OTROS MUNDOS POSIBLES
¿Es posible un manifiesto visual? ¿Cómo mostrar los diálogos posibles entre el arte y la educación? ¿Cuántas imágenes hay dentro de cada imagen? ¿Cuántas palabras hay dentro de cada palabra? ¿Qué hay entre? Con estos interrogantes, la artista argentina Marina De Caro nos introduce en su muestra Tierra de las emociones perdidas, en la galería Ruth Benzacar de la ciudad de Buenos Aires, que reúne su producción más reciente.
La propuesta se constituye en un intenso recorrido visual, físico y reflexivo que, casi imperceptiblemente, nos lleva a volver una y otra vez sobre las preguntas iniciales y formularnos otras, en una experiencia movilizadora para nuestro cuerpo y autonomía, certezas y búsquedas, sensibilidad y saberes.
En un primer momento, la escena en la sala de la galería se ofrece, a la vez, enigmática y lúdica ante la mirada. Decididos a introducirnos en ella, una escultura de yeso y bronce se impone con su apariencia de cuerpo/volumen robusto ¿agachado? de identidad imprecisa: ¿un animal, un ser en mutación? ¿el cuerpo previo a la experiencia artística y educativa? La ambigüedad aparecerá una y otra vez como campo fértil al cual la artista recurre para ampliar posibilidades. Cerca de la primera escultura se extienden en el piso superpuestos, y otros colgados sobre la pared, nueve manteles/espacios para Picnic pintados al óleo sobre textiles con vibrantes colores. Entre el panfleto y la poesía con diferentes tipografías, cada uno contiene una frase que construye la escuela propuesta por la artista: “Escuela de las emociones perdidas”, “Maestros disonantes”, “Ocio la Escuela”, “Escuela que escucha”, “Cuerpo brújula”, “Escuela sin razón”. Estas escuelas de De Caro nacieron hace varios años y anclan históricamente en los picnics anarquistas entre los siglos XIX y XX, los cuales trataban sobre la idea de la Escuela moderna. La propuesta de la artista de esta “arquitectura nómade” de la lona, de fácil portabilidad y gran flexibilidad, pone en perspectiva el espacio de la calle como lugar de encuentro, diálogo, circulación de saberes, apertura. La otra escuela que conocemos, en cambio, se erige en una arquitectura sólida, fija, monumental, con espacios cerrados, jerarquías y conversaciones regladas. “La escuela es la gran tierra donde ensayamos otros mundos posibles y sin duda es un espacio para compartir”, dice la artista, cuya reflexión en torno a estos temas la ha llevado a formular programas educativos en instituciones artísticas.
De Caro en todo momento se aleja de las categorizaciones y definiciones taxativas para dar lugar a un ejercicio reflexivo guiado por el cuerpo.“Es el cuerpo que me guía en general en todo. Y en la educación también es el cuerpo el que manda como una entidad sensible e intelectual completa”, expresa la artista a Arte al Día. El recorrido sigue por las trece pinturas Naves nubes suspendidas realizadas en óleo sobre papel, doble faz y cosidas a máquina. Un bosque fantástico de formas y colores -entre la pintura y el objeto, al presentar volumen- que nos insta a decidir el trayecto para ir descubriendo las múltiples vistas y percepciones ofrecidas por los trabajos a partir de su reversibilidad y ruptura con la visión frontal. Una instalación en permanente expansión y cambio con varias entradas y salidas, giros, ángulos. A su vez, en la superficie pictórica de cada Nave nube se hallan otras relaciones cromáticas y de trazos con variación de energía y ritmos. “Son pinturas como un gesto pandémico de tener un poco las imágenes en suspenso; más una sensibilidad que una construcción narrativa de imágenes o figuras”, señala la artista. El color con su impacto sensorial constituye un tema de permanente indagación y experimentación en su obra.
Al salir de este “bosque” de Naves nubes, entre el cielo y la tierra, el vacío y el lleno, el plano y el volumen y las relaciones cromáticas, nos aguarda una escultura tejida con alambre de aluminio de otra imagen fantástica de un cuerpo/volumen muy distinto al del inicio de la muestra. Se trata de “la disponibilidad de un cuerpo poroso y sensible que se deja filtrar por la experiencia”, en palabras de la artista, con una estructura liviana, dúctil, de brillante color y apariencia erguida. ¿Es el mismo cuerpo del principio de la exposición después de atravesar la experiencia del picnic educativo y de salir transformado del camino de Naves nubes? ¿es nuestra propia imagen más liviana, perceptiva y flexible luego de haber transitado esas propuestas? No hay necesidad de encontrar o precipitar respuestas, parece decirnos cada obra recordándonos la riqueza de las preguntas para activar un pensamiento libre. Llegados al supuesto final del camino, debemos volver a transitarlo para ir hacia la salida. Entonces, la reversibilidad reaparece proponiendo una nueva experiencia.
Marina De Caro nació en la ciudad de Mar del Plata (provincia de Buenos Aires), en 1961. Es artista visual y licenciada en Historia del Arte con una extensa y destacada trayectoria con exposiciones individuales y colectivas en instituciones nacionales e internacionales.
“El arte es la gran tierra donde ensayamos otros mundos posibles y sin duda es un espacio para compartir”, escribe la artista. Esta exposición, a su vez, habilita a ensayar una lectura desde el contexto de pandemia marcado por la relación entre el espacio y el cuerpo, las preguntas y las respuestas, lo fijo y lo flexible, los ámbitos cerrados y abiertos, lo individual y lo social, la razón y la emoción y el tiempo y todo lo que podamos descubrir “entre”. Y, en este sentido, nos recuerda que siempre se puede ejercer la libertad y la creatividad, incluso en momentos donde parecen estar restringidas. Todos podemos ensayar otros mundos posibles.
Hasta el 10 de septiembre.
Galería Ruth Benzacar
J. Ramirez de Velasco 1287, Ciudad de Buenos Aires.
Con cita previa (debido al protocolo por el Covid-19) a: www.ruthbenzacar.com