LA EQUILIBRADA REPRESENTACIÓN DE LO LATINOAMERICANO EN LA COLECCIÓN JORGE M. PÉREZ
No es nada fácil contextualizar un concepto tan amplio y, a veces, tan manido como el arte latinoamericano. Desde el lado curatorial, puede correrse el riesgo de querer abarcar mucho y perder el detalle de lo preciso. Por el contrario, si uno se atiene a una o dos líneas argumentales, la labor pecaría de tener que justificar ampliamente la decisión de haber condenado al ostracismo al resto de posiciones y tendencias, con la consiguiente crítica. Partamos de la base que la exposición TERRITORIOS. Arte contemporáneo latinoamericano en la Colección Jorge M. Pérez consigue la difícil tarea de mantener el equilibrio entre ambas circunstancias, llevando al espectador a un recorrido de carácter expositivo y representativo de lo que es el arte latinoamericano contemporáneo, a la par que suficientemente profundo en su análisis tanto por las obras seleccionadas como por la propuesta curatorial y temática.
Aquí destaca la labor del Centro de Arte Contemporáneo de Andalucía (CAAC), liderada para la ocasión por Jimena Blázquez, recientemente nombrada directora de la institución, y su afán porque la exposición en sí cubriese todos esos ángulos. Y es que la colección de Jorge M. Pérez, en su extensión y calidad representativa, podría haber sido tanto una bendición como una trampa. No obstante, el trabajo del coleccionista argentino ha ido perfilando esa recopilación casi sistemática y de carácter museístico durante años. De todo su fondo, en TERRITORIOS se han seleccionado obras de más de cincuenta artistas latinoamericanos contemporáneos, un filtro básico de carácter coral que, a tenor del resultado, impugna la imposibilidad de presentar un camino completo.
La exposición, que nunca deja de lado su esencia colectiva en aras de representar un concepto algo amplio, difuso y, a la vez, reivindicado como es la propia Latinoamérica, y que se encarga el verso de Pablo Neruda que inicia el recorrido, se sirve sistémicamente de bloques temáticos y de esas áreas curatoriales que dan sentido actual a un conjunto cuya idiosincrasia es atemporal. La muestra pretende así dar cabida también a ese aspecto, el museístico, y dotarle de una nueva organización en una institución como es la sevillana, apta por sus salas, pero también por sus espacios complementarios, para ser usada no solo como mero espacio expositivo, sino también para enmarcar interesantes diálogos entre los diferentes contextos.
No es de extrañar que elementos ampliamente representados en el devenir del arte contemporáneo latinoamericano, e, históricamente, desde los orígenes prácticamente de la colonización —como lo son el mestizaje, lo etnográfico, la espiritualidad y la materia prima— se entremezclen con los argumentarios más contemporáneos, aquellos que aluden a la identidad y al género, a la violencia y a la descolonización. Todos ellos mantienen en esta muestra ese criterio visible de relectura y reinterpretación, a la vez que se ciñen a su esencia como elementos concebidos en un ambiente concreto.
Uno de los discursos más en boga en la actualidad, la necesidad institucional de descolonizar, aparece representado en TERRITORIOS con la mirada puesta más en el devenir imperialista coetáneo de Estados Unidos, El vecino del norte, que en esa sinergia casi irónica del colonialismo español y portugués que es quien aglutina ese concepto de lo latinoamericano. Ahí se presentan las distintas estéticas de Graciela Sacco, la sátira política de Marta Minujín, Lester Rodríguez y el horror de Allora & Calzadilla que trazan, desde sus posturas, una misma línea de actuación y reserva frente a la influencia social, económica, política y cultural norteamericana.
Quizá parta de ahí la necesidad de plantear las relaciones con las fronteras políticas y físicas, espacios de creación influidos por determinadas características —algunas incluso atávicas— y que proponen una crítica hacia esa artificialidad de carácter geopolítico y devenir social. Cartografías del espíritu explora esa necesidad desde los ángulos de los distintos lenguajes de las obras de Alexander Apóstol y su juego del color, de Moris, María Nepomuceno, Glenda León, Juan Manuel Echavarría, Nelson Leirner, Priscilla Monge, Elena Damiani, Nohemí Pérez, Alfredo Jaar, Juan Downey, el lenguaje gráfico de Fernando Bryce o Mateo López.
Siguiendo con el trazado temático, la multiculturalidad ese espacio segmentado y el impacto social y económico de las políticas llevadas a cabo desde esa artificialidad nos lleva a Colonialismo y las trenzas del mestizaje, donde Jonathas de Andrade, Claudia Andújar, Maxwell Alexandre, Sandra Gamarra, Claudia Coca, Alice Wagner, Tania Candiani, Antonio Henrique Amaral y Óscar Murillo exponen sus visiones sobre ese sentimiento de pertenencia más innato frente a la realidad sistémica que denuncian. Ese diálogo de carácter político y social se realza también —o de manera especial— en Memoria y resistencia, un espacio que ahonda en esa necesidad de resaltar y señalar las injusticias a través de las obras impactantes de Teresa Margolles, Doris Salcedo, María Teresa Hincapié y Los Carpinteros, las performances de Ana Mendieta y Tania Bruguera, o las propuestas de Óscar Muñoz, Arjan Martins, Felipe Ehrenberg, Teresa Burga y Marcelo Brodsky.
En esa actualización crítica, el papel de la identidad conforma Yo, mí, me, contigo, una exploración de la reivindicación individual representada por las obras de Ana Segovia, Julio Galán, Hernan Bas, Manuel, Solano, Alida Cervantes y Wynnie Mynerva. Si, como decía al principio, existen esas acciones curatoriales más actuales, la espiritualidad innata que representa en el arte latinoamericano uno de sus principales motores vuelve a consolidarse con fuerza en Otras formas de conocimiento: lo espiritual y lo ritual, un título explícito que confronta, precisamente, esas fuentes del debe y el haber en la materialización plástica latinoamericana de Leonor Fini, Belkis Ayón, Sandra Vásquez de la Horra, Daniel Otero Torres, Jesús “Bubu” Negrón, Firelei Báez y José Bedia de ese elemento incorpóreo e innato.
Y aunque partiendo de la premisa de ese equilibrio conseguido en el total expositivo, la parte dedicada a El legado de la abstracción se convierte, arquetípicamente, en una de las áreas más didácticas. No obstante, parece que la influencia y radicalidad de los elementos que construyen uno de los lenguajes más unánimemente adscritos a lo latinoamericano obliga a tener su espacio casi académico. En ese afán casi imperativo, la muestra alude a parte de los grandes movimientos de la abstracción cromática y del arte cinético y óptico, reivindicando y consagrando de nuevo el papel de lo latinoamericano en ellos a través de las propuestas Sandú Darié, Ana Sacerdote, Loló Soldevilla, Waldo Balart, Regina Aprijaskis, Rubela Dávila, Beatriz Olano y Jaime Tarazona para, como cúspide de la muestra, la preferencia espacial de las obras de Lucia Koch y, especialmente, las de Carlos Cruz-Díez y Julio Le Parc, que dialogan en el entorno de la capilla barroca del recinto y que parecen cerrar, de manera majestuosa y espiritual, una exposición cuyo logro reside en el equilibrio nada fácil de su composición y línea argumental.
TERRITORIOS. Arte contemporáneo latinoamericano en la Colección Jorge M. Pérez puede visitarse hasta el 1 de septiembre en el Centro de Arte Contemporáneo de Andalucía, Paseo de los Descubridores, s/n, Sevilla, España.