LUCIO FONTANA. IL Y A BIEN EU UN FUTUR - UN FUTURO C’É STATO

Por Patricia Avena Navarro | septiembre 02, 2024

Lucio Fontana realizó uno de los gestos más extraordinarios y radicales del arte moderno en 1958 cuando cortó la superficie de un lienzo monocromático con una hoja de afeitar. La exposición “Il y a eu un futur- Un Futuro c'é stato” en el Musée Soulage, Rodez, revisita el legado de este artista y ofrece un recorrido por la totalidad de su obra, antes y después de la guerra, en Argentina e Italia.

LUCIO FONTANA. IL Y A BIEN EU UN FUTUR - UN FUTURO C’É STATO

Realizada en colaboración con la Fondazione Lucio Fontana, destaca la diversidad de su creación, entre abstracción y figuración, búsqueda metafísica y encarnación, utopía y kitsch, fascinación tecnológica y materiales informes. A través de una selección de más de 80 obras, pasa por todos sus grandes ciclos: esculturas primitivas y abstractas, dibujos, cerámicas policromadas, obras espacialistas, lienzos perforados, obras informales, ambientes, Tagli, Nature, Fine di Dio, Venezie, Metalli, Teatrini, etc., oscilando entre el refinado gesto conceptual y la profusión de materiales y colores que juegan con lo decorativo. El público descubrirá más allá de los Concetti Spaziali, con los Attese y los Buchi, un artista figurativo e informal, un hombre clásico y futurista y será la oportunidad para admirar dos Ambienti spaziali, el de las luces de neón con lineas curvas, los arabescos de la IX Tiennale de Milán-1951-, recreados especialmente para la muestra, y el de la Galleria del Deposito de Genevé-1967-. Comisariada por Paolo Campiglio y Benoît Decron, se basa en el concepto de intuición del futuro en la obra de Fontana, de la renovación del estatus del arte, para presentar un viaje singular centrado en la idea de oposiciones dialécticas entre lo material y lo inmaterial, sobre el concepto de utopía asumiendo una relación contradictoria, de atracción y repulsión, frente a la realidad concreta.

Fontana nació en 1899 -Rosario, Argentina- Comabbio, Italia 1968- hijo de Lucia Bottini de origen suizo italiano, y de Luigi Fontana escultor italiano de monumentos funerarios. Si bien siendo niño fue llevado a Italia, donde alcanzó a participar de la Primera Guerra Mundial, regresó a la Argentina a los 22 años trabajando activamente como escultor por más de siete años. Volvió a Europa hacia 1928, donde pasó los años treinta y cuarenta en Francia e Italia, trabajó como escultor, realizó sus primeras exposiciones y colaboró con pintores expresionistas y abstractos; trabajó con arquitectos de vanguardia, al tiempo que investigó nuevas formas plásticas utilizando diversos materiales. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Fontana se refugió en Argentina, su país natal, donde abrió un taller de escultura.

 

Aunque es más conocido por sus pinturas, Fontana inicialmente se formó como escultor cuya trayectoria en este campo explica su incesante interés por las nociones de superficie y dimensión. Gracias a su perseverancia, las técnicas de Fontana se fueron perfeccionando, lo que lo llevó a ir más allá de los estilos comerciales que tenía la costumbre de realizar. Se destacó por ser uno de los escultores más innovadores de su época, especialmente en la cerámica, trabajando e investigando nuevas formas plásticas, utilizando diversos materiales, entre ellos la terracota, el bronce, la porcelana e incluso el hormigón armado.

