LA FUERZA IRREVERENTE DE MARTA MINUJÍN EN EL MUSEO JUDÍO DE NUEVA YORK

El Jewish Museum presentará la primera exposición en Estados Unidos de Marta Minujín, una fuerza definitoria del arte latinoamericano cuya trayectoria se cruzó con los principales desarrollos artísticos de la posguerra al tiempo que reflejaba un espíritu y una visión singulares infundidos por su agudo intelecto, su humor irreverente y su presencia performática.

LA FUERZA IRREVERENTE DE MARTA MINUJÍN EN EL MUSEO JUDÍO DE NUEVA YORK

Del 17 de noviembre de 2023 al 31 de marzo de 2024, Marta Minujín: ¡Arte! ¡Arte! Arte! reflejará el arco que desafía los géneros a lo largo de las seis décadas de carrera de la artista. Esta oportuna exposición responde a un renovado interés por el arte feminista, pop y latinoamericano investigando a una de sus principales figuras.

 

Organizada para reflejar su audaz experimentación a lo largo de seis décadas, la exposición trazará la influyente carrera de Minujín en Buenos Aires, así como su estancia en París, Nueva York y Washington, DC, a través de una serie de esculturas blandas pioneras con base de colchón; pinturas fluorescentes a gran escala; dibujos psicodélicos y performances; y material cinematográfico vintage. Las obras efímeras de la artista –happenings, instalaciones participativas y arte público monumental– se presentarán a través de fotografías, vídeos y otros documentos raramente vistos.

Marta Minujín se consolidó muy joven como una de las principales voces artísticas del mundo. Nacida en 1943 en Buenos Aires (Argentina) en el seno de una familia ruso-judía, Minujín comenzó su carrera a finales de la década de 1950 creando construcciones de cartón y pinturas toscamente talladas. A principios de los sesenta empezó a experimentar con colchones, creando coloridas esculturas blandas que definirían su estilo característico. También empezó a viajar, viviendo en París y Nueva York, donde conoció y colaboró con miembros de la vanguardia estadounidense y francesa, entre ellos Niki de Saint-Phalle, Christo, Charlotte Moorman y Andy Warhol.

 

Minujín fue una de las primeras y más prodigiosas creadoras de arte performativo participativo. Su primer gran acontecimiento tuvo lugar en París. Para La Destrucción (1963), invitó a otros artistas a prender fuego a sus esculturas en un descampado. Minujín pronto se hizo famosa por producir eventos participativos lúdicos y desafiantes, a menudo colocando a la gente en situaciones inesperadas destinadas a "intensificar la experiencia".

 

A mediados de la década de 1960, Buenos Aires era un próspero centro cultural, con espacios de arte experimental como el Instituto Torcuato Di Tella, que proporcionaba un apoyo crucial a los artistas de vanguardia. Minujín realizaría allí algunas de sus obras más emblemáticas, como los entornos multisala La Menesunda (1965) y El Batacazo (1965-66); la tecnológicamente compleja Simultaneidad en simultaneidad (1966); e Importación-Exportación (1968), que reflejaba su creciente interés por la contracultura revolucionaria de Estados Unidos.

 

Mientras vivía en Washington, DC, a principios de la década de 1970, Minujín volvió a la pintura, produciendo una obra gráfica y colorista que caracterizaba el espíritu de la revolución sexual y la vinculaba a otras artistas feministas de su generación. El tema del sexo, que había estado presente en su arte desde la invitación táctil de sus primeros colchones interactivos, se hizo explícito en sus pinturas Frozen Sex, con sus primeros planos del cuerpo durante el acto sexual. Estos atrevidos lienzos, que fueron censurados en Buenos Aires en el momento de su creación, son un testimonio de la práctica transgresora de Minujín.

Minujín regresó a Buenos Aires en 1975, justo antes de que Argentina cayera bajo la brutal dictadura militar (1976-1983). La situación política se volvió hostil para los artistas y otras personas relacionadas con actividades de izquierdas. En respuesta, Minujín encontró formas humorísticas de poner en primer plano los temas de la fragmentación social y el fracaso en su práctica, como en La academia del fracaso (1975). También se embarcó en La caída de los mitos universales, una serie de esculturas públicas monumentales, diseñadas para ser derribadas, desmontadas y consumidas, que cuestionan las estructuras de poder establecidas y sus símbolos. El Partenón de libros (1983), erigido el año en que la democracia fue finalmente restaurada en Argentina, cubrió una réplica del templo griego con miles de libros que habían sido prohibidos durante la junta; los libros fueron redistribuidos al público al finalizar el acto.

Desde 2007 aproximadamente, Minujín trabaja en lienzos densamente estratificados en los que miles de finas tiras de tela pintada se adhieren una a una a la superficie. Con sus remolinos giratorios, sus patrones de colores geométricos y sus composiciones zumbantes, estas pinturas recientes producen un efecto óptico desestabilizador que tiene su origen en la anterior experimentación de la artista con drogas psicodélicas. Las cualidades sensoriales de estos lienzos, sin embargo, no niegan su asociación con realidades globales en desarrollo. Minujín siempre ha escuchado la radio mientras trabajaba. En diciembre de 2019 escuchó las noticias sobre la aparición de un nuevo virus que resultó marcar el inicio de una pandemia mundial. Siguió un periodo de aislamiento forzoso, durante el cual la artista trabajó en lo que serían los cuadros Pandemia/Endemia, para los que es imposible desconectar las miles de tiras que cubren la superficie de las obras de las vidas perdidas durante esta emergencia sanitaria.

Hoy Minujín es una de las artistas argentinas más reconocidas y una de las personalidades culturales más célebres. Sigue produciendo instalaciones multimedia, eventos participativos, pinturas y esculturas, lo que da fe de su incesante versatilidad. Bien entrado el siglo XXI, el arte de Minujín persiste con fuerza vital, visión crítica y claridad de objetivos.