PAZ ERRÁZURIZ: LA GRANDEZA DEL MARGEN

Por Jacinta Marín | junio 02, 2021

Probablemente todo aquel que se encuentre interesado en las artes visuales dentro del escenario latinoamericano, estará familiarizado con el trabajo de la artista chilena Paz Errázuriz. Su impresionante obra se caracteriza, por sobre todo, en trabajar, a través de la fotografía, temáticas vinculadas al olvido, la marginalidad y la exclusión, mostrando un particular interés en retratar aquellas personas que la sociedad, por diversos motivos, ha dejado de lado. Este año, Errázuriz tomó un espacio privilegiado en la 22ª Bienal de Arte Paiz Perdidos. en Medio. Juntos. y presenta durante los meses de mayo y junio una muestra individual titulada La grandeza del margen. De esta exhibición, me parecen especialmente notables la Serie Trans Guatemala (2020) y Sepur Zarco (2020), dos series inéditas en donde se evidencian problemáticas de gran contingencia.

PAZ ERRÁZURIZ: LA GRANDEZA DEL MARGEN

La serie Sepur Zarco (2020) nos muestra retratos hechos a las mujeres indígenas de la comunidad Q’eqchi’ de El Estor, Guatemala, quienes durante la década de los ochenta, en plena guerra civil guatemalteca, fueron víctimas de brutales crímenes, como violaciones sistemáticas y esclavitud doméstica por parte de militares. Este grupo de mujeres hoy es conocido por los locales como “Las abuelas de Sepur Zarco”, y han logrado, más de veinte años después, hacer historia y sentar precedentes al ganar un juicio en donde se condenó a ex militares por delitos de lesa humanidad.

 

Las fotografías de Errázuriz nos presentan a estas valientes mujeres: rostros de sobrevivientes que reflejan más que una sola emoción; nos muestran la dignidad, fuerza y superación que han probado tener, como también el paso de los años, los horrores y el cansancio que cargan en sus cuerpos. Tal como es de esperarse de una obra de Errázuriz, Sepur Zarco introduce al espectador a un espacio íntimo y tabú, uno que ha permanecido oculto por un sistema patriarcal que tardó en hacerles justicia. La fotografía en blanco y negro utilizada por la artista pareciera ser la manera perfecta de abordar estas temáticas, por un lado, la serialidad de esta obra nos refuerza la idea de comunidad, una colectividad de mujeres que denuncian en unidad las injusticias a las cuales han sido sometidas, y por otro lado, la ausencia de color en las obras libera a la fotografía de la trampa que es el bello colorido sus trajes indígenas, trajes llenos de vida que han sido utilizados en la construcción de la identidad indígena explotada para el turismo por el estado nación. También, esta misma ausencia de color pareciera hablarnos sobre algo que ya ha ocurrido, un pasado que viene a hacerse presente con una fuerte voluntad para no volver a ser olvidado.

 

Invitada a participar de este proyecto por la curadora general del evento Alexia Tala, Errázuriz aceptó el desafío entendiendo la gran responsabilidad que esto implica a pesar de nunca antes haber desarrollado una obra fuera de las fronteras chilenas. Respecto a las motivaciones de la artista y entendiendo que el foco de la bienal está puesto en los discursos del Sur Global y que su alcance es internacional, conversamos con Errázuriz sobre cómo esta obra resuena con el resto de las preocupaciones latinoamericanas. La artista comentó que “Aunque Sepur Zarco es propio de una problemática histórica y política de Guatemala, el abuso, la crueldad y la barbarie contra las mujeres son temas transversales a todas las sociedades. Es por eso que mi trabajo insiste en revelar historias de mujeres, como una señal de alerta, poniendo la mirada y dando espacio a sus realidades. Es así como entiendo que este trabajo trasciende al contexto de la bienal, que es un espacio de difusión; y a Guatemala”.

Algo parecido se aborda en la serie Trans Guatemala, obra que nos permite echar un vistazo a un mundo oculto a plena vista, a personajes mal representados, incomprendidos e invisibilizados en una sociedad tan conservadora como lo es la de nuestra región. Al respecto, Errázuriz señala que “Este asunto, que ha cobrado una necesaria visibilidad, toca transversalmente a toda América Latina. Por una parte, refleja una vez más la misma discriminación, la misma falta de espacio, la misma falta de respeto, pero por otra, una capacidad por hacer comunidad, por vivir a pesar de tener mucho en contra y de construir su propia historia”. Aquí la artista trabajó de la mano con testimonios inéditos de las mujeres retratadas, permitiendo al público conocer en primera persona la historia de cada una de ellas. Un claro vínculo podemos entablar entre esta serie y La manzana de Adán (1983-1987), una reconocida obra de Errázuriz en donde la artista trabajó durante cuatro años fotografiando prostíbulos travestis en las ciudades de Santiago y Talca, y es que la artista suele dar vueltas y buscar distintas aristas de un mismo asunto; los espacios cerrados y desapercibidos. Errázuriz sin duda se gana la confianza de sus retratados, y de esta confianza se obtiene una fotografía realmente íntima, en donde se logra no sólo capturar la esencia de la persona, sino que también lo hace sin caer en clichés y estereotipos. Así, su trabajo se mantiene honesto, desafiando las preconcepciones del imaginario colectivo.

Al preguntarle a Errázuriz si es que mediante la fotografía pretendía entregar -o devolver- cierta dignidad a aquellos que la sociedad margina, rechaza y abandona, ella respondió: “Considero que mi obra no devuelve, ni entrega, sino que hace visible o articula algo que existe en cada comunidad, solo que la sociedad lo margina por la amenaza que implican estas otras formas de vida en una estructura colonial y patriarcal.” Y sin lugar a dudas, obras como Sepur Zarco y Trans Guatemala realmente logran este cometido, ya que desde lo específico, abordan lo universal: miedos, prejuicios, abandono y exclusión, todo esto reflejado en la mirada de alguien que, sin conocer, logramos entender.

La exhibición La grandeza del Margen nos actualiza respecto a la escala con que hoy podemos acceder a los problemas contemporáneos. La interconexión global ha permitido que las luchas por la igualdad, por los derechos sociales de personas marginadas, se reconozcan en un mismo lugar de debate ya sea en la Aldea Kaweskar, en una comunidad Q’eqchi’ en Guatemala o en la India. Las diferencias socio culturales y las distancias geográficas hoy desaparecen y las preocupaciones que años atrás parecían locales hoy son globales y son urgencias del mundo.

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