LA PALACIEGA EXTRAVAGANCIA DE VASCONCELOS

Por Álvaro de Benito | mayo 12, 2025

Joana Vasconcelos (París, Francia, 1971) transita sobre esa delgada línea estética entre lo sobrecogedor y el exceso. La artista no esconde sus intenciones, nunca lo ha hecho, y si el recargado efecto de su obras es el deseado, la misión queda cumplida. Si estamos ante una producción de marcado carácter personal y con esa intención clara, el escenario solo puede ayudar a reverberar más el reto que a la calología le presupone la instalación de alguna de sus producciones.

LA PALACIEGA EXTRAVAGANCIA DE VASCONCELOS

El madrileño Palacio de Liria, residencia oficial de la Casa de Alba, acoge Flamboyant, una amplia propuesta, casi espacial, en la que el edificio se antoja un marco idóneo para las premisas de la portuguesa. El efecto que produce la distribución de una sustancial y representativa muestra de obras de gran escala de la portuguesa en las dependencias del palacio, además de potenciador, recala en la importancia del espacio expositivo. Si se atiende tanto al emplazamiento como al título elegido para la exposición y, sobre todo, al diálogo establecido entre entorno y estética, el resultado no se desvía ni un ápice de lo trazado.

 

La decoración y los tesoros de la Casa de Alba parecen prolongar ese idilio barroco que Vasconcelos profesa y que, con notable exuberancia, se recoge en su producción. Su experiencia como diseñadora de joyas, su devoción por el textil y la tradición y la dimensión de sus instalaciones parecen encajar a la perfección en esa extravagancia estética en la que navega y se desenvuelve a la perfección. No obstante, y a modo de preludio, está presente Perruque (2012), creada para ser expuesta en el Palacio de Versalles, y que bien puede servir en ese enlace.

Desde la inicial Solitaire (Solitario) (2018), ubicada en el jardín a la entrada del palacio, con el dorado y el choque entre el elemento industrial y la función decorativa, el recorrido alienta a una interpretación más allá de la propia obra. La distribución de las obras elegidas se convierte en elementos intrínsecos del espacio. A veces, la muestra elige una conexión más evidente, como ocurre con Carmen (2001) y su disposición en la biblioteca, o la langosta protagonista de Le Dauphin et La Dauphine (2012), que asume el papel de comensal en el comedor.

 

El origen, la reivindicación o la propia pertenencia al espacio pasará con intriga por un espectador que, posiblemente, sea abrumado por el resultado final. Valga Vigoroso y Poderoso (2006), dos leones cubiertos de ganchillo que custodian el vestíbulo, para entenderlo. La reversión de la atribuida fiereza de los felinos se produce por el efecto evocador y tranquilizador del empleo del crochet, pero también alude a la raíz, a esas Azores que indican el origen y, quien sabe, si también la diáspora. Esta técnica textil artesanal, además de lo expuesto, alude también a la tradición y a lo social de la misma con la identificación de roles.

Piano Dentelle #3 (2016), pieza instalada en el salón de música, acoge esa nueva identidad que le otorga el escondite de la funda, al mismo tiempo que conserva su esencia dentro de una aparente fragilidad. Incidirá en este aspecto en varias obras e irá formando en el visitante ese concepto, redefiniéndolo en cada obra. Si bien se verá esta técnica en todo el recorrido de una manera u otra, el reconocimiento al origen o la expresión de orgullo por ello también se expresa de manera renovada en Coraçao independente negro (2006), una pieza que consigue su forma en el conjunto de miles de tenedores de plástico expuestos al son de los fados de Amália Rodrigues.

 

Quizá sea Valkyrie Thyra (2023) la pieza que más monumentalidad atesore. Además de cumplir con muchas de las líneas técnicas y resultados estéticos de la portuguesa, esta obra se sirve de su ubicación para su engrandecimiento. Contra lo que dicta el sentido, su disposición en el interior de un marco al arropado de las escaleras redimensionan su importancia física.

Dentro de esa grandiosidad, especialmente impactante es Flaming Heart (2019-2024), la inquietante obra que muestra cómo la iconografía del corazón se transmuta en una vivencia orgánica que atrapa toda la estancia, en este caso la capilla, y cuya capilaridad envuelve una experiencia sensorial de primer orden. El despertar del sentimiento y lo subjetivo posa, por lo general, en el sustrato de su propuesta, bien a través de ese impacto o de la sorpresa del material y la desubicación teórica del mismo. Véase en ese sentido el lazo gigante de resulta J’Adore Miss Dior (2017), realizado con frascos de perfume, o los zapatos creados con cacerolas de Marilyn (2011), donde, pasado el primer contacto, se visualiza un fin ulterior de corte feminista y que enlaza con esa crítica social y de roles mencionada.

 

Intrincando la intención expositiva por otras obras de amplio calado, y tras el paso por la sala de exposiciones propiamente dicha que replantea también la importancia de lo locativo en cuanto al resultado, La Théière (2025) nos lleva al final del recorrido. Esta tetera de forjado portugués de grandes dimensiones fue creada expresamente para esta exposición. Su proceso, similar, verá alterada su aparente cualidad artificial con la acción natural del entorno, atrapándola, dando la sensación de que el mismo palacio no quisiera que se deslavazase el recorrido de desmesura y exceso que aglutina el total de una muestra imprescindible.

 

Flamboyant: Joana Vasconcelos en el Palacio de Liria puede verse hasta el 31 de julio en el Palacio de Liria: Museo residencia Casa de Alba, Princesa, 20, Madrid (España).

 

*Imagen de portada: Joana Vaconcelos. Valkyrie Thyra, 2023. Foto: Juan Rayos.

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