ANDRÉS SERRANO: PORTRAIS DE L’AMERIQUE EN MUSEÉ MAILLOL

Por Patricia Avena Navarro | junio 07, 2024

Andrés Serrano lleva consigo una reputación sulfurosa que no se ha intentado ocultar en esta exposición, allí se presentan obras célebres y contundentes. Bajo el título de “Portaits de L'Amérique” el Musée Maillol ofrece un recorrido por la obra “americana” de Serrano desde sus primeras creaciones, a mediados de los años 80, hasta sus más recientes.

ANDRÉS SERRANO: PORTRAIS DE L’AMERIQUE EN MUSEÉ MAILLOL

La muestra se completa con una selección de obras elegidas específicamente para la ocasión que dialoga con las colecciones permanentes y las obras de Aristide Maillol. Native Americans, America, Nomads, Infamous, The Klan, Torture, Holy Works, Objects of Desire, Immersions, Bodily Fluids, Nudes, History of Sex, The Morgue, Robots, The Game: All Things Trump... Una obra eminentemente política que nos inquieta y fascina por su fuerza de representación como espejo de nuestro mundo actual y de la sociedad americana en particular.

 

Al desandar los caminos de este artista es inevitable hablar de la conexión artística entre Serrano y sus referencias permanentes a la historia del arte, a la pintura clásica y barroca en particular; dos caminos para comprender mejor la coherencia de esta obra fotográfica. La muestra no sigue un estricto plan cronológico, sino que agrupa su obra en torno a algunos temas importantes que, sin embargo, corresponden en su mayor parte a períodos específicos de su actividad; explora las diferentes facetas de su trabajo en directa conexión con la sociedad americana contemporánea de la que ofrece aquí un retrato múltiple.

Cuando se franquea la entrada a la exposición, es imposible sospechar el dialogo visual que se establece entre el conjunto de obras -más de ochenta-, aparentemente inconexas entre sí y el visitante. En el caso de Native Americans y Nomads nos dirigen a toda una complejidad detrás de cada uno de sus personajes ligados a su territorio, pero excluidos también del mismo. De la construcción de un relato a la construcción de un retrato. Pero más allá, tras la mirada de cada uno de estos personajes, hay una persona; cada uno con su memoria, su nombre, su territorio, reflejan la doble visión del artista sobre la sociedad. Desde que en 1990 comenzara su serie Nomads, los Homeless constituyen un tema constante en la obra de Serrano, como lo demuestra la instalación de cartones, comprados a través de los años, a las personas sin hogar que resumen sus historias y que integra en sus exposiciones. En cualquier caso, la muestra permite juzgar con evidencia y retrospectivamente el interés de su obra, más allá del escándalo que haya podido provocar. Incluso hoy, su trabajo dista mucho de ser unánime. Provocación gratuita para algunos, goza en otros círculos de una prestigiosa reputación.

Llama la atención en Serrano, sobre todo, su re lectura a menudo inspirada en el arte religioso medieval y renacentista, en sus aspectos más oscuros, sus préstamos tanto a las formas rituales más populares como a las más oficiales; su impávida mirada centrada en los humildes y los poderosos, en los vivos como en los muertos. Sus retratos, más allá de criterios puramente estéticos, más allá de posturas morales, plantean una serie de preguntas esenciales sobre el arte, sobre la mirada, sobre lo que es posible mostrar y ver; nos permiten afrontar la cuestión de la representación: ¿cómo mostrar la violencia o la re lectura del arte religioso?

 

Andrés Serrano pertenece a la clase de artista que provoca, irrita. De origen afro-hispánico -1950 New York- se crió en un ambiente religioso católico estricto. Su obra perturba por su fuerza de representación de nuestro mundo actual y está íntimamente relacionada con los grandes maestros, Delacroix, Tintoreto, Goya, Velasquez, El Greco, Géricault, de los que solamente retiene y toma en cuenta sus lados más sombríos. Si su notoriedad comenzó en 1987-1990 con el escándalo suscitado por su obra Piss Christ - una imagen inofensiva de un crucifijo de plástico sumergido en un líquido naranja cuyo potencial blasfemo sólo surge al darse cuenta de que el líquido es orina- el trabajo fotográfico de Serrano trata los grandes temas universales del cuerpo, la religión, el sexo y la muerte. Gran admirador de Caravaggio y El Bosco, Serrano se presenta como "un artista con una cámara", no como un fotógrafo.

Monumental y pictórica, la muestra reúne imágenes de gran tamaño, elegantes y artísticas, tratadas con una escenografía de fondo psicodélico habitual en Serrano, permite no solamente medir la gran tradición pictural en su obra, sino también la mirada rigurosa y original que arroja sobre la sociedad estadounidense de hoy. La precisión en que han sido encuadradas las imagines manifiestan la voluntad de mostrar la belleza del sujeto a través de composiciones que revelan aún las influencias de los grandes maestros de la pintura. Sin embargo, estas imágenes no liberan al espectador de ciertos inconvenientes, como la fascinación o la repulsión, relacionados a la contemplación real de los mismos donde la aversión inicial deja rápidamente lugar al asombro frente a la gran variedad de texturas y formas. De manera que, es al visitante de decidir si esas imágenes son verdaderamente indignantes o si como Serrano pretende a través de la provocación recurrente en sus obras, exigir que miremos con lucidez todo lo que tenemos tendencia a alejar, la negación a conocer y aceptar todo lo que la cultura occidental reprime.

Para el espectador dos niveles de lectura se sobreponen: el de la dureza del testimonio, de la recepción bruta de la realidad de los hechos, del reconocimiento de situaciones a veces insoportables y de la toma de conciencia de su existencia. En segunda lectura, el nivel de la confrontación inexorable con los hechos, trascendida por su dimensión de intemporalidad. Y aunque Serrano quiera reconciliar el compromiso estético con el político, y la estética con la información, a veces la agresividad de la imagen fotográfica perturba la percepción del que contempla.

 

La fotografía se debe mostrar no solo como una representación física de un ser o de una cosa. A través de su propia apariencia debe aportar un cambio a la mirada y a quien la dirige. Su primera conquista es bien entendida, quien acciona el obturador. Gran retratista, Andrés Serrano ha inmortalizado la sociedad americana y los temas que más le preocupan durante más de treinta años. Así, a través de las imágenes expuestas preocupado por los mitos y el sufrimiento universal, nos trae su perspectiva crítica e indulgente, nos invita a la reflexión, enfrentándonos cara a cara con nuestras propias interrogaciones, miedos, fantasías y contradicciones.

Bajo el contexto contemporáneo del arte, donde la fotografía aparece cada vez más como una práctica central, la obra de Serrano, es útil para recordar su carácter contradictorio, pero siempre político y social. Aun así, hay en ellas un espacio para la reflexión acerca de cuestiones como la violencia, el activismo político o el fin de las ideologías. La inclusión de ciertos elementos “dramáticos”, como la re lectura y re interpretación de los momentos claves de la historia, le permite guiar al espectador hacia una percepción más compleja de su obra, donde la parodia se convierte en una herramienta para meditar acerca de los aspectos más crueles y dramáticos de nuestra realidad. Andrés Serrano afirma, con “Portaits de L'Amérique” su convicción de que el arte puede cambiar la mirada que los hombres se tienen a sí mismos. Una manera de interrogar las representaciones de la civilidad.

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