ENTREVISTA A JULIA MORANDEIRA

Por Álvaro de Benito

Julia Morandeira Arrizabalaga (Bilbao, España, 1986) transita por su primer año en el Museo Reina Sofía desde la dirección de Estudios, puesto que desempeña desde octubre de 2024 y que, desde marzo de la presente temporada, compagina con la dirección del Instituto Cáder de Arte Centroamericano (ICAC). Este organismo tiene por delante varios retos en sus misiones esenciales de visibilizar y potenciar, pero, sobre todo, investigar y difundir la realidad del arte contemporáneo centroamericano. Para ello tiene diez años por delante, y ya se están sentando las bases para que los objetivos se cumplan. Morandeira nos recibe en su despacho del Reina Sofía, unas plantas por encima del edificio que ocupa la biblioteca y que marca ese carácter y conexión con la divulgación, para charlar sobre el proyecto, su visión y los avances y futuro que ya se perfilan.

ENTREVISTA A JULIA MORANDEIRA

Álvaro de Benito (Á.B.) Que la gestión del Instituto Cáder de Arte Centroamericano (ICAC) recaiga en tu persona, responsable también de la dirección de Estudios del Museo Reina Sofía, no creo que sea casualidad y que, si no es una declaración política, por lo menos lo es de intenciones.

 

Julia Morandeira (J.M.): Absolutamente. Desde su concepción, el ICAC se planteó como un organismo que utiliza la investigación como motor para generar conocimiento sobre las prácticas artísticas centroamericanas, de sus escenas y de su historiografía. El objetivo no solo es estratégico, sino también dejar un efecto duradero en el tiempo que genere estructura, un poso que entendemos que es de lo que adolecía la región, ya que tradicionalmente ha sido un vacío en la historiografía latinoamericana e internacional. Además, el tejido institucional de la región sufre distintas inestabilidades y asimetrías entre países, universidades, instituciones culturales o museísticas.

 

Á.B.: De esta manera, se puede afirmar que la investigación, además de tener un fin en sí misma, también se vuelve instrumental para el ICAC en su visión estratégica.

 

J.M.: La investigación es la que vertebra todo esto. Centroamérica es una región muy dinámica y efervescente y estamos a las puertas de un nuevo ciclo. Hace diez años había muchas iniciativas regionales, como las de Teorética, lideradas por Virginia Pérez-Ratón y su comisaria jefa, Tamara Díaz-Bringas. Entonces se planteaban cuestiones como “¿cómo definir Centroamérica?”, y se realizaron alrededor de esa conversación foros y exposiciones como Centroamérica: el istmo dudoso (Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, San José, Costa Rica, 2006-7). Había una serie de iniciativas que permitían que la gente se encontrase, como la Bienal Centroamericana que celebró diez ediciones. En los últimos años, esa dinámica se ha disgregado y hoy se reflexiona cómo pensar lo centroamericano sin borrar la singularidad nacional o local y cómo conjugarlo. Este punto, por ejemplo, fue un gran tema en las charlas recientes en la Art Week de Pinta en Panamá. 

Á.B.: ¿Crees que se puede incurrir en cierto paternalismo alineando esas políticas desde una institución pública española?

 

J.M.: Estamos ahora definiendo el rol que creemos que debe tomar el ICAC. Sobre todo, debe evitar caer en dos horizontes peligrosos: uno, el extractivista —traer esas prácticas sin devolver nada en ese contexto—; y dos, el asistencialismo, es decir, no colocar parches porque sí, sino asistir en sinergias que generen continuidad y un cambio estructural. Operamos con una lógica de reciprocidad y mutualidad. Queremos generar formas de idas y venidas y que las herramientas del Museo Reina Sofía estén al servicio de la región y, a la vez, que la región intervenga en esos espacios. El fin debe ser trazar un trabajo sostenido que genere trama, precisamente algo que un museo con este músculo institucional y económico puede hacer.

 

Á.B.: No sé si la dimensión institucional del ICAC, en tanto es parte de un museo como el Reina Sofía, puede llegar a ser un obstáculo o, por contrario, una enorme ventaja en cómo se opera hoy en día.

 

J.M.: Son tiempos distintos. Por ejemplo, Costa Rica está en otro momento muy distinto al de hace 10, 15 o 20 años y Panamá surge con estabilidad y con nuevas iniciativas privadas que diversifican la escena. Hay muchos intereses internacionales e institucionales —de México, de EE.UU.— en la línea de intercambiar exposiciones o de la producción de artistas. Ahí se ven galerías interesadas en centroamericanos. El museo no puede moverse con esa flexibilidad por su tamaño o la escala de la institucionalidad o el funcionamiento de la administración española. Y, además, no nos interesa, porque ese rol corresponde a otros agentes. Pero sí que podemos realizar un trabajo de sostener la investigación, que es menos reconocido y más complicado, pero que es clave para crear el sustrato de una escena. A nivel conceptual, a nivel político y a nivel estructural, es fundamental que el ICAC esté definido para actuar desde la investigación.

 

Á.B.: Me gustaría saber si el ICAC se plantea un objetivo más cercano a la reconstrucción historiográfica por, precisamente, esa ausencia que comentabas que ha tenido Centroamérica, o se centra más en ser un amplificador de las prácticas contemporáneas actuales de la región.

 

J.M.: Ambas. El ICAC tiene un comité asesor que está compuesto también de profesionales de la región o que trabajan en la región y, conjuntamente, estamos realizando un mapa de urgencias y temáticas. Esto nos dará pie a articular el trabajo del Instituto en el largo plazo, en líneas de cinco, seis, siete años. Y para marcar esas cuestiones, es importante incidir en ellas y poner los programas a disposición. Ahí entran las residencias, los foros de investigación y las publicaciones.

