MARÍA WILLIS Y DENILSON BANIWA, SOBRE EL AMAZOFUTURISMO

Por Álvaro de Benito

María Willis (Bogotá, Colombia 1979) y Denilson Baniwa (Barcelós, Brasil, 1984) están al frente de Wametisé: ideas para un amazofuturismo, uno de los programas especiales comisariados para ARCO 2025 y que navega por la Amazonía y su creciente impacto en el arte contemporáneo. Esta propuesta propone un escenario de representación y diálogo a través de una selección de galerías y artistas invitados que plantearán, a través de sus obras y sus realidades, las distintas concepciones del mundo amazónico y las posibilidades de un futuro colectivo.

MARÍA WILLIS Y DENILSON BANIWA, SOBRE EL AMAZOFUTURISMO

El programa materializará también ese espacio en forma de foro, una agenda de intervenciones y conversaciones que invita a la reflexión sobre el difícil equilibrio de lo ancestral y lo tecnológico en la construcción de ese porvenir y de cómo afrontar los desafíos y las posibilidades de la zona. Convertido en un lugar de reflexión, se constituye en el centro de un programa extenso y no exento de dificultades teóricas y críticas que nos desvelan sus dos comisarios.

 

¿Cómo y por qué se afronta Wametisé: ideas para un amazofuturismo y cuáles son los objetivos de esta actividad curatorial?

 

María Willis [M.W.]: La idea era dejar de lado los estados y los límites. ARCO lleva tiempo apostando por las temáticas y abandonando el concepto de países invitados. En ese sentido, le propuse a Maribel López trabajar sobre la Amazonía, porque nos permitía debatir sobre cómo entender una región y también cómo entender una causa más allá de las fronteras. Siempre quise trabajar con Denilson, le llamé, y planteamos una propuesta que cuestionase esas visiones que hay, a veces demasiado estereotipadas, sobre la Amazonía.

 

Denilson Baniwa [D.B.]: La Amazonía es una área muy extensa, y creo que no ha habido comunicación suficiente entre los artistas y por eso era importante construir un espacio en el que pudieran encontrarse, hacerlos conversar y crear un ejercicio para reunirlos. En ese sentido, Wametisé se concibe con el sentido de trazar dinámicas que pudieran facilitar ese encuentro.

Comentas el tema de las fronteras de los países y la región natural, pero sí que hay algunas líneas de tesis que abogan por una Amazonía que, aun siendo una región natural, bebe ineludiblemente de la historia de cada país, con distintos grados de exposición. Sabiendo que vuestro trabajo parte de tratarlo como una región natural, ¿no creéis que las fronteras inciden en esa concepción de que no exista una sola Amazonía?

 

D.B.: Nosotros somos del pensamiento de que hay muchos más puntos en común que de aquellos que lo alejan. La Amazonía posee una misma historia, unas mismas temáticas y me atrevo a decir que unos rasgos culturales similares, aunque, obviamente, cada comunidad tiene sus rasgos. Muchos tienen las mismas mitologías sobre serpientes mágicas y los rituales y las representaciones son parecidas. Esto para nosotros es muy importante, porque creemos más en todos esos elementos de unión.

 

M.W.: La poética de los mitos de origen que existen en la Amazonía es una forma que permite, desde lo ancestral narrar nuevas posibilidades de futuro. Así proponemos esta aproximación de futurismo. Desde ahí, muchos artistas contemplan posibles especulaciones para hablar de lo humano y lo natural y lo artificial, y desde ahí, el amazofuturismo se propone como algo cercano a la ciencia ficción. Las narrativas sobre el Amazonas desde el arte reflejan sin duda crisis, pero son bastante renovadoras y abren críticas a los estereotipos y permiten abrir la posibilidad de redefinir la ciencia y la historia. De ahí la importancia de lo decolonial. No queremos generalizar. Por supuesto, hay contextos muy específicos, y creo que la diversidad de nuestro proyecto está en que cada artista es una historia única de vida y está contando algo muy particular. Más que decir que cada país lo tiene, diría que cada artista tiene un contexto específico. Amazofuturismos habla de diversidad y también superar prejuicios sobre lo primitivo, lo aislado, lo salvaje. Pero, lo más importante, generar conciencia sobre la necesidad de autodeterminación de los pueblos amazónicos y la agencia de la selva misma.

¿Cómo se puede llegar a establecer un entorno seguro para crear esos diálogos y visibilizar los problemas y teorías a futuro sin riesgo de que un mercado como el arte, de corte estructural muy distinto, acabe por pervertir el arte amazónico y su peculiaridad e idiosincrasia en todos sus aspectos?

