ARTE Y MEMORIA EN DIÁLOGO: DOS EXPOSICIONES EN LINSE

Retroespectro

La exhibición de Agustín González Goytía se sitúa en la intersección de diversas acepciones del término "espectro". Desde lo fantasmagórico hasta la distribución de energías en diferentes magnitudes, la obra del artista tucumano se nutre de referencias visuales que dialogan con la historia del arte y su percepción en el presente.

González Goytía entiende sus creaciones como organismos vivos. Cada pieza es una célula que interactúa con otras, generando una composición mutante que se expande en el espacio expositivo. La selección de obras abarca desde 2014 hasta la actualidad, reuniendo en un mismo montaje piezas diversas que encuentran su unidad a través del collage y el montaje. Estos procedimientos permiten visibilizar el proceso de construcción de la memoria artística, donde pasado y presente se superponen sin jerarquías.

La materialidad en Retroespectro es fundamental. El artista utiliza telas de diversos tipos, desde gabardina hasta jean y lino, que actúan como soportes donde la pintura convive con manchas, pliegues y volúmenes. La disposición de las obras rompe con la estructura tradicional del cubo blanco y genera un ambiente en constante transformación, donde las imágenes se revelan y ocultan en una coreografía de formas y texturas.

Desde un enfoque crítico, la muestra también problematiza la construcción de la memoria artística en Argentina, evidenciando la tensión entre las tradiciones pictóricas establecidas y las posibilidades de resignificación que emergen de la experimentación contemporánea. Así, Retroespectro se presenta como un ejercicio de reconstrucción activa de la historia visual y cultural, donde lo retro y lo espectral conviven en un mismo territorio.

Un amor y una promesa

Fabio Risso Pino, por su parte, nos introduce en un universo íntimo y sensible donde el arte se convierte en una herramienta para procesar el duelo y la reflexión sobre la vida. Desde su taller en Punta Lara, el artista desarrolla una estética del hacer que conjuga la ternura, el humor y la nostalgia, con una fuerte presencia del imaginario popular y artesanal.

Un amor y una promesa surge de una experiencia autobiográfica ligada a la pérdida de un ser querido. A través de esculturas, pinturas, collages y objetos, Risso Pino elabora un relato visual sobre el amor, la fragilidad y la memoria afectiva. En el centro de la sala, dos esculturas antropomórficas hechas con madera, caña y zapatos de maniquí representan figuras cósmicas: el sol y la luna. Sus cuerpos exhiben un ensamblaje visible, donde las "costuras" de la construcción se convierten en parte del discurso de la obra, reflejando la fragilidad del momento y la persistencia de la unidad a pesar de las heridas.

En el otro extremo de la sala, un collage bordado muestra a los mismos personajes en un gesto de complicidad y abrazo, estableciendo un juego de espejos entre materiales y técnicas diversas. Este diálogo entre lo tridimensional y lo textil enfatiza la idea de la memoria como un entramado de hilos que unen tiempos y emociones.

El uso de materiales "bastardos" como lanas, botones, cartones y plasticolas de colores refuerza la impronta artesanal del trabajo de Risso Pino. Esta elección no es inocente: a través de la incorporación de elementos considerados menores o precarios, el artista cuestiona las jerarquías entre arte y artesanía, entre lo "culto" y lo "popular". En este sentido, Un amor y una promesa también se convierte en una reflexión sobre la práctica artística y su lugar en la escena contemporánea.

Retroespectro y Un amor y una promesa estrán abiertas hasta el 15 de marzo de 2025 en Linse, Bolivar 1753, San Telmo, Buenos Aires (Argentina).