MARTÍN REYNA PRESENTÓ FLUIDES EN GALERIE BESSIERE, PARÍS

Por Patricia Avena Navarro | agosto 15, 2023

La experiencia de visitar la muestra de Martín Reyna –Buenos Aires, Argentina– en la galerie Bessiere denominada Fluides es verdaderamente cautivadora. Para tales efectos el artista sacó el máximo de provecho a las cualidades topográficas del recinto expositivo. Una exposición que cartografía el trabajo del artista que incluye una selección de pinturas, muchas de ellas de gran formato sobre papel como soporte principal.

MARTÍN REYNA PRESENTÓ FLUIDES EN GALERIE BESSIERE, PARÍS

Tradicionalmente el papel ha sido uno de los medios más utilizados para la expresión artística. Sin embargo, rara vez ha sido la obra en sí misma. Con una instalación concebida de forma exclusiva para el espacio de la galería, el proyecto surge como una mirada audaz a la hora de enfocar la investigación/creación como lenguaje plástico, sugiriendo nuevas y variadas visiones. Para ello, el papel se convierte en soporte y medio de representación, técnica, procedimiento y recurso. Las obras se presentan construidas en una ruta museográfica donde componen un sitio habitable que envuelve a quienes visitan la exposición. Así, Martín Reyna presenta sus paneles, suspendidos libremente en estructuras invisibles, como formando una gran escultura textil, en una relación inmediata con el espacio arquitectónico y natural. Si bien cada pintura se ha imaginado y creado individualmente y mantiene su propia autonomía como obra de arte, también permanece en estrecha conexión con el resto de las piezas, en una suerte de ecosistema evocador de experiencias sensoriales y emotivas, al tiempo que remiten al lugar en que fueron concebidas.

 

La muestra se propone como una síntesis, de las muchas posibles, de la prolífica obra de Reyna en un momento de madurez que permite apreciar su aportación al arte de nuestro tiempo. Sorprende por las dimensiones de algunas de las piezas y por un montaje que transforma el espacio expositivo, introduciendo a quien lo visita a una vivencia sensorial inesperada. Revela también su trayectoria, partiendo de una estudiada ocupación del espacio, estructurado a partir de tensiones provocadas por la utilización de diferentes texturas, orientaciones y cromatismos que van modulando el ritmo de su itinerario. Las creaciones ilustran las ideas básicas que conforman la producción del artista, quien siempre trabaja explorando los límites expresivos y plásticos, evidenciando un pensamiento utópico que genera nuevas relaciones entre el paisaje y el color. Las relaciones entre gravedad y levedad, vacío y lleno, interior y exterior, van estructurando el recorrido.

La práctica artística de Martín Reyna se articula a partir del “ritmo”, elemento que considera esencial como parte estructural de la pintura, un ritmo fruto de combinar determinadas formas, líneas y colores. Su trabajo consiste en una particular aproximación al género del paisaje pictórico, construyendo un universo singular en torno a la línea y el ritmo. El paisaje se convierte entonces en la referencia esencial de su obra que guarda relación con la abstracción y que trata de adentrar al espectador en la experiencia del infinito que proporciona la naturaleza. Así, en la obra de Reyna los colores vibran en estructuras lineales, suspendidas en equilibrio por líneas paralelas, oblicuas, siguiendo una caligrafía abstracta en forma danzante sobre la superficie.

Círculos llenos o vacíos, incisiones rectilíneas, formas blancas, negras, azules, conforman un nuevo lenguaje musical; se trata de colores brillantes que exceden los límites del papel. Concibe una obra muy personal en su paleta, en su construcción, pero por encima de todo ello está su libertad de creación. La dispersión de líneas, la forma y el color fluido y dinámico –así lo demuestran– consiguen dar una sensación de movimiento ininterrumpido, solapándose, prolongándose infinitamente; son fruto de improvisaciones reflexivas y sin embargo desenfadadas.

 

Sus trabajos son el resultado de una técnica basada en el potencial de los pigmentos y en el protagonismo del color y la materia. Con una tendencia a crear enormes pinturas improvisadas en el suelo ya sea con pinceladas gruesas, chorreados meticulosamente controlados, su estilo recuerda al Tachismo íntimamente relacionado al Informalismo. Sin embargo, desarrolla un lenguaje plástico absolutamente personal y propio dentro de la abstracción, ajeno e independiente de los grupos artísticos de su generación.

Martín Reyna trabaja los mismos temas en diferentes tamaños en los que usa la escala creciente para explorar líneas y colores. En este camino selecciona y descarta hasta llegar al gran formato, el cual le permite envolver al espectador e invitarle a mirar la obra como se mira un abismo, a cuestionar su posición frente a magnitudes que superan su propia escala reduciendo la imagen a lo esencial. Sin llegar jamás a conocer el resultado final, Martín Reyna manipula el estado emocional del espectador guiando su hiperestesia hasta quedar atrapado en la intemporalidad de las obras, como si no existiera otra cosa en el mundo que ese enlace singular, fuera de tiempo entre el visitante y la obra. Le brinda al paseante un espacio de libertad y aún más, una amplia libertad para interpretar un mismo espacio visual donde el acceso no requiere ningún esfuerzo, simplemente disfrutar de un agradable vagabundeo.

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