LAS GALERÍAS BRASILEÑAS CRECEN EN LAS FERIAS DE ARTE EN EE.UU., PERO EXPORTAR SIGUE SIENDO UN DESAFÍO

Por Bruna Ribeiro Schnor

La presencia de galerías de arte brasileñas en las principales ferias de arte de Estados Unidos —como Art Basel Miami Beach y Frieze New York— es frecuente y ya está bien consolidada. Nombres como Nara Roesler, Simões de Assis, Mendes Wood DM y Luisa Strina son habituales en el circuito, manteniendo una participación constante año tras año. Esta presencia refleja la creciente relevancia internacional del arte contemporáneo brasileño. En la edición 2024 de Art Basel Miami Beach, por ejemplo, hubo diecinueve galerías provenientes de Brasil. Este año, en Frieze New York, participaron siete —un aumento considerable en comparación con 2024.

LAS GALERÍAS BRASILEÑAS CRECEN EN LAS FERIAS DE ARTE EN EE.UU., PERO EXPORTAR SIGUE SIENDO UN DESAFÍO

Este movimiento responde, en gran parte, a la necesidad de las galerías de ampliar su red de coleccionistas más allá de las fronteras nacionales, tanto por motivos institucionales como económicos. Considerando que uno de los principales obstáculos para vender arte desde Brasil a coleccionistas extranjeros es el alto costo de envío —que muchas veces desincentiva la compra—, estar presentes en estas ferias permite posicionar la obra como una oportunidad única, destacando que adquirirla directamente en la feria resulta mucho más conveniente que hacerlo desde Brasil.

 

Además, la mayor presencia de galerías brasileñas en el exterior refleja un creciente interés del mercado global por conectarse con el arte brasileño, fruto de un esfuerzo por parte de curadores, instituciones y museos para descentralizar narrativas artísticas históricamente dominadas por Norteamérica y Europa. Artistas como Adriana Varejão, Beatriz Milhazes, Tunga, Ernesto Neto y Cildo Meireles han tenido un rol clave en este proceso, consolidando la imagen del arte brasileño en el plano internacional. Como consecuencia, los coleccionistas también siguen esta tendencia, buscando ampliar la diversidad geográfica de sus colecciones y explorar nuevas perspectivas estéticas. Al mismo tiempo, ha aumentado la cantidad de visitantes internacionales en ferias brasileñas como Arpa, ArtRio y SP-Arte. Esta internacionalización mutua refuerza el rol del país en el arte contemporáneo y pone en evidencia la importancia de seguir invirtiendo —aun con los riesgos que implica— en un compromiso transfronterizo.

Sin embargo, sostener una presencia en el exterior no es tarea sencilla para las galerías. Incluso con el prestigio y la visibilidad que estos eventos ofrecen, exportar arte a Estados Unidos conlleva una serie de desafíos complejos. Las exigencias logísticas, las restricciones financieras y, más recientemente, las cuestiones impositivas configuran un escenario difícil, incluso para galerías con trayectoria. Los costos de participación son elevados y van mucho más allá del valor del stand: incluyen transporte especializado, contratación de profesionales locales, alojamiento y viáticos para el equipo. Enviar obras de arte también implica embalajes a medida, logística especializada y una coordinación meticulosa con las regulaciones aduaneras.

 

Otros desafíos importantes provienen del ámbito legal. Incluso las grandes galerías deben enfrentarse a burocracias como la contratación de seguros internacionales con coberturas específicas y la redacción de contratos que se ajusten a distintos sistemas legales. Los riesgos jurídicos son considerables: cualquier error en la documentación puede derivar en la retención de obras o en multas significativas.

En los últimos años, ha surgido además una nueva preocupación con la reforma tributaria que se está discutiendo en el Congreso brasileño. Actualmente, cuando un artista vende una obra a través de una galería, existe una exención del ICMS (un impuesto estatal a las ventas) y un crédito fiscal presunto, lo que implica que la galería no paga el impuesto al recibir la obra e incluso puede deducirlo al venderla. En las ferias internacionales, el tratamiento impositivo es aún más favorable. Por eso, ante una nueva política económica, las galerías más importantes —que ya operan en ferias de alto costo y con márgenes ajustados— tendrán que repensar su participación internacional.

 

Para enfrentar estas dificultades, las grandes galerías brasileñas han adoptado estrategias para reducir riesgos y optimizar operaciones. Es común contratar empresas internacionales especializadas, y algunas incluso optan por tener oficinas o representantes en Estados Unidos, lo que facilita tanto la logística como la creación de redes institucionales. Galeria Nara Roesler, por ejemplo, fundada en 1989, fue la primera en establecerse físicamente en el exterior, abriendo una sede en Nueva York en 2015 y reafirmando su compromiso con la proyección global del arte brasileño. En la misma línea, en 2022 Mendes Wood DM —galería activa desde 2010— abrió un espacio en el barrio de Tribeca, ganando visibilidad en la escena internacional. Con otra estrategia, Simões de Assis —fundada en 1984— apostó por forjar colaboraciones internacionales estratégicas. En 2024, por ejemplo, su artista Thalita Hamaoui se incorporó al programa de Marianne Boesky Gallery. Otro caso fue la exposición de Jesse Schlesinger y Manfredo de Souzanetto, organizada por Anthony Meier, que mostró obras de ambos artistas, incluyendo a Souzanetto, representado por Simões de Assis.

Las alianzas estratégicas con galerías y museos locales también han resultado efectivas —no solo para compartir costos, sino también para integrarse a circuitos curatoriales más sólidos. Los programas de apoyo a la internacionalización, como el Proyecto Latitude de ApexBrasil, ofrecen asistencia logística y de promoción, pero no siempre alcanzan el nivel de demanda de galerías que ya operan globalmente. En este contexto, el uso de redes sociales y marketplaces se explora de manera complementaria, aunque difícilmente reemplaza el impacto institucional de las grandes ferias presenciales.

 

En este escenario, la internacionalización del arte brasileño atraviesa un momento clave. Por un lado, crecen la visibilidad, la demanda y el reconocimiento institucional; por el otro, aumentan la burocracia y los costos logísticos. Incluso para las principales galerías brasileñas, mantener una presencia sostenida en Estados Unidos exige una operación comercial sólida y bien estructurada.

 

En definitiva, a pesar de los múltiples desafíos, las galerías brasileñas siguen apostando por las grandes ferias internacionales. Asumen el riesgo porque el reconocimiento institucional, la visibilidad global y el potencial comercial lo justifican. Para muchas, los beneficios aún superan a los obstáculos: participar en ferias de arte en Norteamérica sigue siendo una oportunidad económicamente viable y un imperativo estratégico para mantenerse relevantes en la escena artística global.

 

*Imagen de portada: Vista de la exposición Thalita Hamaoui: Nascer da Terra. Foto: Jason Wyche. Cortesía de Marianne Boesky Gallery, Nueva York y Aspen.

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