En Buenos Aires Lucio Fontana fundó con colegas argentinos la Academia Altamira y allí reunió a su alrededor a un grupo de jóvenes estudiantes con quienes publicó, en 1946, el Manifiesto Blanco, en el que esbozó las teorías e ideas que dieron forma al movimiento espacialista que inauguró una nueva etapa en su trayectoria artística. Al formular sus ideas sobre la investigación artística, definió un arte nuevo y rechazó las viejas tradiciones. Finalizada la guerra, Fontana regresó definitivamente a Italia donde continuó explorando las ideas sobre el espacialismo; como explicó en su Manifiesto Blanco: la idea principal del espacialismo era crear una forma de arte que sintetizara sonidos, colores, movimiento y espacio en una sola obra. En 1947 de retorno a Milán, creó el grupo de artistas “Movimento Spaziale”, publicó dos manifiestos y se consolidó como uno de los artistas de vanguardia más importantes de la primera generación de la posguerra. A partir de 1949 sus investigaciones concluyen en la denominación genérica Concetti Spaziali perforados, llamados también Buchi, reuniendo esculturas y pinturas a través de las cuales intentó superar los límites físicos de la obra de arte y su materialidad para revelar su absoluto. Esta investigación lleva a Lucio Fontana a insertar el vacío en la materia compacta que constituye su obra. Utiliza así el lienzo como una pantalla cuyas perforaciones se abren hacia una experiencia trascendental y cosmogónica. El spazialismo tiene como objetivo crear una forma de arte que no responde a los códigos académicos, sino que busca ir más allá de los simples colores fijados a un soporte; en efecto responde a una sociedad en pleno cambio, concernida por los descubrimientos espaciales y una nueva modernidad.

Fontana estaba obsesionado con la dimensión conceptual del arte, que percibía como un instrumento de investigación más que como un simple cuestionamiento estético. De hecho, Fontana decía que no quería pintar, quería “abrir un espacio”, “una nueva dimensión”. Estas innovaciones abrieron nuevas perspectivas para la investigación artística, presagiando los principales movimientos artísticos del sXX, como el Arte Povera, el Expresionismo Abstracto, el Grupo Zero y el Minimalismo.

 

A finales de los años 50, luego de un proceso de reducción a la monocromia, Fontana completa su ciclo de tagli. Subtitulada Attese, la serie Concetto Spaziale es la más famosa del artista. Estos lienzos monocromáticos meticulosamente cortados iniciaron el período “Tagli”, rompiendo con el gesto informal y aleatorio de su anterior fase “Buchi”. Al perforar y lacerar sus lienzos, Fontana va más allá de la materialidad de su soporte. El lienzo ya no es una superficie plana sino un objeto tridimensional; utiliza los cortes para sugerir una idea de apertura y vació, para ofrecer una experiencia concreta del espacio. La propia pintura se vuelve obsoleta, lo que hace que la creación de la obra ya no sea aditiva sino sustractiva; rompe con la tradición ilusionista asociada a la pintura, el lienzo sagrado es por así decirlo violado. Las sombras aparecen realmente en el lienzo y ya no son simplemente simuladas por mimesis. La idea de futuro, que Fontana hereda del Futurismo, es la de un arte liberado de las categorías tradicionales de la pintura y de la escultura cada vez más inmaterial como acto.

Reconstruir el pensamiento de Fontana es una ardua tarea, si bien no es difícil, ya que es un artista que ha escrito y viajado extensamente y concebido numerosas entrevistas; por lo tanto, podemos considerarlo no solo como el primero y más importante de los artistas espacialistas, sino también como su teórico. Clarividente, franco, Fontana fue un artista polifacético, actual, culto, conocedor de la historia del arte; es la referencia de los artistas italianos de los años 50 y un modelo para las vanguardias de los años 60. Sus “Buchi” y “Tagli” son a menudo desconcertantes, provocando a veces la perplejidad de quienes los descubren; sin embargo, pocas obras han sido tan revolucionarias, su valor no reside tanto en la sencillez técnica de su creación -que en cualquier caso es solo una presunción- nacieron tras un proceso muy elaborado. A través de su arte, Lucio Fontana se consideró satisfecho de haber tenido la intuición de las eternas contradicciones entre lo material y no inmaterial, de haber trabajado en la idea de lo infinito, previendo que algún día el ser humano encontraría su destino allí.

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