 

Á.B. Me resuena la actividad de la Red Conceptualismos del Sur. Obviamente, no es lo mismo, porque no había una adscripción geográfica sino más conceptual, pero se intenta hacer presente esa parte que no había existido en la museografía.

 

J.M.: Nosotros seguimos colaborando con la Red. Es parte del Museo Tentacular y a la que pertenece también la Dirección de Estudios. Es una red muy amplia y, aunque evidentemente está muy centrada en el territorio latinoamericano, también trabaja con investigadores que están en las dos orillas del Atlántico. Sí que hay varios frentes y el más importante en nuestra colaboración, quizá, sea el de archivos, que se lucha por reconocerlos.

Á.B.: ¿Cómo se diseña el trabajo entre el ICAC y las distintas instituciones?

 

J.M.: Estamos todavía en un momento proteico en el que dar forma y pensar tranquilamente cuáles tienen que ser los pasos a dar. Tenemos la gran ventaja del tiempo. El lanzamiento del ICAC está marcado con una donación de Mario Cáder-Frech de un millón de dólares a diez años y eso nos permite pensar en un trabajo prefigurativo, en qué tenemos que hacer en el presente para construir un futuro deseable. He tenido conversaciones con instituciones, pero también con agentes más independientes. Es un tejido en el que lo privado y lo público trabajan por generar una escena común y no se puede distinguir tan claramente como en otros contextos. Ahora estamos en una fase de escucha activa para concretar esas formas de colaboración.

 

Á.B. Hacías referencia antes a la Art Week de Pinta en Panamá, y no sé si se puede enlazar este tipo de oportunidades in situ con esa deslocalización de lo que puede ser el museo con tu presencia en el terreno geográfico en el que radica la actividad del ICAC.

 

J.M.: Fue una actualización absoluta. Estos eventos sirven para generar una intensidad en la escena en la que todo el mundo se activa, se abre, expone, muestra, visita... Como encuentro, es maravilloso e increíblemente productivo para ver las diferentes iniciativas y proyectos y, sobre todo, ver cómo todas las maquinarias se ponen en sintonía. Luego tienes momentos particulares, como el foro en el que yo participé, que puso de relieve el estado de la cuestión presente.

 

Á.B. Estamos siendo testigos de una visibilidad y potenciación del arte contemporáneo centroamericano como, creo, nunca se había visto antes. ¿Existe algún riesgo de que ciertas políticas de tanto impacto en la industria del arte puedan hacer que se cree un consumo instantáneo y que acabe por ser, entiéndeme, una moda?

 

J.M.: Es muy importante esto que comentas. El ICAC tiene que escapar de eso. Por eso también me interesa mucho la realidad de esa producción, todo lo estructural, institucional, investigativo y de largo recorrido. Esas lógicas también son unas lógicas muy de consumo rápido, muy unidas al mercado, a la novedad, a pasar de una cosa a otra que no se conoce. Ahora vemos en las galerías que sí que puede haber un poco de eso en relación con lo centroamericano, pero si está bien acompañado y bien canalizado, puede ser positivo a la larga. Pero sí, puede llegar a resultar demasiado evidente.

 

Á.B. Otras de las cuestiones que se están poniendo sobre la mesa es la relevancia de las diásporas, que es algo que también se remarcó como fundamental para el ICAC. ¿Qué papel juegan en el proyecto?

 

J.M.: Las diásporas son muy importantes, siempre, evidentemente, desde la propia noción y existencia de una diáspora, que es fluida y dispersa . También lo trabajamos desde el Museo Tentacular, preocupado por estar en contacto, por tocar diferentes realidades y desarrollar una sensibilidad de escucha ante los movimientos de las diferentes comunidades. Con ellas, lo que queremos es entender cómo puede, ya no solamente el ICAC, sino el ICAC con el Museo, ser un espacio para esas diásporas presentes en España y en otras geografías de afinidad. Estamos ahora mismo trabajando en ese proyecto, que también es lento, largo y tiene que estar hecho con cuidado.

 

Á.B. Teniendo en cuenta la fortaleza institucional que tiene el Museo Reina Sofía y la integración del ICAC en ese Museo Tentacular, ¿puede suponer este hecho que las políticas y acciones que se lleven dese el Instituto se conviertan en algo referencial para otras instituciones?

 

J.M.: Es verdad que nosotros tenemos una política de adquisición de arte centroamericano como parte del ICAC. No es una parte más, ni la más predominante, pero es una forma para nosotros de ir manteniendo el archivo de artistas, no solamente como apoyo, sino también como conocimiento. Para nosotros, las exposiciones, las muestras y la colección son archivos de prácticas que nos permite también avanzar en la producción de conocimiento y en la investigación. Es importante en ese sentido la capacidad de sentar un precedente, pero de manera respetuosa y sensata.

 

Á.B. ¿Cuáles crees que son las principales herramientas que pueden ayudar a generar ciertos cambios en el corto plazo?

 

J.M.: Quizá sean las becas que tenemos en este momento en el ICAC. Por ejemplo, la beca de estudios destinada a estudiantes centroamericanos basados en la región para venir a estudiar el máster de la UCM y la UAM con el que colaboramos. Ponemos todos los recursos para que pueda venir una persona a Madrid por un año, pagar la matrícula y demás. Ahí hay una parte importante de todo el trabajo que hemos hecho previamente. Nos hemos aliado con diferentes instituciones, como con La Nueva Fábrica, en Guatemala, o el MAC de Panamá, para acercar el máster y romper un poco las barreras que una persona en Centroamérica cree tener. Ahí sí que veo de una manera concreta que pueda haber otra cadena que parta de lo que tenemos ya.

 

*Imagen de Portada: Retrato de Julia Morandeira (Pierre Antoine Lalande).