 

D.B.: Esa es una pregunta que siempre se plantea. Hay un cambio radical en el mundo amazónico y en el mundo de las artes pensadas por personas indígenas en el que se discute mucho la ocupación de espacios. Hay muchos artistas que se interesan por estar en el mercado del arte y otros en ocupar ese espacio para traer beneficios para sus comunidades. Es difícil hablar sobre «perversión artística» cuando hay pensamientos y prácticas muy diferentes de artistas indígenas, pero hay un interés en estar en ferias y en galerías de arte que estaban ocupados por personas no indígenas que vendían trabajos tratando temas indígenas. Claro que hay muchos peligros en esa autorepresentación dentro de un espacio que es súper mercadológico, que es súper capitalista, pero también hay artistas que se han dado cuenta del valor simbólico cultural de estos espacios y del valor de su trabajo. Por suerte, los artistas indígenas de la Amazonía están discutiendo sobre esta inserción en el mercado de la arte y conversando sobre cómo minimizar estos riesgos. No podemos responder ahora a esta pregunta; solo observar qué sucederá en los próximos años.

 

M.W.: Me parece importante abordar la cuestión de los espacios de circulación, desde los museos y galerías hasta las ferias. Es esencial que sean accesibles a todas las poblaciones que deseen ser parte. ¿Que si los museos están colonizados, que si hay apropiación de lo indígena desde el circuito del arte? Creo que no hay que darlo por sentado. Sí hay que rastrear, por supuesto, las buenas prácticas, la ética. Aquí y en varios proyectos que hay en este momento en España estamos fomentando el diálogo y también los formatos de intercambio y revisando categorías, como por ejemplo las de «arte» y «artesanía». Los artesanos son inmensos maestros e históricamente han recibido menos retribución. ¿Por qué? Hay muchos porqués. En amazofuturismos todos los artistas indígenas, obviamente, y los mestizos o blancos invitados han creado y existido desde adentro de la selva y en diálogo respetuoso. Todas estas muestras y atención al Amazonas ayudan a hacer análisis críticos. El capitalismo es un modelo a cuestionar, y creo que las mismas propuestas de muchos artistas están cuestionando la manera en que los modelos económicos actuales afectan su entorno de manera crítica. Ahí es clave lo que decía Denilson de la autorrepresentación. En ese sentido, dentro del foro, planteamos conversaciones con Suely Rolnik y Rember Yahuarcani, que se está volviendo un líder desde el arte sobre estos temas. También el programa con las galerías del Amazonas permite que lleguen oportunidades para las galerías de los territorios.  Como curadora externa, blanca, mestiza, creo en la posibilidad de permearnos o de contaminarnos, en el buen sentido. He estado yendo al Amazonas para aprender y no para asumir la voz de nadie, sí para generar lazos de colaboración y ojalá permitir una sanación en la manera en que se han impuesto las formas de pensar occidentales. Creo en la necesidad de encontrar maneras para hablar de los temas difíciles que hay dentro de la Amazonía y ser también agentes del cambio.

 

Ese punto me parece relevante, porque, obviamente, existen diferencias sutiles y, me atrevería a decir, políticas, en la concepción de reivindicación, inspiración o apropiación. ¿Cómo separarlos y hacer viable, en lo que respecta a la labor de comisariado, este conjunto de compartimentos aparentemente estancos?

 

D.B.: Son muy complejas todas las relaciones, sean indígenas o no indígenas, pero nuestro ejercicio como curadores de este espacio es traer una perspectiva comunitaria del trabajo. Los artistas que llevamos a Madrid son parte de este ejercicio, y entendemos que muchos artistas no indígenas que están y que tienen una relación muy cercana con las poblaciones indígenas están a servicio de esa comunidad. Y, al mismo tiempo, artistas indígenas que conviven muy próximo a las ciudades y al pensamiento occidental. Y eso va a quedar muy claro en la secuencia de conversaciones y charlas durante ARCO, donde vamos a ver que muchos artistas se están apropiando de una lengua occidental para que su voz se oiga. Tenemos mucho cuidado en la elección de los artistas para demostrar que el arte amazónico actual no puede vivir ya en una separación completa, ni del mundo indígena ni del mundo occidental, debido a muchos factores que influyen, y es necesario que las personas comprendan que la relación es mucho más próxima y que somos dependientes unos de los otros.

