PODRÍA SER YO. ALICIA D’AMICO Y LA FOTOGRAFÍA COMO EXPERIENCIA COLECTIVA
En el Museo de Bellas Artes se exhiben imágenes de la artista Alicia D’Amico incluidas en el histórico ensayo de Elizabeth Jelin y Pablo Vila, editado en 1987, sobre la vida cotidiana en barrios populares.
En 1987, en el contexto de la transición democrática, Elizabeth Jelin y Pablo Vila concibieron un libro que replanteó el vínculo entre las ciencias sociales y la fotografía. En esa publicación, las imágenes funcionan como disparador: a partir de las fotos realizadas por Alicia D’Amico en medios populares urbanos, surgió el relato de diversos actores sobre sí mismos y sobre su entorno. En el diálogo siempre abierto entre imagen y palabra, la mirada sensible de una de las fotógrafas argentinas más relevantes se fundió con el rol activo de los protagonistas en torno a su propia imagen.
El registro fotográfico de D’Amico se organiza en seis capítulos, que abordan temas como las diversas formas de ganarse el sustento de los sectores populares urbanos, la migración, la vida en democracia, las variadas situaciones de espera y la relación de las mujeres con el tiempo de ocio.
Las fotografías reunidas también ponen en primer plano la impronta estético-política de distintos proyectos que D’Amico desarrolló desde mediados de los años 80: además de representar a los sectores populares, se interesó en luchas sociales como la de Madres de Plaza de Mayo y organizó los talleres fotográficos feministas.
Las imágenes trascienden públicos y espacios. Con esta certeza, la exposición espera convocar nuevas experiencias que se sumen a las de los protagonistas reunidos alrededor de la publicación. Podría ser yo es un ir y venir entre roles y posiciones: traspasa subjetividades y sectores sociales, así como las paredes de la sala y las categorías estéticas. Allí radica el potencial de las imágenes, del libro y de esta muestra.
Alicia D’Amico (Buenos Aires, 1933- 2001) egresó de la Escuela de Bellas Artes en 1953, y estudió artes visuales en París durante un año, becada por el gobierno francés. Su formación fotográfica comenzó en 1957 en el estudio de su padre, Luis D’Amico, y continuó con Annemarie Heinrich. En sus inicios, participó del circuito de los fotoclubes. Entre 1960 y 1985, tuvo un estudio junto a Sara Facio, donde se dedicó a los retratos y a trabajos para diarios y revistas de la Argentina, Europa y Estados Unidos. De esa colaboración resultaron libros como “Buenos Aires, Buenos Aires” (1968) y “Humanario” (1977). Fue cofundadora de la editorial fotográfica La Azotea (1973) –a la que permaneció vinculada hasta 1986– y del Consejo Argentino de Fotografía (1979), del que participó hasta 1987. También fue parte de la creación de Lugar de Mujer, organización feminista surgida en los tempranos años 80. Por entonces, desarrolló también una obra comprometida con otras reivindicaciones y sectores: trabajos sobre el pueblo mapuche, las Madres de Plaza de Mayo o los sectores populares, esto último, materializado en el libro “Podría ser yo. Los sectores populares urbanos en imagen y palabra”, de Elizabeth Jelin y Pablo Vila, de 1987.