¿PUEDE EL ARCHIPIÉLAGO ENTRAR EN EL MUSEO? IBEROAMÉRICA EN LA PROPUESTA DEL MUSEO HELGA DE ALVEAR
“Me imagino el museo como un archipiélago. No es un continente, sino un archipiélago. (…) La idea hoy es poner en contacto al mundo con el mundo, poner en contacto algunos lugares del mundo con otros lugares del mundo… Debemos multiplicar el número de mundos dentro de los museos”. Édouard Glissant (Sainte-Marie, Martinica, 1929-París, Francia, 2011) expresó de esta manera metafórica su visión de la funcionalidad museística en su obra Poética de la relación (1990).
Partiendo de esta declaración, el cacereño Museo Helga de Alvear plantea en su exposición ¿Puede el Archipiélago entrar en el Museo? #1 si sus premisas eran factibles y tenían la capacidad de materializarse en esa red de islas que conforman las obras y artistas que se sirven del espacio expositivo para interrelacionarse e intercambiar las posiciones necesarias para entender un todo sin perder la esencia individual.
Puede decirse que esta muestra colectiva es la presentación de un proyecto museológico en varias etapas, todas sobre el mismo hilo conductor, que van conformándose sobre los fondos de la Colección de Helga de Alvear y donde se ha pretendido aislar la vocación del relato único a favor de una exposición donde la riqueza y la personalidad y contextos diferenciados de cada obra arroja más preguntas que respuestas y facilita, en cierta forma, llegar a comprender el punto de partida crítico de Glissant.
¿Puede el Archipiélago entrar en el Museo? #1 se sirve de la producción de artistas con diferentes trayectorias y preferencias técnicas, entre los que se encuentran varios nombres de referencia del arte contemporáneo iberoamericano que, con su aportación, tejen esas partes y líneas relacionales entre agentes para dar sentido al experimento curatorial.
Entre las relaciones con la producción de Thomas Hirschhorn, Dominique Gonzalez-Foerster, Daniel Buren, Haegue Yang, Etel Adnan, Walid Raad, Rosemarie Trockel y Luc Tuymans, entre otros, encontramos los islotes de Francis Alÿs (Amberes, Bélgica, 1959), Lygia Clark (Belo Horizonte, Brasil, 1920 - Rio de Janeiro, Brasil, 1988), Cristina Lucas (Jaén, España, 1973) o Carlos Bunga (Oporto Portugal, 1976), Ana Mendieta (La Habana, Cuba, 1948 - Nueva York, EE.UU., 1985), Aurèlia Muñoz (Barcelona, España,1926 – íbidem 2011) o Lygia Pepe (Nova Friburgo, Brasil, 1927 - Río de Janeiro, Brasil, 2004).
Conjuntar con sentido estricto la trayectoria de estos nombres, a pesar, incluso, de la poca o mucha representación que en la muestra puedan tener, se antoja complicado dada la idiosincrasia de cada elemento de ese archipiélago. Es más, la selección de los elementos parece estar tamizada por esa idea, ampliando islotes técnicos alrededor de cada isla, plasmando los aparentemente contrapuestos obras de papel y vídeos de Alÿs, las diferentes técnicas escultóricas de Bunga o el collage y estructuras de Clarke.
Precisamente por ello, la presencia de elementos con cierto carácter discontinuo cobra importancia en la construcción de ese todo que parte de cada aportación, de cada reflejo temporal o estructural que va aportando el material necesario para, por lo menos, cuestionarse si el principio formulado por Glissant es, cuanto menos, factible.
¿Puede el Archipiélago entrar en el Museo? #1 hasta la primavera de 2025 en el Museo Helga de Alvear, calle Pizarro, 10, Cáceres (España).