajustado correctamente los valores para atraer compradores, todavía hay margen para seguir reduciendo. 

Las estimaciones que las casas de subastas proporcionan sirven para orientar sobre el precio de remate, pero también son una herramienta de negociación con los vendedores. El reto está en equilibrar el atractivo para los postores con las expectativas de los vendedores. En estos momentos, los vendedores necesitan incentivos que vayan más allá de las famosas tres D, del inglés Death, Debt, and Divorce (defunción, deuda y divorcio), que siguen siendo los principales motivos de las consignaciones. Y aquí aparecen los instrumentos financieros que ofrecen las casas de subastas: precios de remate mejorados, garantías y pujas irrevocables (también denominadas garantías de terceros) muchos de los cuales se han empleado esta temporada. En las ventas nocturnas, más del 50% de los lotes contaban con garantías propias o de terceros, algunas acordadas pocas horas antes de la venta. 

 

Pero la realidad es más compleja de lo que las cifras aparentan y los altos índices de venta deben ser cuidadosamente escrutados. Las ventas están micro gestionadas, con lotes retirados justo antes de la subasta, reservas rebajadas en el último momento y un uso abundante de garantías que se traducen en buenos índices de venta. Demostrando que los vendedores y las casas de subastas prefieren asegurarse una venta, incluso a expensas de un mayor beneficio. Por ejemplo, el Cecily Brown de 6 millones de dólares, que era la portada de la venta de The Now en Sotheby’s, fue retirado poco antes de la subasta. Lo mismo ocurrió con «Event» de Brice Marden, que tenía una estimación de entre 30 y 50 millones de dólares. Christie's explicó que había decidido esperar hasta que el mercado se sintiera "bien". Es decir, se dieron cuenta que no se iba a vender a ese precio y prefirieron retirarlo antes que venderlo por un precio menor o exponerse a que quedara invendido. Los resultados de subastas son públicos, y los resultados esta semana constituyen la base que muchos tasadores, compañías de seguros y futuras ventas tomaran como referencia.

Estas prácticas ponen de relieve la importancia de examinar el panorama completo a la hora de considerar las cifras de ventas que se publican. Cuando miramos las subastas diurnas, que son las que antes reflejan la realidad del mercado y que presentan obras de valores inferiores a las nocturnas, los resultados son ligeramente más positivos. Especialmente en aquellos lotes con estimaciones por debajo de $50,000, la ratio de martillo (que determina el rendimiento de un lote en relación con su estimación previa a la venta) es más alto. En otras palabras, en ese segmento aún hay interés y posibilidad de crecimiento. 

 

Contrariamente a la expectativa habitual de que el valor de mercado de un artista aumente póstumamente, esta vez resultó ser diferente para Frank Stella, recientemente fallecido. La obra presentada en Phillips no se vendió, y las ventas en Christie's y Sotheby's apenas alcanzaron sus estimaciones más bajas. Y ¿por qué no hubo mejores resultados? Podría ser que fuera demasiado pronto desde su fallecimiento y los compradores estuvieran esperando precios más bajos o ejemplares excepcionales.  Aunque los vendedores y el público siempre esperan resultados espectaculares, muy por encima de las estimaciones, la decepción llega cuando no se cumplen estas expectativas. Sin embargo, las subastas de la semana pasada ofrecieron algunos momentos mágicos. “Les distractions de Dagobert", de Leonora Carrington, pasó de una estimación de entre 12 y 18 millones de dólares a un precio de martillo de 24,5 millones (28 millones con comisiones) y en la venta The Now anteriormente mencionada se alcanzaron precios récord para algunos jóvenes artistas que el mercado considera con potencial para seguir creciendo, como Lucy Bull cuya obra  «2020» atrajo una guerra de pujas entre ocho postores, duplicando su estimación máxima de 700.000 dólares hasta 1,45 millones (1,8 millones con comisiones).  

 

El precio más alto de la semana se lo llevó «Sin título (ELMAR)» de Basquiat en Phillips, que se vendió por 46,5 millones de dólares. Esta obra maestra, del año más cotizado del artista, presentaba una excelente procedencia, al haber sido vendida por la familia del respetado conocedor Francesco Pellizzi, quien la compró a principios de los 80 directamente de la primera galerista del artista, Annina Nosei. Además, tiene un importante historial expositivo que incluye su participación en la retrospectiva de Basquiat de 2018 en la Fondation Louis Vuitton de París. Una obra de calidad, fresca para el mercado y respaldada por una sólida procedencia, es siempre una fórmula ganadora. Sin embargo, en estos días de mercado turbulento, el verdadero desafío radica más en asegurarse consignaciones de alto calibre que en venderlas. 

Christie's presentó la venta más importante de un solo propietario, la colección Rosa de La Cruz, con 26 lotes todo ellos garantizados (y muchos más consignados para futuras subastas). La venta tuvo un buen resultado, con una sola obra retirada antes del comienzo, todas las demás vendidas y varios récords alcanzados. El precio de remate total fue de 28,1 millones de dólares (34,4 millones de dólares con comisiones), dentro de la estimación previa de 25 a 37 millones de dólares.  El lote más destacado fue «Sin título (América #3)» de Félix González-Torres, que alcanzó los 11,3 millones de dólares (13,6 millones con comisiones) tras una competitiva puja entre tres participantes, estableciendo un récord para el artista cuyo récord anterior, establecido en 2015, estaba en 7,7 millones de dólares. Este precio no está muy lejos de los 10 millones de dólares que se rumorea es el precio de obras similares en el mercado privado a través de la galería David Zwirner, que ahora representa el legado de Félix González-Torres. González-Torres fue el primer artista contemporáneo coleccionado por Rosa de la Cruz y se convirtió en un amigo de la familia, cuya influencia impulsó y animó a Rosa a involucrarse aún más en el arte contemporáneo. Muchos otros lotes de la misma colección obtuvieron buenos resultados, incluidos los de Ana Mendieta, cuyo récord de subasta se batió dos veces durante la misma velada en medio de animadas pujas, demostrando una vez más el efecto "venta de un único vendedor". En este caso, una prestigiosa colección, expuesta en un museo y curada con pasión por una importante coleccionista, contribuyó a los buenos resultados. Demostrando una vez más por qué las casas de subastas compiten ferozmente por las grandes colecciones de un solo propietario. 

  

En resumen, el mercado del arte está en una fase descendente - que probablemente no haya alcanzado aún su punto más bajo - como parte del ciclo natural de subidas y bajadas que caracteriza a todos los mercados. Los años 2021 y 2022 fueron excepcionales en términos de ventas, marcando un auge inusual caracterizado por mucha liquidez. Las incertidumbres económicas y políticas reinantes, incluidas las inminentes elecciones estadounidenses, contribuyen a la imprevisibilidad del mercado. Sin embargo, para quienes sepan discernirlas, las oportunidades abundan. 

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