JUAN CANELA EN MAC PANAMÁ: UNA CURADURÍA COLABORATIVA Y CONTEXTUAL

Por María Galarza

El curador jefe del MAC Panamá Juan Canela reflexiona sobre los desafíos curatoriales en Centroamérica, el valor de las prácticas colaborativas y el contexto del arte panameño. Forma parte de la primera edición de Pinta Panamá Art Week, una propuesta que del 21 al 25 de mayo contará con actividades centradas en la escena artística local.

JUAN CANELA EN MAC PANAMÁ: UNA CURADURÍA COLABORATIVA Y CONTEXTUAL

Juan Canela (España, 1980) es curador jefe del Museo de Arte Contemporáneo de Panamá. Su recorrido como curador en diversos espacios y proyectos artísticos lo llevó a tejer diferentes vínculos entre territorios y escenas, desde Ciudad de México hasta Bogotá, Barcelona o Chicago. En diálogo con Arte al Día, reflexiona sobre su trabajo desde Panamá.

 

¿Con qué desafíos y posibilidades te encuentras al encargarte de la curaduría del MAC Panamá?

 

Cuando empecé a trabajar en el MAC Panamá, hace ya cuatro años, el museo estaba en un proceso de crecimiento y fortalecimiento institucional. En ese contexto, nos dimos cuenta rápidamente que el programa expositivo tenía que tener siempre un anclaje fuerte en el territorio. Todas las exposiciones que realizamos están vinculadas con el contexto panameño o centroamericano. Eso no quiere decir que solo sean artistas locales, pero es necesario que, por las temáticas o por distintas cuestiones, tengan algún tipo de conexión para que el público pueda reconocerse y vincularse.

 

También planteamos la generación de colaboraciones y alianzas con instituciones, proyectos y personas de la región: Centroamérica y el Caribe, Colombia o México. Hace dos años hemos organizado Chotin, un encuentro de prácticas curatoriales de Centroamérica y Caribe donde reunimos en Panamá a más de veinte personas trabajando en curaduría de la región. Eso además se hizo en alianza con el PS1 MoMA en Nueva York y con el MCA en Chicago, porque queríamos hablar también de personas de Centroamérica y Caribe que estuvieran trabajando en Estados Unidos en museos. Además, ahora mismo estamos trabajando en un proyecto grande para 2026 que va a ser en alianza con instituciones de Centroamérica.

En tu experiencia reciente, ¿qué distingue al pensamiento y a las prácticas artísticas centroamericanas respecto a otras regiones?

 

Desde el museo buscamos entender qué tipo de prácticas curatoriales y que tipo de formas institucionales son las mejores en un contexto como el centroamericano, que es muy particular. Y que se diferencia de otros países como Argentina, Brasil, Colombia, México, que cuentan con otros panoramas culturales, otro desarrollo y entendimiento. Aquí en Panamá todavía hay mucho por hacer en ese sentido.

 

Algo muy valioso en Centroamérica en general y en Panamá en particular es que tanto su situación geográfica como su historia nutren y contribuyen a que los artistas puedan trabajar cuestiones muy relevantes a nivel global. Porque Panamá une Norteamérica y Sudamérica, y el Atlántico y el Pacífico. Esta serie de complejidades geoestratégicas siguen influyendo en el contexto y, en consecuencia, en la producción artística. A su vez, dada la historia del país, es muy necesario trabajar con cuestiones de memoria casi ni abordadas. Como, por ejemplo, la ocupación del canal y el impacto de Estados Unidos, la relación colonial con España, con Colombia.

¿Qué temas o líneas de trabajo te interesan especialmente de las nuevas generaciones de artistas centroamericanos y caribeños?

 

Panamá tiene una comunidad afro-indígena muy fuerte: siete comunidades indígenas con una herencia cultural inmensa, además de una gran población afrodescendiente también con una poderosa cultura propia. Eso configura una cultura popular muy presente y compleja, que desde el museo tratamos de trabajar y difundir.

