EL LADO VITAL DE LA EXPERIENCIA. EDGARDO GIMÉNEZ EN EL MALBA
En el ecléctico y vibrante universo de Edgardo Giménez, la exposición No habrá ninguno igual en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) emerge como un viaje inolvidable a través de más de sesenta años de producción artística.
Con aproximadamente 80 obras e instalaciones que capturan su espíritu irreverente y su búsqueda inagotable hacia el humor, esta exposición se presenta como un paisaje que retrata la aventura lúdica y exploradora del artista.
Sus obras mantienen una identidad profundamente arraigada en lo 'argentino', utilizando la parodia y lo absurdo para comunicar verdades. Se monta parte de la escenografía utilizada para las películas en las que trabajó y enmarca objetos, pinturas, esculturas y obras de arquitectura que nos sumergen en el relato fantástico y revelan el lado vital de la experiencia cotidiana.
Para Giménez, el arte debe producir bienestar y alegría, y esta filosofía se manifiesta en cada momento de la exposición. Fiesta, pop, sueños y brillo. Los colores explotan sin saturar y la imaginación se desata. Cada obra nos hace testigos de la habilidad de Giménez para transmitir un optimismo desbordante, un talento para celebrar la vida. El espectador se adentra en un mundo en donde las reglas convencionales se desdibujan y donde el único objetivo es jugar.
La música pop que ambienta la exposición –una playlist curada por el propio artista– es otro recurso efectivo. A medida que se recorre la obra, la música nos conecta con un espíritu alegre y festivo. Nos hace sentir como si estuviésemos participando en una fiesta.
Animales parlantes, figuras enigmáticas, muebles que desafían la gravedad y esculturas que cobran vida en nuestra mente. Cada pieza sorprende con su ingenio y nos recuerda que el arte es un reflejo de la vida: un espacio donde todo es posible, donde los límites son convenciones que pueden ser desafiados.
Por eso, en estos tiempos difíciles que le toca atravesar a la Argentina, su obra parece funcionar como bálsamo o vía de escape –según cada quien– para despegarnos de la solemnidad y conectarnos con el optimismo y la espontaneidad. No es una invitación a negar, sino a aprender a conmovernos con la belleza y la creatividad.
La crisis amenaza, entre muchas otras cosas, la capacidad de soñar, y nos reafirma lo esencial que es la imaginación y el ingenio para atravesarla. Qué importante es seguir soñando, riendo, alegrándose por las pequeñas virtudes que puede traer la cotidianeidad. Este es el combustible inagotable de Giménez que le dio forma a su maravilloso mundo, este es el hábito que nos invita a desarrollar.
No habrá ninguno igual es un testimonio de su pasión y deseo de compartir una visión de celebración del mundo. Nos llama a potenciar nuestra propia imaginación y creatividad y a nunca dejar de jugar.