SILUETAS SOBRE MALEZA: UNA EXPOSICIÓN COLECTIVA EN MUSEO JUMEX

Siluetas sobre maleza es una exposición colectiva en el Museo Jumex que explora las formas en las que los cuerpos existen y habitan en el territorio. Abarcando varias generaciones, la exposición presenta artistas que exploran las asociaciones entrelazadas del cuerpo, la tierra y la identidad en la historia y el presente de América Latina: Minia Biabiany (Guadalupe, 1988), Vivian Caccuri (Brasil, 1986), Frieda Toranzo Jaeger (México, 1988), Ana Mendieta (Cuba, 1948 – EE.UU., 1985), Nohemí Pérez (Colombia, 1962) y Vivian Suter (Argentina, 1949).

SILUETAS SOBRE MALEZA: UNA EXPOSICIÓN COLECTIVA EN MUSEO JUMEX

Las artistas de la región han abordado los conceptos de cuerpo y territorio como lugares de resistencia y creatividad, especialmente en respuesta a una historia colonial en curso. A través de las obras, la exposición representa las diversas respuestas de las artistas a las igualmente variadas condiciones locales, ya sean medioambientales, sociales o culturales. Las distintas prácticas están unidas por el uso de estrategias poéticas para interpelar al poder.

 

Las galerías han sido diseñadas para presentarse como un paisaje sensorial, con pinturas, fotografías, video, instalaciones y performances que exploran las formas en que los cuerpos existen y habitan los territorios en el contexto de dimensiones políticas, históricas y físicas. Las obras hablan de las particularidades de América Latina, desde el yacimiento arqueológico de Yagul en México y las selvas amazónicas hasta la ciudad de Panajachel en Guatemala y el archipiélago de Guadalupe en el Caribe. La muestra incluye obras y piezas producidas específicamente para la exposición.

 

La curaduría de Siluetas sobre maleza estuvo a cargo de Kit Hammonds, curador en jefe del Museo Jumex, y Marielsa Castro Vizcarra, curadora asociada.

Entre 1973 y 1980, Ana Mendieta realizó la serie Siluetas, una de las más conocidas. Dentro de esta serie hay varias fotografías y videos cortos de performances que fueron realizados tras viajar al yacimiento arqueológico de Yágul, situado en los valles centrales de Oaxaca, México.

 

Las instalaciones de la artista Minia Biabiany utilizan elementos naturales para contar historias silenciadas sobre la colonia francesa y el territorio asimilado de la isla de Guadalupe, donde nació y continúa viviendo. Su instalación The length of my gaze at night [La longitud de mi mirada en la noche] (2021) analiza la contaminación de la tierra que afecta a la población guadalupeña y cómo el espacio mental y el espacio físico se influyen mutuamente.

 

Nohemí Pérez es originaria de Tibú, municipio ubicado en la región del Catatumbo en Colombia. A través del dibujo, la pintura y el bordado, la artista explora los diferentes tipos de opresiones a las que se ha enfrentado el territorio tanto en la comunidad como en la naturaleza. El ruido del hombre (2023-2024) explora, a través de cinco pinturas monumentales presentadas como un panorama, la destrucción del Amazonas por los incendios forestales.

La artista y musicóloga Vivian Caccuri investiga el sonido, o la ausencia del mismo, en un contexto político, social e histórico. Caccuri presenta una nueva obra realizada para esta exposición que continúa su investigación sobre los sonidos no humanos, la agencia y el movimiento. Ant House Music [Música house de hormigas] (2024) consiste en un sistema de sonido en forma de partes del cuerpo de las hormigas que se utiliza en la exposición para un performance en vivo, en colaboración con el compositor y músico Thiago Lanis.

 

Desde hace más de cuarenta años, Vivian Suter vive y pinta en lo alto de una montaña de Panajachel, un pueblo de Guatemala a orillas del lago Atitlán, en lo que antaño fue una plantación de café. La obra de Suter refleja el paisaje tropical. Elementos naturales como el agua, el barro, la tierra, las hojas y la corteza de los árboles que la rodean forman parte de sus cuadros.

 

Frieda Toranzo Jaeger utiliza el automóvil híbrido o eléctrico como metáfora de un paisaje contemporáneo y futurista. Para la artista, el interior del automóvil representa un espacio psicológico colonial, capitalista y patriarcal. A través de la pintura y el bordado penetra en estos espacios históricamente masculinos para convertirlos en espacios provocativos, femeninos, queer, fantásticos, sexuales y utópicos.