 

Además, es uno de los países más biodiversos del mundo, una temática muy relevante para los artistas hoy a nivel global. Desde el museo, buscamos reforzar cuestiones como la conservación de la naturaleza, la relación humanos-naturaleza, la memoria de la tierra, la migración o la mirada extractivista. Por supuesto, el contexto es pequeño y no hay tantas oportunidades, pero también hay un recambio generacional en donde artistas jóvenes buscan tratar estos temas con unos posicionamientos políticos y éticos sin complejos propios de nuestro tiempo.

¿Qué importancia tienen para vos los procesos colaborativos en una exposición o proyecto curatorial?

 

Es esencial. Mi forma de trabajo desde la curaduría o desde lo editorial siempre ha sido totalmente colaborativo. A lo largo de mi recorrido he ido explorando y articulando formas de poner en marcha procesos de colaboración con artistas, curadores o instituciones.

 

Incluso dentro del museo mi forma de trabajo con el equipo curatorial es totalmente horizontal, es raro que firmemos una exposición de forma individual, normalmente somos varios los que estamos trabajando y retroalimentándonos. He tratado de traer ese espíritu del trabajo colectivo que venía haciendo desde espacios independientes hacia el museo, lo cual a veces no es sencillo porque las instituciones tienden a tener organigramas más jerárquicos, pero creo que son ejercicios necesarios.

 

¿Qué permanece constante en tu mirada curatorial?

 

Me interesan mucho esos procesos de trabajo que rompen con lo que se supone que tiene que ser un desarrollo curatorial. También creo que es muy valioso incluir a los artistas en esos procesos. Su pensamiento muchas veces va más allá de su producción de obra, entonces me gusta incluir a algunos artistas en esos equipos curatoriales, que se reconozca que muchas veces son parte esencial de la conceptualización y formalización de los proyectos curatoriales. Además, suelen tener una imaginación curatorial que desborda lo establecido, algo que valoro mucho.

 

Creo que las colaboraciones entre instituciones dentro de Panamá o la región, como también las que van por fuera son clave en el desarrollo del contexto artístico. Soy un firme creyente de debe haber diálogos y vínculos para enriquecerse. Hemos colaborado con instituciones y museos de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, pero también con lugares lejanos geográficamente como Filipinas. Se podría pensar que Filipinas está totalmente alejado de Panamá, pero luego encuentras vínculos relacionados al trópico, una serie de cuestiones históricas como la relación con Estados Unidos o con la colonia española. Junto con el Vargas Museum de Filipinas hicimos un proyecto que tuvo muchísimo sentido contextualmente, aunque se trata de un país geográficamente muy alejado, y al cual le estamos dando seguimiento en los próximos años con otras instituciones asiáticas.

¿Cuáles son tus expectativas para la primera edición de Pinta Panamá Art Week?

 

El contexto artístico panameño está creciendo. Han aparecido varios proyectos, fundaciones, programas independientes y galerías en los últimos años. Entonces, es un gran momento para que un programa como el de las Art Weeks de Pinta aterrizara en Panamá. Yo creo que el hecho de activar al mismo tiempo todo el contexto y ecosistema artístico en Panamá no sucede nunca, entonces creo que merece la pena ponerle el foco y que puede ser importante para el desarrollo de la ciudad.

 

Desde el MAC Panamá estamos en relación con varios eventos del programa de Pinta Panamá Art Week. Participo en el conversatorio FORO junto a Emiliano Valdés –curador general de Pinta Panamá– y Sofía Villena –curadora del Museo de Arte y Diseño de Costa Rica–donde el objetivo es hablar de prácticas artísticas contemporáneas desde la región.

 

Además, se realizará el MAC Popular, un formato festivo que vincula las exposiciones con DJs, conciertos, música, intervenciones y performance. También participo en la curaduría junto a Emiliano Valdés de una serie de intervenciones en la Ciudad de las Artes. El proyecto se titula Lo que sueña toda vida que reúne propuestas de Programa Enlaces, Jonathan Harker y Felipe Gómez, Libertad Rojo y Humberto Vélez. Se trata de un ejercicio de interpretación o reacción a las particularidades de la ciudad.

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