 

M.W.: Las ferias son cortas, y por ello, no permiten profundizar, pero ARCO ha ido fomentando cambios estructurales al abrirse a curadurías temáticas. También es clave cuestionar los roles del curador, del coleccionista, del antropólogo y, por supuesto, del artista. Fue muy fértil el trabajo con Denilson y su experiencia cómo artista alimenta todas estas discusiones. Vamos a permitirnos generar ese cuestionamiento desde el foro, donde cada artista y ponente aporta una historia muy valiosa. En nuestra experiencia como curadores, hemos sido muy cuidadosos en entender desde qué lugar de enunciación viene lo que se está creando y qué hace que sea legítimo. No solo puede ser legítimo lo que enuncien los pueblos originarios, también hay voces muy serias que están generando cruces y posibilidades de traducción cultural cuando se puede. Pero también hay veces no se puede. Tenemos sistemas de creencias muy diferentes y deberíamos arrojarnos también a los misterios que nos da la misma Amazonía, como, por ejemplo, creer en los sueños, dejar que los animales nos hablen, entender que los árboles caminan, y no tratar de establecer cómo debería ser el mundo desde nuestro punto de vista. Borrar creencias o verdades absolutas. Esta curaduría quiere poner en duda estos lugares comunes. Ponemos sobre la mesa temas de género, algo que dentro de la Amazonía no se habla mucho, y nos permitimos un futurismo amazónico que aborde aspectos esenciales desde lugares radicalmente nuevos, permitiendo que desde el arte puedan hablar de sus problemáticas que, muchas veces, no son las que en el pensamiento occidental se cree que son. Nos interesa también la interseccionalidad, ser indígenas, trans, entre otros factores sociales. La selva es queer porque en ella hay una abundancia tan radical que permite entender qué somos en realidad: interespecies. Codependemos y coexistimos, algo que entendieron las cosmogonías ancestrales.

 

Ha aparecido una constante que habla de una sola región, pero siempre estamos contraponiendo dos elementos: uno occidental, que puede entrar en contacto con lo indígena, y un indígena, que puede entrar en contacto con lo occidental. Pensando en qué momento una política social puede estar por encima de una cuestión de identidad o étnica, no sé si se corre cierto riesgo en que una norma prevalezca frente a la normativa eminentemente política y viceversa. Creo que es algo realmente complicado de abordar en una escena curatorial.

 

M.W.: Hay un tema importante que incluso lo aborda uno de nuestros artistas, que es Brus Rubio, que habla de que la palabra “antropología” no existía en lo indígena. Los antropólogos llegaron a imponer unos métodos y tu pregunta me parece fundamental, pero creo que no hay respuesta clara. Hasta cierto punto, es imposible no hablar de una contaminación mutua. El Institute for Postnatural Studies (Instituto de Estudios Postnaturales), quienes también colaboran en el programa, tienen una perspectiva muy interesante de cómo acercarse, y creo que lo han hecho con un cuidado extremo, a través de la arquitectura amazónica para dialogar. Hay gestos sutiles que denotan que no queremos que el foro sea un espacio donde se perpetúe esta idea occidental de conferencistas, seminaristas en un podio, y las personas abajo, sino que sea el círculo. Si una persona quiera venir a hacer crítica, va a decir que existe apropiación. Y es que una cierta contaminación va a haber, o una cierta inspiración, si lo queremos ver desde un sentido más ingenuo, pero yo creo que vale la pena intentar hacer ese experimento. Lo que dice Denilson es totalmente cierto: el arte permite ser muy experimental, y vamos a tener un indicio de que algo va a suceder y va a cambiar. Si uno se mantiene en ese pensamiento, y tienes razón, está Occidente, está Amazonía, pero cada vez hay más artistas blancos que han vivido más en la selva que en la ciudad y al hacerlo las mismas comunidades, los han acogido como si fueran propios. Esa contaminación funciona siempre que no se entienda como una imposición dura, sino algo que permita permearse. Ahora hay una cantidad de lugares más sensibles en los que el arte occidental, duro, histórico, teórico, jamás se había permitido y ahora está entrando. La idea de estar permeados, de “contaminarnos”, es muy bonita.

 

D.B.: El mundo ha cambiado mucho en los últimos años y no hay casi ninguna comunidad indígena amazónica que no haya sido contactada por el mundo occidental y que no haya tenido influencia del mundo occidental. Es muy especial, muy sensible, que podamos percibir por todos los sentidos una obra de arte y, al mismo tiempo, tener personas que tienen interés en participar de este cambio amazónico. Son bienvenidos, pero no como exploradores o como alguien que quiere saquear ese espacio, sino como alguien que quiere participar de ese espacio. Creo que el arte es una buena respuesta, como decía María, al mundo, a todos los mundos, indígena, no indígena u occidental.

 

EL programa de galerías Wametisé: ideas para un amazofuturismo se llevará a cabo durante ARCO Madrid 2025. Las actividades del el Foro Wametisé se celebrarán del 6 al 8 de marzo en el Auditorio #amazofuturismo, Pabellón 7 de IFEMA, Partenón, 5, Madrid (España).

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