BRUNO ZEPPILLI: IMÁGENES DE UNA HISTORIA SILENCIADA
En el Museo de Arte de Lima (MALI) se encuentra la muestra Transformaciones visuales, una exposición dedicada a la obra del artista peruano Bruno Zeppilli, que ofrece una lectura provocadora sobre la persistencia de ciertas imágenes en la memoria colectiva peruana.

A través de una pintura que conjuga referencias históricas, religiosas y políticas, Zeppilli propone un recorrido por los fantasmas del pasado que siguen modelando el presente. Formado en Lima, Florencia y Nueva Jersey, desarrolla una estética que bebe del arte medieval y virreinal, pero no como simple cita: en su trabajo, estas referencias se transforman en vehículos de crítica y reflexión. La pintura sacra, en su versión andina, emerge como un código visual que el artista reinterpreta para hablar del dolor humano, la violencia estructural y el deseo.
Aunque fue discípulo de Tilsa Tsuchiya, Zeppilli se distancia de sus atmósferas míticas para construir una imaginería más densa y carnal. En lugar de los paisajes oníricos y las criaturas fantásticas de su maestra, sus cuadros presentan cuerpos expuestos, muchas veces ultrajados o en conflicto. La religiosidad que habita estas obras está atravesada por una tensión constante: entre lo sagrado y lo profano, lo espiritual y lo político.
Un eje central de la muestra es la relectura que hace Zeppilli de la iconografía cristiana: ángeles armados, escenas de penitencia y personajes tomados de relieves en piedra de Huamanga aparecen despojados de su contexto devocional. En sus manos, estos motivos se convierten en alegorías del poder y del castigo, del cuerpo doliente y la salvación como cálculo moral.
Esta tensión se traslada también a sus representaciones de la República. Imágenes tradicionales, como la Patria femenina yacente, son intervenidas de forma cruda: aparecen violentadas, arrastradas o envueltas en escenas de dominación racial y sexual. En estas composiciones, Zeppilli interpela el relato fundacional de la nación desde una mirada crítica, haciendo visible la violencia que se esconde tras los símbolos heroicos.
Pero en su obra también hay una dimensión espiritual. El artista cita a santa Teresa de Lisieux para hablar de un “camino subterráneo” hacia la luz, una metáfora que atraviesa toda su producción. Sus fondos brumosos, las figuras en penumbra y los cuerpos apenas delineados parecen moverse entre la oscuridad y la revelación.