FUTUROS POSIBLES EN LA BIENAL DE VENECIA
La Bienal de Venecia 2024 ofrece una plataforma excepcional para examinar los retos y oportunidades que plantea el futuro. Los pabellones de Japón, Alemania, Suiza y Hungría abordan diferentes maneras de mirar y pensar el mundo que viene, proyectando visiones sobre el medioambiente, el equilibrio, la adaptación, el orden mundial y, por supuesto, la memoria colectiva.
El pabellón alemán titulado Thresholds y curado por Çağla Ilk explora los nodos que unen el pasado, presente y futuro en una experiencia multisensorial. El “ahora” es un umbral, ¿qué conexiones queremos generar entre lo que pasó y lo que viene? Los artistas invitados abordan la pertenencia, los errores cometidos, las lecciones aprendidas, qué implicancias tienen para el devenir del planeta.
La obra Light to the Nations the Yael Bartana imagina un éxodo planetario hacia nuevas galaxias en una distopía que reflexiona sobre la destrucción medioambiental. A su vez, Ersan Mondtag propone un Monumento a los Olvidados a través de la reconstrucción arqueológica de la vida de su abuelo, inmigrante turco que trabajó toda su vida en la fábrica Eternit en Berlín y que murió de insuficiencia pulmonar, intoxicado con asbesto. Se trata de una instalación de fragmentos biográficos: el lugar de trabajo, la fábrica, la vivienda, el espacio público.
De forma envolvente: los sonidos. Un campo de transiciones, vibraciones que se sienten en el cuerpo a partir del trabajo de los artistas Michael Akstaller, Robert Lippok y Nicole L'Huillier. Las ondas sonoras generadas por altavoces ocultos bajo tierra y sistemas transceptores interactúan con el paisaje, creando un "umbral sónico" que disuelve las barreras entre el presente y los ecos del pasado.
No hay destinos lineales, sino diferentes portales que se deben atravesar con la conciencia de la historia, entendiendo el impacto que podrán llegar a tener las acciones de nuestro presente.
El pabellón de Japón explora el futuro con una llave: la adaptación como forma primera de la creatividad. La instalación Compose de Yuko Mohri transforma el pabellón en un espacio vivo, donde el sonido, la luz, y el aroma cambian de acuerdo a las condiciones ambientales. Inspirada en soluciones improvisadas vistas en el metro de Tokio para contener fugas de agua, la obra Moré Moré (Leaky) aborda las pequeñas crisis cotidianas como oportunidades para la creatividad y la resiliencia. A su vez, la instalación Decomposition recrea momentos de transformación en tiempo real: variaciones sonoras a partir de los cambios en el ambiente. Los sonidos, que van desde vibraciones sutiles hasta ruidos fragmentados, sugieren que el futuro no es un estado fijo, sino un proceso en constante regeneración.
El artista brasileño-suizo Gerreiro Do Divino Amor presenta en el pabellón suizo un mundo distópico, ecléctico y bizarro, para reflexionar sobre las nociones de poder, control y los mitos que rodean la identidad nacional. Una caricatura de la arquitectura de la vigilancia, una sátira del nacionalismo, una llamada a la resistencia creativa. La exageración y el absurdo se impregna en todo para subrayar la fragilidad de las narrativas de supremacía, para cuestionarse la manera en que se organizan las civilizaciones, para poner en jaque la idea de progreso.
Por último, el pabellón de Hungría presentó a Márton Nemes con Techno Zen, una instalación que piensa en términos de equilibrio: la tecnología y la meditación, la calma y la música, la introspección y la virtualidad. En un mundo cada vez más digitalizado, surge la pregunta del millón que todos nos hacemos y que nadie puede responder con demasiada certeza: ¿qué uso le damos a la tecnología? A partir de una visión más optimista, el artista busca integrar. Se desafía la creencia de que la tecnología solo trae distracción para proponer nuevos usos que apelen al bienestar y a la salud mental, una nueva espiritualidad digital.