DEPARTAMENTO 112: UNA HISTORIA, UN PÁJARO, UN ENCUENTRO
El artista y el galerista tomaban mate en la Avenida Fleming en Martínez, frente a la galería, intentando retener el calor de un sol de otoño fresco. Esa imagen simple, cotidiana y sincera, anticipó la muestra de Departamento 112.
Un café, pan con manteca y el rezo al Gauchito Gil me invitaron a recorrer el espacio. Acepté todo. Visité por primera vez Departamento 112 el sábado. Sabía que se trataba de una galería fundada y dirigida por Hans Petersen, con una clara convicción por compartir un arte argentino emergente e idiosincrático y que funciona también como agencia creativa de diseño e imagen. Lo que no sabía, y creo haber comprendido, es que, en todos sus sentidos, la galería busca el encuentro.
La inauguración presentó dos muestras. La primera fue una exposición individual de Mariano “Rojito” Podesta que, a partir de excels, hierros y archivos, cuenta mitos argentinos. Éramos varios atentos a las historias que narraba el artista, que daban contexto a sus obras. Su relato evidenciaba una curiosidad avasallante y un afán desmedido por lo olvidado, aunque sus piezas se disponían de manera pausada, pensada. “¿La estoy haciendo muy larga?”, preguntó el cuentista. “No, seguí”, respondimos los espectadores. Una bandera argentina de hierro esmaltada en celeste se encontraba en el medio de la sala, inspirada en el logo de un museo de arte contemporáneo pensado para las Islas Malvinas que nunca se llevó a cabo. Detrás de una pared se encontraban colgados los archivos de dicha historia: un artículo de la revista Arte al Día que daba la noticia sobre aquel museo que nunca se concretó, y los gráficos de Jorge Canale. Aquí estaban, en lo profundo pero expuestas, lo que uno no siempre ve: fuentes de la materialización de los fantasmas. Con la historia ya completa pregunté por el título de la pieza. "Sin título", me respondió Rojito, quien recuperó una historia perdida, pero prefirió no nombrarla.
En otra sala había sanguchitos de miga, medialunas, pepitas y más café. La gente se sentía cómoda y charlaba alrededor de una gran mesa. Y yo me imagino cómo sería aquel museo en las Malvinas y que me hubiera gustado visitarlo. También me pregunto qué obras podrían haber sido parte, además de la de Rojito encabezando el edificio.
Exploré la segunda exposición, fresca y laberíntica, diversa en estilos y propuestas. Según las explicaciones de Hans, participan en ella 23 artistas nacionales e internacionales, seleccionados para el Segundo Premio Incentivo Adquisición, los cuales funcionan en cierta parte como motor de la galería. Repasé varias veces las obras y rodeé las instalaciones. Me conmovió una en especial: una especie de carpa, cuyas telas llevaban figuras de pájaros, y sobre la que, curiosamente, una gran mosca se posaba y caminaba en círculos. Al lado de la carpa escribía un libro en su primera página “Nunca vi tantos pájaros muertos”. Entonces volví a ver las figuras: pájaros desplumados, patas hieráticas, ojos negros y picos mudos. Ah, qué simpleza más brutal, que dolorosa, qué bella. Me acordé de los tantos pajaritos que me trae mi gata, los que agarro rápidamente para ver si aún están vivos, y cuántas manchas quedaron en mis vidrios de palomas estrelladas, y con cuántos cadáveres me he encontrado en mi jardín, víctimas de los dientes de mis perros. Entonces mi cuerpo se estremece, se siente chico e incómodo y malvado. Me alejo, continuo el recorrido.
Hans nos muestra las salas que le siguen y comenta sobre planes futuros que le gustaría llevar a cabo. Me doy cuenta que Departamento 112 es pretenciosa en su propuesta, pero sin pretender ser algo que no es. Esa es la sensación que transmite. Una galería que conquista a un público joven, y que permite que ese público joven se encuentre con su historia y con lo cotidiano. Porque es en lo cotidiano donde también se encuentra lo propio.
No estuve tanto tiempo, me arrepentí al instante de haberme ido tan rápido. Camino entonces por aquella avenida en Martínez mientras procuro no mirar mucho el piso, tengo miedo de ver un pájaro muerto.

