ALLEGRA PACHECO Y EL IMPACTO DE LO LABORAL
Pareciera que existe, y cada vez más, en la esfera social un debate constante y creciente sobre las relaciones laborales y el impacto del trabajo en las personas. Conceptos casi absolutos en las narrativas actuales como conciliación o resiliencia carecen de por sí del trasfondo necesario para crear esa conversación. No obstante, para construir precisamente sobre ellos, las investigaciones que se realizan sobre el impacto y la cultura del trabajo en esa nueva revisión de la posmodernidad llevan a valorar propuestas como la que Allegra Pacheco (San José, Costa Rica, 1986) aterriza en su conceptual Dear Salaryman y que en su última evolución expone en el Museo La Neomudéjar de Madrid.
Partiendo de la experiencia e impacto personal de un choque cultural en su mudanza a Tokio, la artista investiga en profundidad los planos culturales y sociales de la antropología del trabajo. Si uno atiende a ese imaginario japonés del trabajador exhausto, presente en muchas manifestaciones sociales y casi integrado en la memoria colectiva occidental, podrá entender esa necesidad casi imperiosa generada desde ese impacto y que sirve de punto de partida para esta producción.
A pesar de que la exposición quede atrapada bajo el concepto aglutinador del trabajo y con claras referencias estéticas y objetuales a la cultura nipona, la propuesta de la costarricense pretende ir más allá de una localización concreta, incitando al espectador a trasladar el extremo que observa con la realidad local y así cuestionarse sobre la realidad personal de un problema global. De esta forma, Dear Salaryman facilita a través de las obras y videos expuestos ese primer paso de planteamiento, de ahondar, precisamente, en la persona como tal y la función que lo laboral ejerce sobre ella y todos ellos siendo referencia de lo japonés como función extrema.
Véase, por ejemplo, Salaryman Haiku, que desarrolla el concepto y el poema, enfrentado en su supuesta belleza narcotizada por el papel de facturación sobre el que se realiza frente a marcas de tiza de muertos en vida y un panel de fotografías de escenas cotidianas que se repetirá como envoltorio en cada una de las salas. A veces, ese aglutinante es de carácter sonoro, como el jingle de Regain que inunda la sala desde su función en la instalación escultórica Regain. Corporate Ladder y que incita sin tapujos y desde una perspectiva casi pop a ese debate, mientras que en otras ocasiones las referencias oscilan entre lo tradicional y lo habitual, entre esa Espada y maletín y Kimono hasta Newspaper, todos ellos con un lado en la arista de esta investigación.
La representación final dibujada en la cabeza del espectador podría ser considerada la clave de este Dear Salaryman, cincelada con esa diversidad de técnicas y aproximaciones conceptuales, y que se torna en respuesta casi innata a la cuestión planteada. Si bien el trabajo de Pacheco puede mirarse exclusivamente desde el punto de vista académico y de investigación, la parte estética no debe quedar en un segundo plano, por poco o mucho que contenga de vehicular, porque, en el fondo, también esencial para trazar esa respuesta.
Dear Salaryman puede verse hasta el 10 de noviembre en el Museo La Neomudéjar, calle Antonio Nebrija, s/n, Madrid (España).